El aficionado, el buen aficionado no-madridista, tiene un terrible dilema ante sí cuando habla de Vinícius. Después de cada tesis hay un «pero» que la contraría. A la tesis «es un jugadorazo» le acompaña el «pero no puede comportarse así»; a la tesis «es demasiado polémico» es imposible sustraerle el «pero en días de inspiración merece la pena comprar una entrada solo para verle». El brasileño se mueve en esa dualidad en la que es posible quererle y odiarle a la vez. En el propio Bernabéu se ha instalado una corriente de opinión contraria al muchacho. Esas polémicas vacías, esos gestos innecesarios e incluso esas reprimendas públicas de técnico o compañeros afearon el ambiente: nos quitamos al polemista y fichamos a Mbappé, el eterno objeto de deseo de Florentino Pérez. Pero, ¿mejora a este Vinícius, el futbolista más desequilibrante del planeta? ¿Merece la pena el cambio?
El 'Vini' futbolista tiene menos gol, pero mucho más impacto en los encuentros que Mbappé. Cobra menos. Defiende más. Y es mejor jugador cuanto más exigente es el partido. «Me alegra jugar aquí, vestir esta camiseta, ojalá el 'presi' me deje aquí por mucho tiempo», señaló tras exhibirse ante el Girona. Es consciente de ese 'runrún' de fondo y trata de regatearlo con la misma maestría con la que amaga, dribla y arranca sobre el césped.
Vinícius, encarador eterno y casi siempre ganador, velocista de culo bajo y zancada corta, nos recuerda de vez en cuando lo bonito que es el fútbol que sucede solo con el balón, y no con miradas, muecas y palabras. Si hay que sacrificar algo así para satisfacer una obsesión, para poder decir que el Madrid siempre consigue lo que se propone, o sea, para traer al 'rey Kylian', en días como hoy parece un error grave. Mañana, polémicas mediante, quién sabe.