La Audiencia Provincial de Valladolid ha condenado a un padre a ocho años y medio de cárcel por un delito continuado de abuso sexual sobre su hija, que padece una discapacidad psíquica de un 65 por ciento. Además, también se le ha prohibido acercarse a menos de 500 metros de la víctima y comunicarse con ella durante 18 años y seis meses.
Aunque la víctima conocía que su padre, de 58 años, había sido condenado en varias ocasiones por la comisión de delitos contra la libertad sexual, tal y como se confirmó por parte de los profesionales que la acompañan en su día a día, ella estaba convencida de la inocencia de su progenitor simplemente porque él así se lo manifestaba. Esta situación, según se argumenta, revela la manipulación que el padre ejercía sobre ella.
La víctima, que en la actualidad tiene 34 años, y debido a su discapacidad psíquica fue inhabilitada por sentencia judicial para realizar actos de administración y disposición de bienes y derechos patrimoniales, es tutelada por la Fundación de apoyo a personas con discapacidad (Futudis) y vive en un piso tutelado en Valladolid en compañía de otros usuarios y bajo la supervisión de monitores.
No obstante, durante el tiempo que el padre vivió en libertad mientras se tramitaban distintos procesos judiciales, desde 2015 hasta mayo de 2020, que ingresó en prisión, buscó a su hija para mantener relaciones sexuales completas vía vaginal. En este tiempo, según la sentencia, la insistía a través de videollamadas para que ella participara mientras él se masturbaba, "insistiendo en que eran las normas".
En otras ocasiones se desplazaba hasta Valladolid para verse con ella y la convencía para mantener relaciones bajo la promesa de vivir juntos en un futuro, algo que la víctima anhelaba, o la compra de regalos. Una vez en prisión, el padre le enviaba cartas para pedirle que guardara silencio acerca de lo que pasaba entre ellos y la insistía en que "aquello que hacía con él no lo hiciera con nadie". Además, también la pidió que subiera a la cárcel para mantener un vis a vis.
Como consecuencia de esta situación, la víctima sufre un trastorno depresivo mayor al tratarse de una persona especialmente vulnerable y altamente influenciable que buscaba la aprobación, cariño y afecto, especialmente de sus familiares.
Durante el juicio el acusado reconoció la certeza de los hechos. La denuncia fue puesta por la víctima en compañía de un trabajador de Futudis y un abogado, cuando leyeron las cartas del padre.