La legislatura ha entrado en barrena por más que Pedro Sánchez y su gobierno intente esquivar los escándalos que se les acumulan, ya sea el caso Ábalos, el caso Koldo, o el procesamiento del Fiscal General del Estado. El Gobierno quiere contrarrestar tanto problema con una sobredosis de furor legislativo anunciando la aprobación de una ley tras otra. También se han instalado en el "y tú más" para tapar sus vergüenzas. Quieren demostrar que los escándalos de corrupción del PP son de gran calibre mientras que los que les afectan a ellos son "peccata minuta". O sea siguen pensando que los ciudadanos somos tontos del remate.
La cuestión de fondo es que a Pedro Sánchez, le empiezan a pasar facturas muchas de sus decisiones, pero sobre todo el haber venido actuando con soberbia convencido de que la suerte le acompaña, y que en frente, es decir el PP, no es enemigo para él, ya que Núñez Feijóo no puede, al día de hoy, conformar una mayoría alternativa al PSOE y a sus socios independentistas.
En esto último puede que tenga razón, en realidad no es el PP el que terminará dando la puntilla a Sánchez, sino que es él mismo quien va labrando su final. Hay ocasiones en que como en el famoso cuento de El rey desnudo, todo el mundo lo sabe, menos el protagonista.
O sea que Sánchez seguirá pedaleando convencido de que tiene baraka, de que es el mejor, ya que sus ministros y allegados no cesan de decírselo y que en las filas de enfrente son peores que él y los suyos. Cada uno se consuela como puede por más que los ministros y sus terminales mediáticas tiren a diario del "argumentario" que les preparan los propagandistas monclovitas, y que espero lo que dicen, no lo crean ni ellos. Deberían analizar lo patéticos que resultan.
¿Aguantará el país?. Sí, claro, el nuestro es un viejo país, que ha visto de todo y ha sufrido todo tipo de situaciones y gobernantes, de manera que Pedro Sánchez es una muesca más en su larga historia.
Saben, recuerdo los primeros pasos de Pedro Sánchez en su intento de hacerse primero con la secretaría general del PSOE y después con el Gobierno.
Creí vislumbrar en él cualidades que me parecían necesarias para la renovación del PSOE. Me equivoqué. Claro que tiene cualidades, pero para dar alas a su ambición de poder. Un poder personal, no poder para mejorar la vida de los ciudadanos.
Quizá se podría preguntarle aquello de "Quo Vadis", pero me temo que al día de hoy Pedro Sánchez ya no va a ninguna parte que no sea seguir atrincherado en la Moncloa.
Aguantará, se sacará palomas de la chistera, perseguirá a sus oponentes por tierra, mar y aire, ya que quienes le conocen murmuran que es rencoroso, y así irán pasando los días, los meses, quien sabe cuantos años.
Eso sí, mientras Núñez Feijóo no cambie su partido de arriba abajo, mientras no asuma que tiene un mal equipo, mientras no despierte y se dé cuenta que su labor de oposición no deja huella, Pedro Sánchez continuará cabalgando llevando al país a ninguna parte por más que los escándalos se le acumulen.