«En 'El hereje' tenemos a todo Delibes: al cazador, al escritor que evoca los mundos de la infancia, al hombre atemorizado por la muerte de los seres queridos, al de Valladolid y Castilla… En una única obra tenemos un resumen de toda su trayectoria literaria…». Las palabras del director de la Fundación Miguel Delibes, Fernando Zamácola, sintetizan el calado que tuvo la publicación el 29 de septiembre de 1998 de la última novela del escritor vallisoletano, un libro «inesperado» y «rompedor» en muchos sentidos, en el cual profundiza en todas sus preocupaciones: los niños, la pobreza, la honestidad, la muerte o la inquietud del cristiano posconciliar.
Todo ello se vislumbra en la exposición 'El fuego de la conciencia', que hoy martes tendrá su puesta de largo oficial en el vestíbulo de las Cortes de Castilla y León y que ayer se presentó a los medios. La muestra está comisariada por Mario Crespo, responsable de la edición crítica para Cátedra de 'El hereje', y reúne un centenar de piezas procedentes cuarenta instituciones. Según explicó en declaraciones recogidas por Ical el director de la Fundación de Castilla y León, Juan Zapatero, la exposición pretende ser, como lo fue la novela, «una puerta abierta a otros tiempos, en concreto al siglo XVI», y por ello todas las obras exhibidas, salvo los manuscritos y documentos que utilizó Delibes para documentarse durante tres años, proceden de ese periodo histórico.
La exposición, como la novela, habla de «la libertad religiosa, de conciencia, de pensamiento y de reunión», en una «expresión de libertad y de tolerancia en su más profunda y amplia acepción» y en un momento histórico como el actual, en el cual «sigue habiendo gente que muere por defender unas ideas», señaló Zapatero. En ello incidió el comisario, para quien el «canto a la libertad del individuo» que entonó Delibes «cobra pleno sentido», si bien considera que 'El hereje' es una novela «bastante pesimista sobre el ser humano y su futuro».
Un canto a la libertad - Foto: Leticia Prez ICALCinco grandes áreas
Según detalló el comisario, está estructurada en dos grandes bloques y cinco ámbitos en total. En la primera mitad, las obras exhibidas responden a dos grandes preguntas: quién escribe y qué escribe.
La exposición, en palabras de Crespo, está planteada como «un homenaje a la imprenta, a la extensión de la cultura y el conocimiento que permitió», además de como «un recuerdo al Renacimiento y al contacto que existía entre España y Flandes en la época». Como testimonio de la exposición quedará un cuidado catálogo diseñado por el vallisoletano Asís G. Ayerbe, que incluye colaboraciones de dos académicos como Álvaro Pombo y Félix de Azúa, junto a otros articulistas.