Los papagayos se han comido las imágenes. No hay otra explicación pues parece que no hay manera de encontrar en los archivos de televisión aquellas imágenes de aquellos días y noches con Barcelona en llamas, el Aeropuerto asaltado, las estaciones de tren ocupadas y paralizadas, las vías férreas saboteadas, los CDR preparando bombas y las Fuerzas de Seguridad atacadas con saña y sufriendo bajas, algunas con secuelas de por vida.
Las vimos todos, pero han desaparecido misteriosamente y tan solo alguna vez y por algunos sitios asoman. Pero no son para nada ese telón de fondo, como debieran serlo y lo son en otros casos y hasta la extenuación, cuando los papagayos mediáticos se dedican a sermonear sobre ello. Porque desmontarían de golpe su griterío y su tinglado. Porque esas imágenes son los hechos, las evidencias de lo que tratan y las pruebas de lo que pretenden esconder y ocultar.
Aquello fue coacción, imposición, ataque a la libertad y a los derechos esenciales de toda la población. Y aquello además estuvo y se pregonó, orquestado, organizado y dirigido, para intentar reventar el Orden Constitucional, o sea la Ley y suplantarla por la intimidación y la imposición violentas. Aquello está grabado, aquello está en todos los archivos. Aquello es lo que no quieren que veamos. Aquello es lo que nos quieren hacer olvidar.
Esa es la mayor tergiversación de nuestro reciente pasado que estamos sufriendo, este es el indigno papel que muchos medios de comunicación están haciendo, esa es la sectaria imposición de una mentira a base de propaganda y esconder y eliminar las pruebas de la verdad. Es lo que nos quieren ocultar para hacernos tragar que todo aquello fue fruto de nuestra imaginación, que los maderos sobre las vías eran palitos de chupa-chups para endulzar aún más su pacífica y amorosa acción.
Tal tipo de terrorismo no es nuevo sino que está desde hace tiempo muy testado y tipificado. En el País Vasco lo perpetraron los ahora socios dilectos de nuestro gobierno y le llamaban kale borroka. Y que fue llevada al paroxismo en Cataluña y durante aquellos días perpetrada con la mayor de las furias. Para ella y ellos exigen, y están a punto de conseguir, la más total y absoluta impunidad.
Impunidad que alcance a todos y a todos los delitos, desde preparar explosivos, hacer sabotajes hasta saquear dineros públicos o comercios al pasar (que también se dio y pudimos ver) y no solo eso y por aquellos días sino desde siempre, desde que una de las "collas" más poderosas y mejor organizadas para el trinque se apellidaba Pujol. Ahora esa impunidad no solo quiere consagrarse legalmente sino que los culpables no solo no tengan que pagar por ella sino que sean enaltecidos como víctimas y a quienes en verdad lo fueron, escarnecidos y tratados como criminales.
Eso es la amnistía que el prófugo Puigdemont le está dictando a Sánchez y este sumiso lo que "negocia" es "¿dónde hay que firmar?".
Sería muy ilustrativa sobre la "conversión" del personaje que pudiéramos ver unas imágenes que los loros también habrán hecho desaparecer en sus buches y que no habrá manera de encontrar. ¿Se acuerdan de aquel día que Sánchez se fue a visitar a los policías heridos, entre ellos aquel que vimos desplomarse y por cuya vida se temió tiempo y que ha quedado para siempre marcada por aquella agresión? ¿Qué les diría hoy? ¿Qué lo que pasa es que para que él pueda seguir en Moncloa quien manda en España es Puigdemont?
Él no dirá nada. De montar la escandalera de gritos para tapar aquella memoria de lo que sucedió ya se encargaran sus bandadas de papagayos multicolores que lo saben hacer muy bien y a quienes el alpiste no les va a faltar.