La política exterior ha sido y debe ser una cuestión de Estado, dirigida por el Gobierno, pero de la que la oposición que puede convertirse en alternativa debe estar informada. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha saltado el trámite reiteradas veces y el Partido Popular no ha sido informado de los principales cambios en la materia operado en los últimos años, en especial con relación al Sahara y Marruecos y el reconocimiento de Palestina como Estado, que España realizó e impulsó con otros pocos países europeos, sin esperar a una posición común de la Unión Europea. Sería deseable que cuando el PP llegue al gobierno no cometa el mismo error.
Tras la invasión de la Franja de Gaza por Israel, después de los ataques israelíes en Cisjordania y ahora con la invasión terrestre y los bombardeos sobre el Líbano, existe un mínimo común denominador en el que los dos principales partidos nacionales están básicamente de acuerdo, y aun así parece que las discrepancias son más que las coincidencias, porque el PP siempre encuentra un resquicio por el que criticar la acción exterior y la diplomacia del Gobierno.
Ambos están de acuerdo en condenar sin paños calientes los atentados del 7 de octubre del pasado año en Israel por parte de Hamás, ambos piden encarecidamente la devolución de los rehenes que quedan con vida o de los cuerpos de los fallecidos y asesinados ante la presión de las tropas israelíes. Los dos piden la apertura de corredores humanitarios que permitan la atención de la población civil víctima propiciatoria de los bombardeos indiscriminados por parte del Estado hebreo, y en consuno consideran que es preciso un alto el fuego para aliviar las penalidades de la población civil masacrada y dar una oportunidad a que se pueda negociar algún tipo de armisticio duradero.
Hasta aquí los acuerdos. Ambos también consideran que Israel tiene derecho a defenderse y a defender a su población de ataques terroristas, pero tras la forma desmedida en que lo ha hecho Israel comienzan a aparecer las discrepancias Donde el PP calla, el Gobierno considera que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu y todo su gabinete han cometido delitos de lesa humanidad; donde el PP considera que Israel tiene derecho "sagrado" a defenderse, el Gobierno dice que no de cualquier forma, y donde el PP se aferra a la posición común europea que se ha demostrado irrrelevante, lo mismo que las Naciones Unidas para parar el genocidido, el Gobierno considera que ya está bien de palabrería y que se precisan acciones contundentes de los organismos internacionales, si es que todavía se cree que pueden servir para algo. La UE ni tan siquiera es capaz de consensuar un comunicado sobre la invasión del Líbano que tiene que firmar en solitario el alto representante de la política exterior, Josep Borrell.
La contundencia mostrada por el PP, a través de su presidente, Alberto Núñez Feijóo, por el ataque iraní sobre Israel y al acusar al régimen de los ayatolás de ser "el principal foco de inestabilidad en la región", no se compadece con el silencio sobre las tropelías israelíes sostenidas en el tiempo con el incumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas, la continua construcción de asentamientos ilegales en territorio palestino, o los hostigamientos constantes y el cerco a la población palestina, en la Franja de Gaza, la mayor cárcel del mundo al aire libre. Y en efecto, la guerra total esta hoy más cerca que ayer en Oriente Próximo.