Los tiempos de necesidad agudizan el ingenio y, en el caso concreto del fútbol de élite, obligan a improvisar 'planes B' con los que no se contaba a priori. Probablemente la crisis económica que atraviesa el Barça haya empujado hacia el primer nivel a futbolistas como Gavi, Lamine Yamal, Fermín o Cubarsí… pero hay una máxima incuestionable: nadie en la historia superó jamás el coraje, la entrega y el amor a un escudo que tiene un canterano. Los tiempos de necesidad, efectivamente, han propiciado que el bloque catalán recupere por fin su sitio entre los elegidos de Europa.
Porque el conjunto azulgrana regresó cuatro años después a cuartos de final de la Liga de Campeones gracias a un partido en el que los canteranos le dieron sentido a prácticamente todo. Fermín, anotando el gol que abrió la lata. Lamine Yamal, durante media primera hora espectacular. Sergi Roberto en una recta final que exigía exactamente lo que hizo. Y Pau Cubarsí durante todo el enfrentamiento.
Debut especial
No le dieron el 'MVP' del choque por cualquier cosa. De entrada, nada más pisar el césped, ya se convirtió en el defensa debutante titular más joven en la historia de la competición con 17 años y 50 días, superando el récord que poseía David Alaba (17 y 258) desde marzo de 2010. Los números oficiales avalan un estreno prodigioso: participó en 80 acciones, 73 de ellas positivas. Acertó 63 de 67 pases (algunos de ellos, decisivos para superar la presión sobre la salida de balón del Nápoles -13 de 16 en largo-) y ganó los seis duelos que disputó, un 100 por 100 espectacular teniendo en cuenta que su 'pareja de baile' durante casi todo el partido fue Victor Osimhen, uno de los 'nueves' más difíciles de marcar del planeta.
El nigeriano huyó del cuerpo a cuerpo directo con Araújo -excepto en los duelos aéreos- pensando que podría con el 'niño', pero Cubarsí le ganó todas las partidas. Además, solo cometió una falta, recuperó siete balones y salió del campo con una sonrisa enorme y justificada: «Ha sido uno de los mejores días de mi vida». La solidez defensiva del Barça, que ha encajado solo un gol -el de Rrahmani el pasado martes- en los cuatro últimos partidos tiene que ver con la recolocación de Christensen por delante de la defensa, pero también con la consolidación de un chaval de 17 años recién cumplidos en uno de los puestos de más responsabilidad histórica en el equipo.
Los resortes
Durante media hora espectacular, de las mejores de la temporada, el Barcelona arrolló al Nápoles. Y buena parte de la culpa estuvo en la actuación de Fermín López y Lamine Yamal de mediocampo en adelante. El andaluz tiene un instinto innato para moverse en la mediapunta y llegar liberado a zonas de peligro. Fue un quebradero de cabeza para el sistema de medios de Calzona (Traoré-Lobotka-Anguissa), fue el que más disparó de los suyos (cuatro veces) y anotó el primer gol. Fue sustituido a la hora de partido y recibió una más que merecida ovación.
Lamine Yamal terminó fundido después de su primera gran exhibición en Europa, en la que destrozó a Mario Rui una y otra vez. Su uno contra uno se afianza como uno de los mejores del continente (completó siete de ocho regates), inició el contragolpe del 2-0... y una estadística que suele pasar desapercibida en sus encuentros: recuperó cuatro pelotas, siendo el azulgrana con más faltas cometidas (tres, con una amarilla recibida).
El tapado
El capitán saltó al campo en sustitución de Fermín… y todo lo hizo bien. Apoyó en la destrucción a un Oriol Romeu superado por el ritmo del partido y en la construcción a Gündogan. Estuvo agresivo en la recuperación (cuatro balones en apenas media hora de juego) y fue determinante en ese minuto 83 en que el Barcelona certificó su regreso a cuartos de final: fabricó la jugada de la noche junto al alemán y cedió el balón para un nuevo gol de Lewandowski. La forma en la que el '20' festejó el tanto era de noche grande: él, autor del mítico sexto tanto sobre el PSG, sabía perfectamente el significado de ese momento.