Este martes 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen, se cumplen 22 años de la inauguración oficial de la rehabilitación de la muralla de El Burgo de Osma, que significó mucho más que la recuperación imprescindible del patrimonio histórico. Dio a la villa burgense un nuevo emblema. Es uno de los proyectos más emblemáticos realizados en la villa en las últimas décadas que recuperó e integró en la vida local y turística un lugar imprescindible en su historia. El 16 de julio de 2002, la directora general de Patrimonio y Promoción Cultural de la Junta y Castilla y León fue la autoridad encargada de acompañar al alcalde, Antonio Pardo, en la puesta de largo de la intervención.
Las obras de rehabilitación de la muralla las realizó la empresa Francisco Ruiz Cano de Valladolid por 96 millones de pesetas. Los trabajos comenzaron en el año 2001 tras el visto bueno de la comisión de Patrimonio en marzo de ese mismo año. El presupuesto inicial ascendía a 97 millones de pesetas financiados al sesenta por ciento por el Ministerio de Fomento con cargo al uno por ciento cultural, al veinticinco por ciento por la Dirección General de Patrimonio de la Junta y el quince por ciento restantes por el Ayuntamiento. El proyecto fue redactado por el arquitecto Jose Francisco Yusta Bonilla y comprendía la zona de muralla desde la puerta de San Miguel hasta la calle Poeta Malo de Molina.
Además de recuperar las partes perdidas de la construcción, se pretendía reparar las cimentaciones y construir una senda peatonal junto a la muralla. Previamente, en el año 1996 ya se llevó a cabo una intervención urgente en la zona de la puerta de San Miguel, lugar importante para la localidad puesto que éste fue el núcleo inicial de la Villa Episcopal.
Pardo recuerda como El Burgo de Osma fue "pionero" en la recuperación del patrimonio histórico artístico. "Ahora en otras localidades está de moda, pero aquí se hizo hace 22 años y hemos venido disfrutando de ello desde entonces". La singularidad también se dio en la búsqueda de financiación ya que, por primera vez, se sufragó una obra de patrimonio histórico entre el uno por ciento del Fondo Cultural de entonces, la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento que asumió la responsabilidad de la licitación, contratación, dirección de obra y encargo del proyecto.
La rehabilitación de la muralla de El Burgo de Osma se llevó a cabo mediante un remetido de paramento puesto que la Junta de Castilla y León aconsejaba que se diferenciara entre las partes antiguas y las reconstruidas. En la intervención optaron por remeter los nuevos paramentos sobre la línea inicial de la muralla para que con el sol se viera una pequeña sombra en forma de línea que diferenciara el paño antiguo del moderno.
El primer paso de la rehabilitación de las murallas consistió en la consolidación física de los paramentos que se conservan que, según los responsables de la obra eran bastante importantes sobre todo en la zona que da al río Ucero. Además, también se trató de recuperar la imagen que tenía la muralla en el momento de su construcción con almenas y elementos defensivos.
La parte más complicada de la rehabilitación fueron los problemas de cimentación, resultó difícil recalzar la muralla ya que se tuvo que intervenir por debajo puesto que en algunos lugares no había cimientos y en otros eran muy someros y se habían perdido.
La zona rehabilitada a principios de siglo abarcó 130 metros en la zona del río y otros setenta en la calle Poeta Malo de Molina. Con dos metros de ancha, se compone de dos hojas; la hoja exterior se encuentra en buen estado y la interior es regular, entre ellas se encuentra un relleno.
En el mismo verano de 2002, se aprobó un presupuesto de 9.000 euros para el escalonamiento del interior del canal contiguo a la muralla para que pudiera llenarse de agua, una obra que no estaba prevista en el proyecto inicial. El tiempo obligó a secarlo porque, prácticamente desde su creación, estaba lleno de malezas y malas hierbas que afectaban a la imagen del conjunto. La iluminación ornamental vino a completar una obra imponente que incluso llegó a presentarse a los premios Europa Nostra de aquel año.
Esta obra en la muralla ha sido sin duda uno de los proyectos que más han marcado turísticamente a El Burgo de Osma en lo que va de siglo. Ofrece una imagen imponente al llegar hasta la localidad por carretera y un marco único junto a la torre de la catedral y el puente sobre el río Ucero. No solo el turismo ha salido beneficiado con la rehabilitación, los vecinos han ganado una zona de paseo espectacular que conecta con el convento del Carmen y su paseo hasta La Güera por un lado y con las márgenes aguas arriba del puente y la Senda del Ucero por el otro. Un lugar que se completa con una cuidada vegetación que ofrece la mejor cara de cada una de las estaciones en El Burgo de Osma.