Entre el periodismo, la narrativa, la poesía y la performance, si algo define a la escritura de Gabriela Wiener es su capacidad para dar siempre un paso más allá de las etiquetas que se le imponen. Algo que vuelve a demostrar con Atusparia, una obra rompedora, satírica e indigenista que deja al descubierto las luchas de poder que alcanzan a los movimientos emancipatorios haciéndolos añicos.
La trama de la historia presenta a una política de izquierda que se encuentra prisionera en una cárcel de alta seguridad en las entrañas de la selva amazónica. Víctima del lawfare, su carrera hacia la Presidencia se ha visto truncada por un oscuro suceso de su juventud viralizado en las redes. De ser candidata del pueblo ha pasado a convertirse en una asesina de perros aislada del mundo en esa jaula sin rejas que se ubica donde antes estaba la Colonia Penal del Sepa, el temido infierno verde.
Ella se hace llamar Atusparia, como el líder de la resistencia indígena peruana del siglo XIX y como el delirante colegio comunista donde estudió en los estertores de la Guerra Fría. El amor en tiempos del capitalismo la engulle en una espiral de drogas y sexualidad frenética que la alejarán de los viejos ideales de su educación hasta que el llamado de sus raíces la llevarán a emprender un viaje al pie del lago Titicaca y mimetizarse con el héroe revolucionario de su infancia.
Reinventar géneros
De hitos de la crónica como Sexografías y Nueve lunas al poemario Una pequeña fiesta llamada eternidad, pasando por Huaco retrato, la carrera literaria de Wiener es la de alguien que explora, reinventa géneros y avanza, impredecible. Ahora regresa con una obra que, si las etiquetas sirvieran de algo en su caso, podría calificarse como su gran novela rusa; y una autoficción ligeramente futurista, una novela de formación, una sátira y un thriller político indigenista-soviético. O, por qué no, como la mezcla insólita de todo eso.
Lo cierto es que en Atusparia hay urbanizaciones grises, maestras rusas de aspecto quebradizo, familias ausentes, padres militantes, perros que se llaman Gorbachov, partidas de ajedrez, guerrillas, revueltas indígenas, utopías, pasión y desencanto.
Y también, un país doloroso, en el que dos mujeres encarnan primero los roles de la maestra y la discípula y terminan enfrentadas. A través de un distanciamiento que desemboca en un juego de poder y traiciones, Atusparia y Asunción, las dos protagonistas, representan las fracturas internas que, históricamente, han dividido a la izquierda latinoamericana.
La brecha entre retórica y praxis revolucionaria, la legitimidad de la lucha armada, el caudillismo, las jerarquías y las diferencias de criterio respecto a los movimientos sociales asoman en una novela que recupera a figuras de la insurrección indígena, como Pedro Pablo Atusparia y Rita Puma, y al mismo tiempo, traza un recorrido hasta un futuro cercano marcado por las revueltas en un territorio de desigualdades.
De la infancia a la adultez
Pasado, presente y futuro conectan a lo largo de ese relato de formación que es la historia de Atusparia, y si su infancia es tiempo de ideales, su desamparo adolescente representa a un mundo que abraza el capitalismo en su forma más salvaje. La adultez, en cambio, conlleva la toma de conciencia, la vuelta a las raíces y el compromiso.
Wiener se deshace de la mirada única e integra la contradicción en una escritura que trasciende las consideraciones puramente esteticistas, y rehuyendo de dogmas y etiquetas, va siempre, para fortuna de sus lectores, un paso por delante.