Más de una de cada tres personas con discapacidad trabaja o se encuentra buscando empleo. Es el preocupante dato que saca a la luz el Ministerio de Yolanda Díaz con el Informe del Mercado de Trabajo de las Personas con Discapacidad, que evidencia que la inclusión laboral se estanca, ya que el 35,3% de los individuos de este colectivo de entre 18 y 67 años están activos dentro del mercado laboral. Una tasa que prácticamente no ha subido en los últimos años en un contexto de fuerte dinamismo del empleo.
Según el documento, desde 2014, año en el que arranca la serie, esta tasa ha subido 1,7 puntos con una brecha de 40 frente a la general, que supera el 75%. «La principal característica de las personas con discapacidad en edad laboral es su baja participación en el mercado», incide el estudio, que apunta que solo el 27,8% está ocupado y que el paro del colectivo es del 21,4%, cifras que mejoran las de ejercicios previos, pero aún muy alejadas de las generales.
Por grupos de edad, las tasas de actividad y empleo más elevadas corresponden a las de entre 25 y 44 años, donde las mujeres presentan índices de trabajo y paro más altos que los hombres. Por otro lado, generalmente, se registra un gran peso de los oficios a tiempo parcial.
La ocupación se mantiene en los últimos 10 años en torno a ese 35,5% «independientemente de la coyuntura», de forma que «no está tan determinada por los ciclos de prosperidad y crisis, sino por los estereotipos culturales y sociales», recoge un informe sobre la vulnerabilidad en el empleo elaborado por la Fundación Adecco.
Trabas al intelecto
Tras las cifras globales, se esconden además diferencias según el tipo de discapacidad.
Así, la participación laboral es superior en aquellas discapacidades de tipo auditivo (61,2%), seguidas de las de tipo orgánico, es decir, cuando esta afecta a los sistemas digestivo, metabólicos y endocrinos (45,7%). En el caso de la discapacidad física del sistema osteoarticular, la tasa es del 44,7% y en la visual del 39,5%.
La menor ocupación se observa en discapacidades de tipo mental o psicosocial (29,2%), que además son el colectivo con menores niveles de formación. «Este colectivo es el más estigmatizado, debido a un fuerte desconocimiento y a la ausencia de experiencias de recorrido en el marco empresarial», incide el informe de Adecco.
Perjuicios sociales
De sobra es conocido que los prejuicios, además de suponer barreras sociales se traducen en obstáculos personales para las personas con discapacidad, ya que ellos mismos aceptan como cierto estas falsas creencias que les han sido asignadas.
El director general de la Fundación Adecco, Francisco Mesonero, explicaba que esos estereotipos comienzan en el colegio, donde este colectivo ya sufre fracaso escolar en la Educación Primaria y en la vida adulta les desmotiva a la hora de buscar un puesto de trabajo.
Tampoco ayuda la «cultura de la protección social del Estado» ni la «sobreprotección de las familias», asegura Mesonero, quien reclama una mayor concienciación y educación comenzando en los centros educativos y unas políticas activas de trabajo muy personalizadas, para conseguir que «haya integración y no solo inclusión» social.
Los expertos apuntan que, junto a cambiar determinadas actitudes hacia este colectivo, hay que insistir en la importancia de fortalecer alianzas con compañías y sensibilizar al tejido empresarial para identificar puestos en los que tengan cabida personas con distintos perfiles y competencias.