La serenidad que valió varios trofeos

C. de la Blanca (SPC)
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El arquero destacó en las tandas de penaltis.

El legado de Íker Casillas va ligado íntimamente a la selección. Con el brazalete de capitán de España, el portero fue el protagonista principal de las tres fotos que resumen la época más dorada de la Roja, levantando las dos Eurocopas de 2008 y 2012 y el Mundial de 2010. Su extrema serenidad en momentos de presión máxima y su capacidad para ser decisivo le elevó a la categoría de leyenda.

Aún así, al meta no le fue bien en su primera aparición en una Euro. En Portugal 2004, Casillas poco pudo hacer para evitar una bochornosa eliminación en la primera fase tras los empates contra Grecia y la anfitriona. Antes, había debutado con José Antonio Camacho en una gran competición como el Mundial de Corea y Japón de 2002. En la cita asiática, y en la ronda de octavos, todo parecía pintar negro de nuevo para el equipo contra Irlanda, ya que el pase a cuartos se decidiría en los penaltis. Allí, el portero de Móstoles comenzaría a labrar su leyenda. Si durante los 90 minutos ya detuvo un lanzamiento desde los 11 metros, en la tanda fatídica pararía otros dos para transportar al combinado nacional hacia una ronda donde Corea del Sur acabaría imponiéndose con polémica.

Casillas y todo el grupo ya se habían dado cuenta de que el arquero podía ser decisivo cuando le necesitaran, y lo volvió a demostrar en la Euro 2008. Otra vez en las eliminatorias y contra Italia, después de haber salvado a los suyos, todo se encaminó hacia el punto de castigo. Desde allí, el madrileño amargó a De Rossi y a Di Natale y la Roja aprendió a ganar, algo que demostró en semifinales y en la final contra Alemania.

Cuatro años después, los penaltis volvieron a colocarse en el camino del bloque nacional hacia una nueva corona. Portugal era el rival y el objetivo la final contra la 'Azzurra'. Si Xabi Alonso no acertó con el primer golpeo, el meta merengue lo enmendó inmediatamente, como sucedió con Dani Güiza en 2008. La historia se volvió a repetir y, después de haber estado en el momento y en el lugar adecuados también en 2010 con esa parada a Arjen Robben en Sudáfrica, el cancerbero levantó al cielo de Kiev el último gran título de España.