Dos viejos discuten. A pesar de que solo hay tres años de diferencia, el de pelo estropajo actúa como si tuviera cincuenta años y el otro como recién despertado de la siesta o a punto de acostarse. En mitad del debate me hago una pregunta: ¿Por qué Trump, este urdidor de bulos, egoísta, chulo y delincuente va a gobernar otra vez el país más poderoso de la tierra? Esa sensación es general, así como el auge de sus émulos, Le Pen, Milei, Meloni....Esto no es nuevo. Ya ha pasado en la historia. Quien no conoce la historia está obligado a repetirla, dijo Santayana. Ahora esa frase está inmortalizada en la entrada del campo de exterminio nazi de Auschwitz.
La Historia no es «una puñetera cosa tras otra», escribió Arnold Toynbee. Así comienza Peter Turchin su ensayo Final de partida, para mí de lectura obligada para entender este caos al que se quiere llevar a la sociedad. Anarcocapitalistas, fascistas, ultras..., todos quieren destrozar el sistema sin alternativa clara y viable.
Turchin escribió en 2010 en Nature prediciendo lo que ahora está pasando. Su sistema consiste en la búsqueda de patrones recurrentes en diez mil años de historia. Observan los ciclos de integración y desintegración política. Sus análisis históricos cuantitativos nos decían que en la década de 2020 habría grandes picos de inestabilidad en USA, y por ende en el mundo.
El fondo está en la sobreproducción de élites y en la pauperización del pueblo. Cuando el New Deal hubo un contrato no escrito que equilibraba los intereses de los trabajadores, las empresas y el Estado (igual que en Europa después de la Segunda Guerra Mundial). Ese pacto generó un crecimiento del bienestar general sin precedentes. Durante cincuenta años la desigualdad se mantuvo muy baja.
Todo cambió en los setenta. Los salarios no aumentaron al mismo ritmo que el crecimiento del PIB. El fruto del crecimiento económico lo cosecharon las élites. Se rompió el contrato social. Aumentó la desigualdad. Surgieron dos problemas. Como no hay puestos para todas las élites, y los trabajadores se empobrecen, se debilitó la fe en el sistema y se pone en duda la cohesión cívica, la cooperación entre instituciones, el humanitarismo, los avances de la libertad...
Trump ganó su Presidencia porque canalizó ambos descontentos. Los estadounidenses que se sentían abandonados lo votaron. Expresaron su contrariedad contra la clase dominante. Nos suena, verdad.
Vuelvo a mi pregunta. ¿Por qué Trump? Creo, como Turchin, que deberíamos prestar menos atención a sus cualidades y maniobras personales y más a las profundas fuerzas sociales que le llevaron a la cima. Igual pienso con ese auge de los populismos ultras en Europa.