Pedro Revilla, su hija Andrea y Adrián Rodrigo son los tres pastores de la Asociación Amigos de la Saca que vigilan y cuidan a los doce novillos protagonistas de las fiestas de San Juan en Valonsadero, tal como decidió la junta directiva de este colectivo «por la disposición de los socios». Se les identifica por el azul y las garrochas para manejar al ganado. Pedro, pastor desde hace tres años, es aficionado a los caballos y participa en la Saca desde 2011 con Curioso y Faraón.Le ha transmitido esta pasión a su hija, de 21 años, que apoya en este festejo a pie, comentan a El Día de Soria desde el Centro de Operaciones de la Saca o picadero, al que llaman Txoko. Allí organiza las reuniones el colectivo, que en mayo y junio intensifica la actividad. «Esto es de todo el mundo, pero estos meses tiene que utilizarlo la asociación. Es algo lógico, porque somos los encargados de la organización de los festejos en Valonsadero», aclara Pedro Revilla.
A los toros cuadrilleros de 2024, de la ganadería de La Cardenilla, de Cáceres, los conocieron hace 20 días cuando miembros de la asociación viajaron con seis parejas de jurados a la finca de José Luis Viejo, en Brihuega (Guadalajara). Allí, los alcaldes de barrio escogieron a 14 (entre la veintena que les enseñaron): los 12 de Valonsadero y los dos sobreros que siguen allí por si hubiera que sustituir a alguno antes de la Saca. La adquisición de los novillos por parte de la asociación y su cuidado se contempla en el convenio que se firma anualmente desde 2019 entre el ayuntamiento y la asociación. «El viernes antes del Desencajonamiento fuimos a afeitarlos, cortarles las puntas de los pitones y embarcarles en los camiones. Cuando llegaron el sábado se dejaron en los corrales todo el día para que la gente los viera y a las diez de la noche los soltamos en Cañada Honda», explican detalladamente.
Sobre los animales, concretan que «son más grandes que el año pasado y, de momento, lo que estamos viendo es que 'ponen cara'. Pero es en el Lavalenguas cuando se comprueba la bravura y si se manejan bien, en el encierro de la mañana y cuando se toreen por la tarde», añaden. En la cañada hay pasto para que coman y en la parte de abajo se han instalado varias tolvas con hierba y el pienso que comían en la ganadería. Según se vacían, los tres pastores las reponen a lo largo del día, porque tienen turnos rotativos de mañana y tarde. En las primeras tomas, cada animal ha comido de media al día en torno a dos kilos o dos y medio de pienso.
palmero, un toro sardo. Tormento (15), Linoso (22), Madrugador (19), Palmero (17), Cañi (14), Rabono (6), Empalagoso (12), Barcarroto (5), Igualado (16), Marinoro (8), Fogosito (23) e Igualado (13) tienen de dos a tres años y pesan de 400 a 435 kilos. Aunque es frecuente que para la Saca pierdan porque tienen menos apetito por el estrés de los festejos previos. Diez de ellos son negros (uno con la cola blanca), uno rojo y otro sardo (negro, blanco y rojo), el que se llama Palmero. «Es el primero que eligieron todos los jurados y el que seguramente elegirán primero en el sorteo», explica Pedro añadiendo que, precisamente, tuvo un percance con él en la ganadería ya que «se arrancó cuando los enseñábamos».
La labor de los pastores es comprobar que la tolva tiene alimento y que los novillos están en condiciones, sin cojeras, calambres, afecciones estomacales... (son revisados por los veterinarios oficiales). Además, están pendientes «de que la gente no los moleste». Recuerdan que el año pasado hubo un altercado cuando varios jóvenes de Guadalajara «torearon a los novillos» antes del encierro del Lavalenguas, a las seis de la mañana. Los Amigos de la Saca tuvieron que avisar a la Guardia Civil para que no se perjudicaran al desarrollo del festejo. «A los animales hay que respetarlos porque, si no, nos cargamos las fiestas», denuncia Pedro haciendo un llamamiento a los sanjuaneros.
Cuando nos acercamos a los corrales con los pastores, vemos que en la tapia hay varios grupos contemplando a los novillos, también familias con niños pequeños. Están tranquilos pero se mueven cuando los ven llegar y oyen voces. Después, unos regresan a la sombra para tumbarse o pastar y otros van a beber agua. «Están hermanados y van juntos, por ahora no hay ningún problema», apunta Pedro. Si hubiera que sustutuir a alguno para la Saca, supone un problema mayor porque «los que se han cambiado no han llegado nunca a la plaza. Salen más fuertes y más bravos, no se han desgastado. Derrota más que avanzar». En el trayecto, comentan, «cuando los novillos pisan asfalto, les cuesta más avanzar porque afecta a las pezuñas»..
Para padre e hija, ambos pastores y de la peña 'Los que faltaban', la Saca es el día grande de San Juan, cuando todos los miembros de la asociación (ahora unos 60) se coordinan entre ellos, el director de campo y las autoridades, como el alcalde, Carlos Martínez, para que llegue el mayor número de novillos a la plaza y no se produzca ningún percance. Pedro, con experiencia también en encierros de Valladolid y Guadalajara, se afana ese día en «manejar vacas y recoger novillos para llevarlos hacia la plaza». Nos muestra varias imágenes para el recuerdo. Y, ni se les pasa por la cabeza que la Saca pueda desaparecer algún día, «cuando a las doce por esa puerta no salgan toros, no será la Saca».
Los caballistas de Amigos de la Saca cuentan con el apoyo de jinetes de fuera (desde la zona del Hotel Valonsadero), algo que ahora está «más regulado y restringido». En el trayecto colabora el Escuadrón de Caballería de Valdemoro y, para velar por la seguridad, efectivos de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
En las últimas semanas han realizado ensayos para los encierros y la Saca, con caballistas y 20 vacas berrendas de Raúl González, presidente de la asociación. Han hecho el recorrido de la parte de abajo de los corrales de Cañada Honda a la de arriba. Los encierros cada vez cuentan con más público, también el del Miércoles del Pregón, con un millar de personas. En el primer participarán 30 caballos y 15 socios a pie. El novillo que se resista, se trasladará en camión hasta los corrales.