Una GR-11 que tiene nombre propio

Jimena Barrios
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Daniel Izquierdo llega a Soria tras realizar más de 300 kilómetros por las cimas del Pirineo aragonés

El deportista ha coronado las cimas más destacadas del Pirineo aragonés - Foto: Eugenio Gutiérrez

La Ruta Transpirenaica, también conocida como GR11, es la frontera natural que delimita los territorios de España, Francia y Andorra. Un cinturón geológico donde la altura, el relieve y las condiciones meteorológicas son todo un reclamo para los amantes de la montaña. En ese espacio natural se encuentra el tramo aragonés. El agredeño Daniel Izquierdo ha realizado esta ruta, realizando 15 etapas propias, sumando 330 kilómetros de recorrido y con un desnivel acumulado de más de 36.800 metros. «Este proyecto surge de una idea personal», asegura el deportista. «Día a día iba marcando por dónde quería ir. Iba tachando diferentes cimas que para mí tenían una importancia personal o sentimental»

 

El momento ideal para realizar un recorrido de estas características es en verano. En la época estival actual, las lluvias, las nevadas y las fuertes rachas de viento son un condicionante. «El primer día fue casi el peor. Estuve 11 horas en movimiento mientras llovía. Si esto me llega a pasar al final hubiera costado más, pero estaba muy motivado». A su vez, tuvo que pasar dos días en un refugio debido al mal tiempo. «Era peligroso salir a la montaña porque había tormenta eléctrica»

 

La nutrición es un pilar fundamental. Debido a la gran demanda energética que supone un ejercicio físico como este, hay que tener claros los períodos alimenticios. «Sobre todo me centraba en desayunar y cenar bien y mucha cantidad. En ruta, como no eran ritmos rápidos, sí que se podía estar mucho tiempo sin comer», analiza. La recuperación muscular es otro de los factores clave. «Es un esfuerzo tan largo y exigente que no te llegas a recuperar completamente», reconoce Izquierdo. «Muscularmente, el desnivel acumulado era lo que más me desgastaba. Bajar demasiado desnivel era lo que me fatigaba».

 

En total, después de llegar a cimas como el Monte Perdido, el Bachimaña o el Aneto, el pico más altos de todo el Pirineo, el contador de Daniel marcaba 99 horas y 25 minutos de actividad. «Más del 60% de esas horas han sido en solitario. Me ha dado una visión retrospectiva de mí mismo, y de si realmente gustaba esto o no», señala. Y, lejos de desencantarse, ya planea nuevas rutas. «Estando aún en el recorrido, ya estaba pensando en muchas cosas para el año que viene y para este invierno», asegura con una sonrisa. Aunque, tras esta aventura, ahora toca sentarse y descansar.