El Partido Popular ha ganado las elecciones al Parlamento Europeo, pero sin conseguir el resultado plebiscitario que habría obligado a Pedro Sánchez a convocar elecciones legislativas. Donde se ha hecho realidad el escenario al que aspiraban los dirigentes populares es en Francia. Allí, el presidente, Emmanuel Macron, obligado por la apabullante victoria del partido de Marine Le Pen, se ha visto obligado a convocar a los ciudadanos a las urnas.
Pero Sánchez no es Macron, ni a juzgar por su trayectoria se dará por aludido tras haber perdido, otra vez más, unas elecciones en confrontación con Alberto Núñez Feijóo. El PSOE ha resistido más allá de lo esperable si tenemos en cuenta la serie de hechos políticamente tóxicos que han ido jalonando este primer año de legislatura: desde los indultos a los procesados por el golpe separatista, a la traca final de la amnistía redactada por los propios beneficiarios; por no hablar de la colonización de las instituciones con llamativos ejemplos de ausencia de imparcialidad como fueron los nombramientos de exministros para ocupar la Fiscalía o el Tribunal Constitucional.
Sin olvidar escándalos con terminal en los juzgados, como el caso Koldo o la citación de Begoña Gómez como investigada en un sumario abierto por presuntos delitos de tráfico de influencias y corrupción.
Sánchez ha resistido pero el sanchismo le está haciendo mucho daño al PSOE. Su base se resiente. En territorios de fuerte apego socialista tales como Andalucía, Asturias, Castilla la Mancha o la Comunidad Valenciana ha sido superado de nuevo por el PP. El proyecto que encabeza Núñez Feijóo ha conseguido absorber el voto de quienes antes apoyaban a Ciudadanos pero navega con la rémora de Vox a su derecha que frena su objetivo de alcanzar una mayoría suficiente como para desplazar al conglomerado Frankenstein que viene siendo la muleta en la que se apoya Pedro Sánchez. La entropía que generan los partidos separatistas ERC y Junts unida al hundimiento de Sumar y a la agonía de Podemos invitan a pensar en un escenario en el que la inestabilidad del Gobierno pudiera acortar la legislatura. Pero sería desconocer a Sánchez si alguien cree que será capaz de reconocer que está en tiempo de descuento. Por eso creo que el camino será largo.