Feijóo aterrizó el viernes en Galicia blandiendo la amnistía cual arma de destrucción letal. Tras la experiencia de las generales de julio, el PP ya no se fía de las encuestas y teme que una mayoría insuficiente acabe permitiendo un pacto BNG y PSG que les eche del poder.
Su candidato, Alfonso Rueda, un hombre tranquilo, le ha pedido apoyo, pero su campaña se centra mucho más en lo autonómico que en las peleas de Madrid. Incluso defiende la "paz" gallega frente a la crispación política de la capital. Es más, estudios sociológicos parecen demostrar que a los gallegos el tema de la amnistía no es lo que lo que más les preocupa.
La crisis de los pélets sometió a un duro escrutinio al gobierno autonómico y Alfonso Rueda no salió muy bien parado. Demasiado lenta la reacción, infravalorar la preocupación de los gallegos por su litoral (escaldados tras la gravísima crisis del Prestige), distraerse culpando a Madrid mientras los vecinos, cubos en mano, se echaban a las playas a recoger plásticos.
Por otro lado, la candidata del BNG, Ana Pontón, centrada en la tierra, próxima y hablando del problema real de la despoblación de la Galicia rural y el reto demográfico, asusta a Génova y a la dirección popular.
En cuanto al PSOE, bastante tiene con sus líos con Junts y la amnistía para dar la batalla en una autonomía que hace muchos años que se les resiste. Tampoco Pedro Sánchez, con sus continuas visitas, va a aportar entusiasmo en sus votantes. Mas valdría dejar a su aire al candidato que trasladar a los mítines el griterío del Congreso de los Diputados.
Qué decir de Podemos... Belarra y Montero, dueñas y señoras de las siglas y volcadas en los próximos comicios europeos, no asustan a Alfonso Rueda ni a Sumar, que todavía puede quedarse sin escaño para oprobio de Yolanda Diaz, gallega de pro.
Pero el que saldría peor parado de una derrota electoral el 18 de febrero es sin duda Núñez Feijóo. Sin haberse consolidado, todavía, en Madrid. Con una oposición dura pero poco eficaz en lograr ningún pacto; con propuestas poco meditadas que tienen que ser retiradas a los pocos días y rodeado de un nuevo equipo con excesiva agresividad verbal, no despega en valoración de la ciudadanía. Tampoco resulta muy prudente el aparecer rodeado de dos expresidentes como Aznar y Rajoy. El primero porque tres de sus exministros van a comparecer en unas semanas ante la Justicia por temas de corrupción: Rodrigo Rato, Álvarez-Cascos y Eduardo Zaplana. Y Rajoy por la Operación Cataluña y, otra vez, el comisario Villarejo.
Hasta ahora, el PP contaba con una holgada mayoría de 42 escaños. Si no alcanza los treinta y ocho, y la suma de la izquierda se hace con la Xunta, no solo Rueda tendrá un problema, Feijóo lo va a tener muy difícil en Génova.