#OPINIÓN Peña y Rey o la precipitación

Silvano Andrés de la Morena
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Silvano Andrés de la Morena da su opinión sobre las palabras de Esther Peña en torno a la fiscalidad diferenciada y el concierto catalán

Toda exageración lleva a la insignificancia. Por lo general, hay exageraciones fruto de la precipitación, de los intereses, en este caso partidistas, de la inconsciencia intelectual o, incluso, de la irresponsabilidad práctica. Por eso, se producen insignificancias que arrasan con todo lo que debería ser sólido. Comparar, política, partidista y gubernamentalmente, el hipotético futuro sistema de financiación de un territorio español, en este caso lo que dan en llamar el "cupo" de Cataluña, con los parches que se pueden poner a zonas sin capacidad de decisión, como las despobladas cual Laponia (Soria, Teruel o Cuenca) es un desatino conceptual y existencial. Que, además, lo haga la portavoz del partido gobernante, con la aquiescencia del poder, porque no la desmienten, no tiene premisa que lo defina. Esther Peña, no solo se dejó arrebatar verbalmente por la frivolidad sino que, siendo burgalesa y conociendo esta tierra desde su nacimiento, o le pudo la presión que le rodea o no supo lo que decía. Pero le repitieron. Por ejemplo, el señor Rey, cuando el alcalde de Soria, había negado estar de acuerdo con el pacto de financiación firmado entre PSOE y ERC. Hace un mes, el señor Martínez Mínguez sostenía: "No aprobaría un cupo para ninguno de los territorios, tampoco los existentes, el Estado debe garantizar la igualdad de oportunidades, y por tanto, como la fiscalidad no se paga por territorios sino que la pagamos las personas, los derechos de ciudadanía tienen que repercutirse independientemente de donde se resida o sea el lugar de nacimiento. Ésa es la política fiscal progresista, de izquierdas, que hemos defendido siempre en el PSOE".

¿Son comparables las ayudas a territorios moribundos con un nuevo modelo de financiación de una de las comunidades autónomas más potente? Modelo, por cierto, fruto de un pacto en el que el PSOE buscaba garantizarse en el poder central y tomar el autonómico tras las elecciones catalanas. Nada contra los pactos, por supuesto, pues son una práctica común en el mundo democrático. Pero que no se apoyen en lo injustificable y menos con premisas que hasta hace cuatro días rechazaban. Menos aún con argumentos en los que entren Soria, Teruel y Cuenca, cuyo poder de decisión es cero. Y que no se explique desde Soria con juegos lingüísticos graciosos, como "Ceña, ya", pues la ironía ha de ir de la mano de la verdad y del mejor de los objetivos. Pero es que el partidismo, practicado por todos, por desgracia, es una rémora que solo hace que confundir, apuntalar el poder y despistar a los ciudadanos.

Shakespeare dixit, en Hamlet: "Something is rotten in the state of Denmark".

¿Qué tienen que ver ayudas coyunturales a zonas en situación precaria con un modelo de financiación que se pacta por razones coyunturales partidistas con una comunidad autónoma muy desarrollada? ¿De verdad que la señora Peña y el señor Rey se creen lo que dicen? ¿De verdad que la limosna pasajera para Soria, Cuenca y Teruel se puede comparar con el nuevo modelo pactado con la Generalitat? Hasta el consejero de Hacienda, socialista, de Castilla-La Mancha, Ruiz Molina, ha dicho con claridad absoluta que "hay que pedir a este debate mayor seriedad. Decir que Soria, Teruel y Cuenca tienen un sistema singular de financiación es, desde luego, insultar no solamente a esas tres provincias sino a todos aquellos que estamos peleando por tener un sistema de financiación que permita la igualdad de los ciudadanos".

En definitiva, usar de coartada estas tres provincias para justificar el concierto hipotético futuro de Cataluña carece de sentido para todos los implicados, incluso para la parte catalana que, a buen seguro, sabrá buscar mejores argumentos. Sería noble que la señora Peña y el señor Rey rectificaran y buscasen otra premisa para apoyar el futuro modelo de financiación, catalán o español en general. Pero sin subterfugios precipitados semánticos.