Un nuevo análisis del cáncer de hígado ha identificado diferencias raciales y étnicas y tendencias emergentes para esta enfermedad altamente mortal, según publican sus autores en la revista 'Clinical Gastroenterology and Hepatology'.
El estudio, realizado por investigadores del Centro Oncológico Integral Sylvester de la Facultad de Medicina Miller de la Universidad de Miami (Estados Unidos) y organizaciones colaboradoras, también identificó posibles intervenciones específicas para mejorar el control y la prevención.
Su extensa revisión examinó 14 420 casos confirmados de carcinoma hepatocelular (CHC), la forma más común de cáncer de hígado, diagnosticados entre 2010 y 2018. Los datos se extrajeron del registro estatal de cáncer de Florida y de otras dos fuentes públicas.
Según las estadísticas del Instituto Nacional del Cáncer (NCI) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, el CHC representa casi el 80 por ciento de todos los cánceres de hígado. Cada año se diagnostican unos 25.000 nuevos casos, y su incidencia ha aumentado un 48% desde el año 2000. La enfermedad es altamente mortal, con una tasa de supervivencia a cinco años de sólo el 18%.
Sin embargo, a pesar de estas cifras, la mayoría de los estudios que analizan el alcance y el desglose demográfico de la enfermedad han tenido un alcance limitado, lo que ha dado lugar a una clara laguna de conocimientos.
"Hasta la fecha, los estudios que examinan la carga de este cáncer se han basado en los hospitales, sin tener en cuenta la población subyacente en riesgo, lo que limita la información epidemiológica --explica Paulo Pinheiro, epidemiólogo del cáncer de Sylvester y autor correspondiente del estudio--. Los estudios hospitalarios están sujetos a sesgos de selección debidos a los patrones de derivación y seguro médico, que tienden a limitar el impacto global en las poblaciones marginadas".
Pinheiro, que también es profesor de epidemiología, señala que el cáncer de hígado afecta desproporcionadamente a personas de bajo nivel socioeconómico, así como a inmigrantes, veteranos y poblaciones encarceladas, que son difíciles de captar en los estudios clínicos porque tienen un acceso limitado a la atención sanitaria.
"En consecuencia, necesitamos datos poblacionales verdaderamente inclusivos para establecer las causas y los patrones de esta enfermedad, especialmente si queremos desarrollar esfuerzos eficaces de prevención y control para los más vulnerables", afirma.
Pinheiro y sus colegas trataron de superar los posibles sesgos utilizando datos de tres fuentes independientes basadas en la población: El registro de cáncer de Florida, su agencia de salud pública y los registros de altas de sus hospitales. Los investigadores establecieron nuevos vínculos entre estas fuentes de datos para calcular la incidencia y las tendencias por causa.
Además, aprovecharon la gran diversidad de la población de Florida para centrarse en los patrones de grupos raciales y étnicos detallados, como centroamericanos, cubanos, dominicanos, mexicanos, puertorriqueños y sudamericanos, en lugar de sólo hispanos/latinos, y afroamericanos, haitianos y antillanos, en lugar de solo negros no hispanos.
Estudios anteriores realizados por Pinheiro y colaboradores de Sylvester e investigadores de otros lugares han demostrado que el 90% de todos los cánceres de hígado están causados por infecciones víricas de hepatitis B o hepatitis C, enfermedad del hígado graso y enfermedad hepática relacionada con el alcohol. Sin embargo, muchos de esos estudios tenían limitaciones o no profundizaban en las causas más comunes específicas de los grupos étnico-raciales.
Para este estudio, los investigadores ampliaron los hallazgos anteriores, incluyendo más años de datos --nueve en este estudio frente a solo dos (2014-15) anteriormente-- y realizando un análisis mucho más exhaustivo de los datos, añadiendo vínculos para biomarcadores de hepatitis vírica crónica, realizando evaluaciones de tendencias y refinando subgrupos para las poblaciones negra, hispana y asiática.
Según el estudio, la raza y el lugar de nacimiento afectan a las causas del cáncer de hígado, con claras diferencias para los distintos grupos. Las diferencias en las causas del cáncer de hígado reflejan los factores socioeconómicos asociados a cada grupo étnico-racial.
Las poblaciones negra, asiática e hispana presentan marcadas diferencias por subgrupos -cubanos, haitianos, chinos, japoneses, por ejemplo- y factores sociales, que influyen en las principales causas de cáncer de hígado.
Para hombres y mujeres combinados en 2018, la infección por hepatitis C y la enfermedad del hígado graso representaron el 36% y el 35% de todos los cánceres de hígado, respectivamente.
Además, la investigación reveló algunos hallazgos inesperados, entre ellos, una diferencia de tres veces en las tasas entre los hombres puertorriqueños y cubanos --con los hombres puertorriqueños siendo más altos-- prueba de que agrupar a todos los hispanos puede ocultar diferencias importantes entre etnias.
Los filipinos presentan tasas más elevadas de cáncer de hígado graso, similares a las de los hispanos. El cáncer de hígado por infecciones de hepatitis B no sólo es la principal causa entre los asiáticos, sino también entre los hombres negros nacidos en Haití.
Las causas de cáncer de hígado que están aumentando --hígado graso y relacionado con el alcohol-- son ambas más prevalentes entre los hispanos. Por el contrario, las causas que están disminuyendo --principalmente la hepatitis C-- son más frecuentes en las poblaciones nacidas en Estados Unidos, como los blancos y los negros.
Los investigadores también señalaron que la disminución del cáncer de hígado por hepatitis C desde 2015 se debe probablemente a la llegada de los antivirales de acción directa, mientras que el aumento de la incidencia del cáncer de hígado por enfermedad del hígado graso refleja el aumento de las tasas de obesidad y diabetes en la población general.
"De cara al futuro, tenemos que reforzar la importancia de la detección de todos los adultos en Florida, y en todo el país, para las infecciones virales de la hepatitis C y B, especialmente si se encuentran en un grupo de alto riesgo identificado por el estudio --añade Pinheiro--. Existe una cura para la hepatitis C y un control eficaz para la hepatitis B".
Su colega y coautora, la doctora Patricia D. Jones, especialista en cáncer de hígado de Sylvester, se mostró de acuerdo. "Los esfuerzos de control del cáncer deben empezar por ampliar los programas de cribado a los grupos más vulnerables señalados en el estudio --indica--. Se necesitan esfuerzos similares para difundir materiales educativos basados en estos datos granulares a los profesionales sanitarios que atienden a estos grupos vulnerables".
Pinheiro, que lleva muchos años estudiando el cáncer de hígado, señaló que su epidemiología por grupos demográficos es bastante compleja y, hasta ahora, a menudo desconcertante. "Con este estudio, hemos arrojado algo de luz sobre esta enfermedad mortal", concluye.