Como era previsible la sesión de control al Gobierno de las semanas que toca, transcurrió como se esperaba: todo muy previsible, sin ninguna argumentación que no estuviera anunciada, un nuevo episodio de enfrentamiento estéril por todas las partes, incluso para dar la razón al diputado del Grupo Mixto, José Luis Ábalos, de que su defenestración no iba a suponer que el PP dejara de tirar por elevación para hacer del "caso Koldo" el "caso Sánchez". O sea, mucho ruido del habitual salpicado de algunas hipérboles que no responden a la realidad, ni temporal ni judicialmente, pero todo vale.
Entre tanto, en la Audiencia Nacional, donde el juzgado central de Instrucción, a cargo del juez Ismael Moreno, instruye el "caso Koldo", en el que están siendo investigados, empresarios, comisionistas y conseguidores, prestaba declaración el empresario Juan Carlos Cueto, a quien la Fiscalía Anticorrupción atribuye el "control real" de Soluciones de Gestión SL, la empresa que se encuentra en el ojo del huracán por el asunto de las mascarillas y que ha quedado en libertad. Es al juez al que le corresponde ahora apretar, realizar las diligencias que crea oportuna, solicitar los informes precisos a todas las partes concernidas para aclarar cuanto antes todo lo ocurrido, sin contar, evidentemente, con la colaboración de los implicados.
La vertiente política del caso Koldo ya se sabe lo que va a dar de sí, si paralelamente no hay nuevas revelaciones judiciales que salpiquen al exministro de Transportes, José Luis Ábalos, o se aportan pruebas contundentes de que en la gestión de la compra y transporte de las mascarillas se realizaron actuaciones ilegales o irregulares con nombres y apellidos de las que puedan seguirse responsabilidades políticas. El líder del PP, ha pedido a Pedro Sánchez que no ponga en marcha el ventilador, aunque se haya excedido al afirmar algo que no está en autos, que el juez está investigando al PSOE y al Gobierno de Sánchez, o que trate de situar el inicio de la trama con el conseguidor Koldo García en momentos anteriores a que el jefe del Ejecutivo llegara a La Moncloa y cuando nadie esperaba que surgiera una pandemia. En efecto, la defensa de Sánchez ha sido la del ventilador y airear la corrupción del PP y la dependencia del liderazgo de Feijóo de llevarse bien con la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, y de no hablar del binomio hermano-mascarillas.
Luego está el factor humano, al que se acoge José Luis Ábalos, de quien resulta sorprendente que se extrañe de que se le hayan exigido responsabilidades políticas que constituyen el cortafuegos levantado por su partido para minimizar el caso de corrupción, aunque pueda entenderse su reacción como político que se considera inocente en una trama de corrupción. A pesar de que su actitud puede dejarle fuera del PSOE y que se haya interpretado como un desafío al poder omnímodo de Pedro Sánchez, su presencia en el Congreso -para defenderse políticamente- y su defenestración del PSOE afectará a la estrategia del PP, porque pasar del "caso Koldo" al "caso Sánchez" sin el escalón intermedio del "caso Ábalos" supone un salto más difícil de dar. Además de no hacer caso a Borja Sémper y "tirar de la manta" Ábalos ha decidido mantener la disciplina de voto con el Grupo Socialista con lo que tampoco menoscaba la frágil mayoría parlamentaria del Gobierno.