Vuelven a sonar voces apremiantes de mayor democracia interna en el PSOE. Que se deje respirar al partido. Ahora vienen del sanchismo fundacional, donde acamparon figuras como el exministro Ábalos y el líder socialista de Castilla y León, Luis Tudanca, apostando por Sánchez cuando nadie creía en el líder desahuciado en octubre de 2016.
Lejos de mí la malsana intención de compararlos. Es una forma de resaltar que el malestar por los métodos autoritarios ya viene del propio sanchismo por razones tan diferentes como las malas prácticas de Ábalos y las apelaciones de Tudanca a la democracia interna. Con esas credenciales de origen y ejercicio en el sanchismo, éste queda libre de sospecha respecto a la fabricación de fango. Y Sánchez no le gana en plantar cara a los fachas, que en CyL se materializó tras las elecciones de 2022 con el Gobierno PP-Vox, cancelado por la fuga del partido ultraderechista.
Por eso no se entiende, o se entiende muy bien, que el poder centralizado en la Moncloa y Ferraz tumbe una decisión tomada por amplísima mayoría (114 síes frente a 14 noes) en el órgano depositario de la voluntad de los militantes castellanos y leoneses. Acatada, aunque no compartida por Tudanca, consistía en celebrar primarias y congreso regional antes de la cita federal, convocada en Sevilla (29 de noviembre-1 diciembre).
Sin perjuicio de que tanto Tudanca, que quiere seguir, y Sánchez, que quiere desalojarlo, jueguen sus cartas, lo cierto es que la decisión regional encaja en el marco estatutario del partido, al menos si nos atenemos a los precedentes. Pero desde Ferraz se interpretó de otro modo y, en una especie de golpe de mano, después de la decisión tomada por la dirección regional, la llamada Comisión de Garantías anuló el acuerdo.
Sin embargo, no hubiera sido la primera vez que un congreso regional se adelantara al nacional ("federal" en la normativa socialista). Y en este punto es lógico preguntarse por qué antes sí y ahora no. Me atengo a las declaraciones de otro dirigente socialista de esta Comunidad Autónoma, que acusa a Ferraz y a su secretario de Organización, Santos Cerdán, de jugar "sucio" para descabezar a Tudanca.
Me refiero al alcalde de León, Jose Antonio Díez. Habla por experiencia, porque en su día también él sufrió desde dentro un intento de desalojarle como candidato a la alcaldía. Díez declaraba este lunes en la radio que "se han utilizado de manera torticera e interpretativa los estatutos federales del partido" con la indisimulable intención de preparar en la tierra de los Oscar (ministros López y Puente) un liderazgo alternativo al de Tudanca (a la ministra Ana Redondo le zumban los oídos).
Entretanto, Tudanca hace una declaración de principios totalmente reñida con el sanchismo. A saber: "Primero, el país; después, el partido, y por último, uno mismo". O sea.