El trabajo ocupa una parcela importante de la vida de las personas. Legalmente suelen ser un máximo de ocho horas diarias de labor en un ambiente «no siempre agradable», en el que «la obligación manda» y «las frustraciones» por diferentes motivos («falta de reconocimiento, exceso de trabajo, no desconectar ni cuando se descansa, estar en modo multitarea...») pueden derivar en síndromes que no siempre son enfermedades laborales reconocidas, según recuerdan los sindicatos sorianos. El síndrome del 'trabajador quemado' o burnout fue reconocido en 2022 por la Organización Mundial de la Salud como enfermedad profesional y en la provincia de Soria es una de las situaciones de descontento laboral más frecuentes a la que sólo iguala el acoso laboral. Ambas circunstancias «van en aumento» en la provincia, pues «cada vez hay más consultas de este tipo» tanto a nivel sindical como del Servicio de Salud Mental, tal y como confirman desde ambos organismos.
Los sindicatos están principalmente para velar por el cumplimiento de la normativa laboral, pero «cada vez hay más consultas relacionadas con la salud mental y el estrés en el trabajo», reconoce el secretario general de CC.OO. en Soria, Javier Moreno. Recalca que se trata de «síntomas difíciles de detectar aparentemente», porque algo físico puede parecer mucho más llamativo a primera vista. Sin embargo, «aunque no somos médicos, a los dos minutos de hablar con alguien sabemos que no sólo es agotamiento físico, sino mental; está sufriendo». Sobre el burnout indica que «una vez que te explican los síntomas (cansancio, agotamiento físico y mental, dolores de cabeza, falta de sueño, sufren ansiedad o están en un estado depresivo, se quejan de los compañeros, de los jefes, de los subordinados si los tienen, les ha cambiado la personalidad y eso también les trae problemas en su entorno familiar...) sabemos perfectamente que algo no va bien. Se ve claramente que no están motivados, que su trabajo no les satisface». Y todo esto, recalca, «es consecuencia del ambiente del entorno laboral; es muy duro que alguien de 40, 50 o 60 años se te derrumbe».
saturación. El responsable sindical indica que todavía hoy en día no se tiene toda la sensibilidad que se debería con estos casos «porque a veces la gente piensa que simplemente una persona se quiere coger la baja cuando no es así, hay un problema de salud mental detrás». Y cambiar de trabajo, remarca, «no es tan fácil en estos tiempos». Pero mantenerse en un puesto en el que no se está a gusto «genera muchas frustraciones».
Ir al médico para una evaluación profesional es lo más recomendable. Sin embargo, «la saturación y las listas de espera en la Seguridad Social lo complican», según la delegada de UGT en Soria, Azucena Pérez. La responsable sindical señala que «la única manera de afrontar un problema laboral de salud mental es yendo a consulta especializada», pero a tenor de casos que han tenido este año «sabemos que están saturadas» por lo que la ayuda a veces no puede llegar de forma efectiva a tiempo «a no ser que se vaya a un especialista de pago».
trastorno adaptativo. Desde el Servicio de Salud Mental de Sacyl en Soria se habla de «situaciones muy globalizadas al ser reactivas». De este modo, los síndromes laborales como el del 'trabajador quemado' tienen «una incidencia a la par que el resto del país», donde siete de cada diez empleados reconocen haberlo sufrido en el último año. Según el jefe del servicio, Ricardo Martínez, «todo parte de conocer que es un trastorno adaptativo [los trastornos de adaptación son reacciones exageradas ante el estrés que incluyen pensamientos negativos, emociones fuertes y cambios en el comportamiento]» y que la situación se da «por la idiosincrasia de los trabajos, la presión laboral y social». Por ello, este tipo de síndromes «son inevitables», aunque siempre hay que tener en cuenta «la tranquilidad individual» de cada persona, cómo reacciona cada uno ante una misma situación.
El psiquiatra advierte de que una sociedad «cada vez más frágil» hace que los síndromes laborales se den «frecuentemente». Y más que las manifestaciones de disgusto laboral lo que sucede es que hay «una enfermedad de la sociedad, porque entre todos estamos fragilizando a la gente», insiste. Al respecto destaca que «la cultura de resiliencia, una palabra que está de moda, y del esfuerzo se está perdiendo» y en la actualidad, vuelve a subrayar, «hay generaciones de personas cada vez más frágiles». «Es una patología en auge y va en aumento», asevera.
Considera que esta situación «vamos a tenerla que abordar tarde o temprano». «Y eso se hace desde la raíz, con la educación en los colegios trabajando la frustración, la resiliencia y la capacidad adaptativa», resuelve. Porque «la fragilización es un proceso, no es algo a lo que se llegue de la noche a la mañana, es desde que se tiene uso de razón». Para ello, mantiene el especialista, «es clave percibir el ambiente», pues «cuando hay intolerancias, frustraciones, pérdida de perspectiva futura en la vida», se puede derivar hacia esta situación.
desde la pandemia. Si bien «antiguamente estos síndromes laborales se daban en contextos más restringidos» por los cambios sociales, según el jefe de Salud Mental de Soria, las circunstancias actuales hacen que pueda ser más fácil hablar de ellos abiertamente y así poder identificarlos. Su prevalencia ha continuado «después de la pandemia», que tantos lastres psicosociales ha conllevado. Según diferentes estudios recientes, a lo largo del último año, el 76% de los trabajadores afirma haber sentido los síntomas de burnout, cuando un ejercicio atrás el porcentaje era del 70%.
La sanidad (84%), finanzas y seguros (82%), educación (81%) y ventas, marketing y comunicación (80%) son los sectores más afectados por situaciones de estrés e insatisfacción laboral, según un estudio de la empresa de software Ringover. De él se desprende también que los hombres son los más propensos a sentir el impacto de los síntomas del burnout (79%), frente al 67% de las mujeres trabajadoras. La pesada carga de trabajo (en el 43% de los casos), la falta de recursos (36,9%) y la microgestión (36,6%) son las principales causas del agotamiento laboral.?
cambiar de empleo. Se calcula que casi dos tercios de los trabajadores habría sopesado la posibilidad de abandonar su actual puesto de trabajo como consecuencia del agotamiento y los síntomas asociados. La probabilidad de perder a un empleado debido al desgaste profesional aumenta drásticamente cuanto más joven es la plantilla. Y es que, casi ocho de cada diez trabajadores de entre 18 y 24 años se han planteado dejarlo, por siete de cada diez en el caso de los empleados de entre 25 y 34 años, y cinco de cada diez en el de los trabajadores de entre 35 y 44 años.
Sin embargo, no es una tarea fácil porque la situación laboral tampoco lo es, como indican desde los sindicatos. «A veces la solución que se da desde una consulta es que cambie de trabajo, pero no es sencillo», indica Azucena Pérez. Además, «se debe demostrar que se tiene una enfermedad» y eso sólo es posible cuando hay un diagnóstico médico detrás. En ocasiones, mantiene la responsable de UGT en Soria, «se califica de accidente laboral, no como enfermedad, por ejemplo si a alguien le da una crisis de ansiedad y una ambulancia debe ir a recogerle a su puesto de trabajo». Casos extremos «cuando ya no se puede más y el acceso a una consulta de Salud Mental ha sido difícil».
Por su parte, Javier Moreno asevera que en la mayor parte de los puestos de trabajo los cambios no son tan factibles como en otros. «Por ejemplo, los empleados públicos tienen la posibilidad de promoción dentro de una escala o de concursar a un centro de trabajo distinto. Pero hay personas que llevan toda una vida en la misma empresa y el cambio es más complicado», mantiene el responsable de CC.OO. en Soria. Además del inestable mundo laboral y las condiciones en precario, detrás de la decisión de no cambiar de empleo aunque se está mal hay razones variadas, desde sociales hasta familiares, pasando por psicológicas, como las derivadas de algunos síndromes, como el de Estocolmo laboral. A través de él muchas personas sufren ofensas por parte de sus superiores, pero no las detectan como tales e incluso llegan a justificarlas, haciéndose más vulnerables y perdiendo capacidades para el desempeño de su actividad.
'trabajador burbuja'. Otro de los síndromes frecuentes en la provincia de Soria es el del 'trabajador burbuja'. Lo sufren quienes sienten permanentemente que no desconectan por completo de su empleo. Así, se utiliza para describir a aquellas personas que trabajan sin descanso, casi sin salir de su lugar de trabajo o sin tener contacto social fuera de él. El secretario general de CC.OO. en Soria destaca que este trastorno «cada vez se da más porque lo que es el tejido productivo o la estructura de las empresas va variando: ya no son grandes fábricas, cada vez hay más pequeñas empresas y la jornada laboral no se hace en el centro de trabajo sino en casa». En definitiva, «se han perdido las relaciones laborales» y eso ha sido por el «fomento del teletrabajo desde la pandemia».
La situación se resume en «jornadas interminables para 'compensar' porque estamos trabajando en casa y ésa es una idea equivocada». El responsable sindical? recuerda la necesidad de continuar haciendo rutinas de prevención de riesgos laborales, «estemos en casa o en el centro de trabajo». Y ahí entran en juego cuestiones como «la ergonomía y el descanso», algo que «se descuida mucho» al permanecer en el hogar. JavierMoreno hace hincapié en ellas porque no ajustarse el puesto de trabajo a las necesidades físicas y no hacer una parada a tiempo entre tarea y tarea «trae consecuencias».
Y es que el teletrabajo tiene sus beneficios, pero también cuenta con desventajas como «aislamiento social, depresiones, estados de ansiedad, falta de motivación laboral, situaciones de obesidad por sedentarismo, tensiones musculares que conllevan otras enfermedades -porque tan malo es estar mucho rato de pie como sentado-, problemas gastrointestinales... Y está demostrado». De nuevo trasluce el «agotamiento emocional y físico» tan proclive en muchos síndromes laborales.
acoso. A veces el ambiente laboral desemboca en acoso, algo que se ha dado en Soria «en varias ocasiones este año», confirma la delegada de UGT en Soria. «La finalidad es que el trabajador abandone la empresa y generalmente acaba en despido a base de sanciones porque el trabajador desiste», mantiene Pérez. Generalmente es una circunstancia que desemboca en «bajas de larga duración». Las razones son de «acosadores de manual y las más frecuentes son porque molesta la actitud del trabajador, porque reclama sus derechos o porque es representante de los trabajadores; todavía hay persecuciones por esto».
Conocido también como mobbing, genera casos «complicados de comprobar». La responsable sindical remite a sentencias que reflejan que el acoso debe ser «reiterado en el tiempo, un mínimo de seis meses, y con pruebas». Además, sentencias anteriores en la provincia hablan también de «ver indicios, pero no de tener suficientes pruebas» como para calificarlo de acoso.
«Es una mezcla de todo» y, como sucede con otras situaciones laborales, «los casos de acoso van en aumento», asegura el secretario general de CC.OO. en Soria. «Los ambientes laborales cada vez son peores. Las empresas se limitan a tener plantillas, no motivan a sus trabajadores ni promueven ambientes sanos. Cada vez es más habitual trabajar domingos y festivos. Si las condiciones no son buenas generan frustraciones que desembocan en problemas laborales y personales», reflexiona.
Por eso es importante «cuidar el clima laboral», como inciden desde los sindicatos. «La estabilidad y la calma se reflejarán en el estado de ánimo de la plantilla y repercutirá en la empresa por la productividad», y con ello se «evitarán situaciones indeseables para los trabajadores».