Descubrir el Monumento Natural de la Fuentona requiere su tiempo. Para conocer las singularidades de este enclave no basta con un paseo exprés a través del camino y las pasarelas hasta llegar a lo también se conoce como Ojo de Mar, la surgencia de la que emana el río Abión. Lo recomendable es acercarse, en primer lugar, a la Casa del Parque de La Fuentona y el Sabinar de Calatañazor para recabar información y resolver dudas. «Tenemos dos tipos de visitantes, los turistas y los grupos organizados, a los que además de explicarles la casa, acompañamos al espacio en una visita guiada», explica Virginia Marco.
Para Eduardo Dodero, que también se encarga de la gestión de este centro de interpretación, la información a través de redes sociales no siempre es acertada. «A veces, en agosto vienen preguntando por la cascada... Lo suyo es pasar primero por la Casa del Parque y luego visitar el espacio protegido [...] Hay perfiles distintos de visitantes, no tienen nada que ver los que llegan en agosto con los de otoño, por ejemplo».
Existe un desequilibrio evidente entre la afluencia al Monumento Natural (137.000 visitas en 2022) y al centro de interpretación (12.198 el pasado año). Varios factores están detrás de esta diferencia, entre otros, la 'moda' turística de ver muchas cosas en poco tiempo; la limitación del aparcamiento en la Casa del Parque y la necesidad de actualizar una exposición que, después de 18 años, se ha quedado obsoleta.
En este sentido, el director del Monumento Natural de la Fuentona, José Manuel Meneses, pone de relieve el propio inmueble en el que se localiza la Casa del Parque, el Palacio de Santa Coloma, una edificación en ruinas que se recuperó con este proyecto. Recuerda que en 1985 La Fuentona figuraba en el Inventario Nacional de Paisajes Sobresalientes y «solo estaba a nombre de Cabrejas del Pinar», por lo que después hubo que incluir a Muriel de la Fuente para «evitar conflictos a futuro». La misma elección del municipio en el que ubicar el centro de interpretación fue «todo un reto», admite Meneses. Con el tiempo, se habilitó una ruta que une los tres pueblos (Calatañazor, Cabrejas del Pinar y Muriel de la Fuente) en torno a La Fuentona.
Aunque urge la renovación de la parte expositiva, que se quiere singularizar, entre otras cosas, ensalzando las actividades de espeleobuceo (hoy se pueden ver los vídeos cedidos por Al filo de lo imposible), en este tiempo se han introducido mejoras en esta instalación, como el sistema de aerotermia que se está implantando en la actualidad, el punto de recarga para vehículos eléctricos o la puesta en marcha de la caseta de medición de la contaminación, de las primeras que funcionaron en la provincia y en la región.
Ya en La Fuentona, otro de los objetivos es consolidar el área de aparcamiento, en la actualidad arrendado, y sumarle más servicios. «Es propiedad privada y hay que resolverlo», matiza Meneses. Y es que una de las características del Monumento Natural es que sus 232 hectáreas corresponden a propietarios particulares (solo es público el camino y el río), lo que para el director del espacio es un «hándicap» a la hora de desarrollar actuaciones, si bien, por otra parte, la propia declaración hace 25 años ha acotado que se desarrollaran intervenciones dispares que podrían haber desdibujado el paisaje.
Cabe recordar que La Fuentona es un ejemplo en cuanto a accesibilidad, lo que se puede comprobar desde el inicio de la senda hasta el Ojo de Mar y en las pasarelas, las últimas instaladas en las inmediaciones de la cascada (Chorro de Despeñaelagua).
conservación. Más allá de los planes turísticos a futuro, la tarea principal de la gestión del Monumento Natural es el mantenimiento y conservación de este lugar habitado, fundamentalmente, por sabinas albares y pinos pudios, y por una variada fauna. Por ejemplo, la estación de aforos de la CHD controla las subidas y bajadas del nivel del agua que, por cierto, está siempre a la misma temperatura, tanto en invierno como en verano: 12 grados.