Silvia Garrote

JALÓN POR LA VEGA

Silvia Garrote

Periodista


El poder del arte

12/10/2024

Voy a dedicar el regreso a este espacio de opinión tras la pausa veraniega al poder que tiene el arte sobre nuestras vidas, al menos, sobre algunas. Entiéndase arte como todo aquello que nos produce una emoción y que proviene del mundo de la cultura, de manos del talento de quien necesita expresarse y comunicarse a través de la pintura, la danza, la música, la literatura, la fotografía… Reconozco una envidia, sana o insana, de toda persona que posee esa gracia divina de hacernos pensar y sentir a través del arte; los mundanos podemos disfrutarlo y reconocerlo, porque además, la genialidad viene en la mayoría de los casos acompañada de mucho esfuerzo y mucho sacrificio. 
El arte ha sido a lo largo de la historia un término discutido y eminentemente subjetivo, con diversas finalidades, desde religiosas a ornamentales o mercantiles; se ha equiparado a una destreza, a un oficio experimentado, a una forma de expresión, e incluso, a una ruptura social. Diversos artistas han sido incomprendidos y maltratados en su tiempo, y vanagloriados después; otros y otras han sido profetas de su propia época, reconocidos y encumbrados por poderosos o por el común. En cualquier caso, y a modo de reflexión personal, el arte nos hace profundamente humanos, una condición que parecemos olvidar con suma facilidad. 
Recientemente escuchaba a una neurocientífica que coincidió con otra a la que habían becado para que estudiara el efecto del baile en el cerebro. La primera no entendía muy bien por qué se financiaba un estudio como aquel, hasta que profundizó en el tema y descubrió que bailar ayuda a reducir el estrés, aumenta los niveles de serotonina, la hormona del bienestar, y favorece el desarrollo de nuevas conexiones neuronales, especialmente en regiones involucradas en la función ejecutiva, la memoria a largo plazo y el reconocimiento espacial. A menudo, lo que parece poco importante, lo es mucho más de lo que creemos. Está más que demostrado que el arte produce un impacto profundo en nuestra salud, tanto física como mental. 
Comparto, y me van a entender, la felicidad impresionante que me produjo una reciente visita privada a algunos de los cuadros importantes de uno de los grandes museos del mundo, el Prado. Con motivo de una estupenda cata de vinos sorianos, otro arte innegable, de Bodegas Antídoto, Galia y Dominio de Es, pude tener el regalo de visitar de noche y en grupos muy reducidos obras como las Majas de Goya, Las Meninas de Velázquez, las Tres gracias de Rubens o El vino de la fiesta de San Martín de Pieter Bruegel El Viejo, entre otros. Reconozco el privilegio y la suerte de una noche de arte, entre obras maestras de la pintura y el vino, mundos que cuando coinciden, elevan el espíritu.  
El arte también requiere del esfuerzo y el aprecio del que lo recibe y todos podemos, en mayor o menor medida, acceder a él, por mucho que el mercantilismo trate de impedirlo. Podemos seguir acudiendo a las bibliotecas, a exposiciones, al cine, a escuchar música, a charlas que nos acercan el patrimonio que nos rodea, a obras de teatro por precios muy razonables, una ventaja más de vivir en Soria. El acceso a la cultura y al arte es también un derecho público a reivindicar y defender. Por esa dimensión humana que nos concede en un mundo dividido por el odio y los conflictos, militemos en el arte.