Arturo Pérez Reverte (Cartagena, 1951) vuelve a la carga con una nueva novela de intriga, amor, lealtad y espías o, como él los llama, de corsarios modernos. Una historia ambientada en la Guerra Civil española, pero lejos de casa, en las islas del Egeo, en Grecia, donde la aventura, el mar, la vida y la muerte se vuelven a entrelazar para crear un relato extremo sobre las pasiones humanas.
La isla de la Mujer Dormida, que ayer sacó a la venta Alfaguara, es un duro relato de guerra, pero también es la historia de tres personas que persiguen superar las heridas que arrastran del pasado. Una narración donde salen a la luz asuntos esenciales, como la amistad, el amor, el peligro y la supervivencia.
«Este libro me aseguraba un año y medio de placer y de viajes. Y me hacía mucha ilusión. El Egeo y la historia de los barcos que ayudaban a la República me brindaban la oportunidad de ser feliz con esta novela», asegura el autor mientras posa en uno de esos rincones de las islas Cícladas occidentales helenas.
Todo transcurre en la contienda española, en abril de 1937, cuando el marino mercante Miguel Jordán Kyriazis es enviado por el bando sublevado al mar Egeo para atacar de modo clandestino el tráfico naval que, desde la Unión Soviética, suministra ayuda militar a la República. En la base de operaciones, una pequeña isla griega, la vida del corsario español se cruzará en un turbio triángulo con la de los propietarios, el barón Katelios y su esposa: una seductora mujer madura que busca, con fría desesperación, el modo de escapar a su destino.
Miguel Jordán es el gran protagonista, cuya vida cambia por completo el 18 de julio de 1936. Piloto de la Marina mercante, con esposa e hijo, el levantamiento lo sorprende en El Ferrol y, sin él preverlo, lo conduce, por méritos de servicio, a una misión que nunca hubiera imaginado.
«Es un marino profesional, convencional, como tantos otros. No quería un militar, ni un profesional, ni alguien con ideología. Quería una persona a la que la vida ha situado ahí, con todas sus virtudes y carencias. Este personaje me da más juego, porque la guerra, en su caso, es un accidente», afirma el autor del protagonista de su libro.
Los otros dos personajes son Lena y Pantelis Katelios. Ella busca una felicidad imposible; él persigue un amor marchitado hace tiempo. Se trata de un matrimonio crepuscular y dos vértices de una relación triangular que tiene a Miguel en el último extremo.
Con Lena, Reverte vuelve a refugiarse en la historia y el saber de una mujer adulta. «Hay muy pocas mujeres jóvenes que me interesen literariamente, me atraen más las que poseen ya una vida detrás que les da densidad. Son mujeres que arrastran estragos y daños producidos por la vida», argumenta.
El Mediterráneo de fondo
Grecia, el Líbano o Turquía. Como marca la mejor tradición del género de espías, la acción de esta novela se reparte por distintas ciudades, escenarios y geografías: Beirut, Atenas, Syros o Estambul. La isla de la Mujer Dormida, que discurre en gran parte en Gynaíka, una aislada porción de tierra a poniente de Andros y Tinos, es también el relato de una sutil amistad entre dos espías y del juego de lealtades y de desconfianzas que comparten.
«La historia parte de un hecho real, el tráfico de mercancías y ayuda militar desde la URSS a España. Pasaba por el Egeo y era atacado, primero, por barcos italianos y, luego, por nacionales. También había servicios de información en Turquía. Pero en ese marco histórico se desarrolla en la novela una acción ficticia: me invento una isla, una misión, una tripulación y lo que hacen esos hombres», concluye.