Con la vista puesta en una campaña de Navidad que espera «normal», el director general de la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (Asedas), Ignacio García Magarzo, reclama al próximo Gobierno un análisis «real» de la situación actual, dominada por la inflación, y «perseverar» en la línea marcada con la bajada del IVA.
En una entrevista, el responsable de esta patronal, que reúne a Mercadona, Lidl, DIA, Aldi y otras cadenas regionales, defiende que los precios de los alimentos continúan su tendencia al alza y sin un horizonte claro de estabilizarse debido a causas «objetivas» fuera del control de las cadenas de supermercados y sin relación con sus márgenes empresariales, como «acreditan» los informes del Banco de España o la CNMC.
Llevamos dos años de inflación alimentaria sin precedentes. ¿Hasta cuándo se va a mantener?
Las causas de estas subidas son conocidas, objetivas y no dependen de la cadena alimentaria en España; se escapan a nuestro control. Están detrás los incrementos de los carburantes, la energía y las materias primas. Todo el mundo pensaba que los cereales iban a bajar, al igual que determinadas grasas, el azúcar o el cacao y, sin embargo, siguen altos.
Entendemos que eso es lo que impide a los proveedores de la industria aplicar bajadas de tarifas más intensas, que sería lo lógico para normalizar una situación que consideramos excepcional. Así que, desgraciadamente, no podemos anticipar cuánto van a durar estas subidas en el consumo. Estamos todos deseando que esas circunstancias desaparezcan y que vuelva la normalidad.
El sector de los supermercados lleva todo este tiempo en el foco del debate público. ¿Han conseguido mantener la confianza?
Los consumidores confían en el sector de la distribución en España, lo demuestran los más de 15 millones que acuden cada día a nuestros establecimientos. A estas alturas, creo que tienen claro que los precios son excepcionales y que si durante 20 años la distribución ha mantenido las tarifas estables y ahora no lo puede hacer, las causas tienen que ser objetivas.
¿Qué herramientas tienen ante el ruido que les señala?
El ruido en cuanto a este debate no ayuda y frente a eso lo que hay que ser es riguroso. Hoy tenemos algo que no teníamos hace un año, que es información elaborada por instituciones públicas como la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC), el Ministerio de Economía o el Banco de España, que acreditan que los márgenes de la distribución no son los responsables de la subida de los precios, incluso se han ajustado y han bajado en el último año.
¿Cómo gestionan las empresas esta situación, que es más persistente de lo previsto?
Los márgenes se están reduciendo e incluso hay empresas que llegaron a pérdidas en el ejercicio anterior. Esta situación se está enfrentando con preocupación, porque después de casi dos años la sensibilidad del consumidor es muy alta.
Estamos viendo cómo se están acelerando políticas promocionales en estas últimas semanas y eso es el reflejo de que el consumidor necesita esas propuestas de los distribuidores. Se puede luchar contra el incremento de los alimentos comprando de otra manera; sin embargo, eso no lo podemos hacer en el caso del recibo de la luz o de la hipoteca.
La situación obliga a estar muy vigilantes, tratar de encontrar oportunidades en la reducción de costes para ajustar los productos y hacer políticas de bajadas o promociones de una forma más intensa.
Y en ese escenario, llega la Navidad. ¿Cómo se presenta esta temporada clave para el consumo?
Esperamos que sea una buena Navidad y el consumidor compre con normalidad. Todo depende de su confianza. Ha habido un buen verano y no hay por qué pensar que no vaya a haber una campaña buena. Dependerá de cómo evolucionen las próximas semanas.
Puede que en muy poco tiempo haya un nuevo Gobierno. ¿Cuáles serían las peticiones más urgentes de las empresas que representan?
Que haga un diagnóstico correcto de la situación. Esta es una crisis de costes, y moderar o bajar el IPC requiere actuar contra los costes de toda la cadena y, en especial, de los energéticos, transporte, carburantes y materias primas.
Hay cosas que se pueden hacer para moderar todos esos valores y ayudar a las empresas a afrontarlos; también se pueden ajustar los impuestos que gravan el consumo, como el del plástico. Hay que perseverar en la línea abierta con la bajada del IVA y poner en marcha medidas para los consumidores más vulnerables.
Nueve meses después de la entrada en vigor del impuesto al plástico, ¿ha sido tan perjudicial como vaticinaban?
El Ministerio de Hacienda calculó una recaudación de en torno a 700 millones este año y parece que se va a superar. Seguimos pensando que ese impuesto no tendría que haber entrado en vigor en circunstancias como en las que estamos.
Han expresado su preocupación sobre el debate y la reducción de gases fluorados en la legislación europea. ¿Qué esperan de ello?
Deberíamos esperar que España y los países mediterráneos tuvieran una posición firme para defender qué soluciones tecnológicas se nos quieren imponer desde otros países de Europa generalmente más del Norte, pero que no funcionan en estados del Sur.
Desde hace muchos años, el debate allí siempre es el mismo: hay países -que casualmente son productores de determinados gases alternativos- que promueven cambios y esas decisiones no se adaptan igual de bien a todos. Hay sistemas de frío que funcionan en Ámsterdam pero no en Écija.