Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


El barrizal

25/03/2024

Fácilmente imaginarán que utilizo ese sustantivo para aplicarlo al clima en que se viene desenvolviendo la política desde hace un tiempo y que, lejos de disminuir en intensidad, se incrementa cada día, en cada sesión parlamentaria, en cada rueda de prensa, en cada entrevista, en cada acto político. Y ya no es sólo la agresividad verbal que acompaña cualquier discurso; es la pérdida absoluta de las formas mínimas del comportamiento en la relación entre responsables públicos, con independencia de las ideas que defiende cada uno, si es que las tiene y las defiende, y que, de momento, es lo menos importante en el debate político al que asistimos cada día.

Jamás conocí un estilo y una forma de hacer política como la que se practica. Y lo peor es que parece no tener límite, si la única estrategia conocida es la del "y tú más" ejecutada con todo estruendo por todas las partes. Nadie se detiene ante nada, buscando de inmediato la implicación circular del entorno personal y familiar del adversario de referencia. Da igual que haya materia de ilegalidad o no, porque lo importante es que parezca que la hay, y no basta que un asunto esté sujeto a la investigación de los tribunales, que es donde debe situarse la ilegalidad, porque parece que eso no amplifica lo suficiente. Se olvida, además, que el "y tú más" tiene como presupuesto lógico el "yo también", porque cuando se busca desplazar hacia el otro una acusación superior a la que tú recibes (esa es la clave del "y tú más"), lo que estás haciendo es reconocer implícitamente que "tú también, pero menos".

No es de extrañar que la desafección hacia la política esté otra vez alcanzando en los indicadores de la opinión pública niveles extremos. Lo vemos a diario: mucha gente de buena fe, que considera simplemente que la política debe servir para contraponer ideas y proyectos civilizadamente, discutiendo en lo que corresponda y acordando en lo que proceda, está verdaderamente preocupada y tiende a no distinguir de superioridades morales de unos o de otros, porque a todos les percibe iguales o parecidos. Y muchos de los que tuvimos actividad política en otros momentos, en otro ambiente y con otras formas, además de sentir preocupación, de vez en cuando también sentimos vergüenza.

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