Lejos de la imagen popular atormentada y hasta un poco siniestra que se tiene de Franz Kafka, cada vez son más los estudiosos que rebaten esa percepción del famoso autor de La Metamorfosis, justo cuando se cumple un siglo de su muerte, el 3 de junio de 1924.
Tal es la nueva reinterpretación de este autor checo que los expertos en su obra se aventuran a describirle como un seductor y una persona divertida y con una gran empatía, y se sustentan para realizar tales afirmaciones en un conjunto de cartas que escribió entre 1914 y 1920.
Muchas de esas misivas han permanecido inéditas hasta que el filólogo y crítico literario Ignacio Echevarría las ha sacado a la luz en la edición Franz Kafka. Cartas. 1914-1920. Se trata de unos escritos en los que el autor se desnuda ante los demás y se muestra tal y como es, es decir, como un hombre entrañable y lleno de sentido del humor.
Además, las cartas también revelan un hecho poco conocido y documentado como fue su voluntad insistente en ser reclutado como soldado en la Primera Guerra Mundial, algo que fue evitado por sus superiores.
Entre las más de 500 cartas reunidas en este volumen, segundo de los tres tomos que componen esta producción epistolar, cerca de un centenar y medio son originales en español y recogen los años decisivos y de maduración del autor.
Este narrador de origen judío, Franz Kafka (Praga, 1883 - Kierling, Austria, 1924) desarrolló su carrera literaria en alemán y publicó solo algunos de sus textos. Antes de morir, a los 40 años, ordenó a su íntimo amigo y consejero Max Brod que quemara todos sus manuscritos, pero este no lo hizo, y viajó con ellos a Palestina en 1939, donde editó parte y contribuyó a la publicación de sus obras maestras.
El período que comprende este volumen coincide con el estallido de la Primera Guerra Mundial, que es un trasfondo que dura casi cuatro años en el recorrido de estas cartas y también con el diagnóstico de la enfermedad de la tuberculosis, dos acontecimientos que acaban siendo muy agresivos para él.
El criterio que usó Echevarría para ordenar las misivas fue una secuencia estrictamente cronológica y así poder comprobar las diferentes tonalidades de su ánimo, a veces muy variados, que Kafka emplea con cada destinatario, y observar también las distintas facetas de su personalidad respecto a cada escrito.
Los textos se los enviaba a toda su red de amistades, desde sus amigos de juventud y familiares a otros escritores o a sus jefes, además de cartas oficiales a la Administración checa.
Pero sobre todo, sus misivas se centran en sus amores. La compleja personalidad de Kafka queda reflejada en las intensas relaciones que mantuvo con las mujeres a lo largo de su vida y a su gran poder de seducción. El epistolario empieza con la última etapa de su relación con Felice y acaba con el arranque y su unión con Milena. «Lo primero que te sorprende de él en sus cartas es el humor, era un hombre sonriente. Un hombre atractivo, alto, apuesto, elegante, que tenía mucho encanto personal; y aunque era tímido estaba lleno de agudeza e ingenio», asegura Echevarría.
Divertido y cómico
Precisamente, la empatía y el humor eran dos herramientas que utilizaba habitualmente el autor de El proceso para salvar ciertas dificultades vitales. Ante los obstáculos, el escritor siempre buscaba el lado cómico, detalla el autor alemán Reiner Stach, una de las mayores autoridades mundiales sobre Kafka, quien considera que en las últimas décadas de su existencia -en el primer cuarto del siglo XX- el praguense se vuelve aún más divertido si cabe.
«En Kafka se encuentran lugares cómicos. Si hay algo malo, él siempre encuentra un ángulo cómico», afirma Stach.
«Kafka nos anima a no dejarnos dominar por las situaciones y es totalmente chistoso», afirma el experto, que también reconoce la sinceridad del escritor y su capacidad de escuchar y de dar consejos.