Está acorralado, desprestigiado, imposibilitado de sacar adelante la ley más importante para un gobernante, los presupuestos. Sobrevive en las encuestas porque los partidos de extrema izquierda que incorporó a su gobierno han resultado patéticos, faltos de propuestas solventes y de dirigentes de peso. Un trampantojo, como advertían los que conocían su mediocre historial y su vanidad exacerbada. Un porcentaje alto de los votantes de Sumar y Podemos, desencantados, se inclinan ahora por el PSOE porque siguen convencidos de que Feijóo se echaría en mano de la extrema derecha. No es cierto, pero además demonizar a los ultraderechistas y considerar gente de fiar a la ultraizquierda es cosa de progres de medio pelo que saben poco de política y nada de historia. Y ya va siendo hora de que dejen de repetir slogans que demuestran su ignorancia.
Acorralado, desprestigiado, atado de pies y manos para legislar, chantajeado por partidos que nunca serían nada sin un Sánchez que cede de forma innoble a esos chantajes, no cabe hacerse ilusiones sobre su futuro. Se mantendrá. Tiene mucho que perder si no consigue continuar como presidente, pero además -como dice Ayuso- ha adoptado el modelo Maduro, un dictador de libro que aguanta lo que le echen utilizando métodos impropios de las democracias. En el caso del venezolano, entre otras atrocidades, no aceptar el resultado de las urnas. En el de Pedro Sánchez, recurrir al engaño sistemático y a la mentira, para seguir en el gobierno, comprando el apoyo de partidos a precio muy caro. Repugnantemente caro. Sánchez debe pensar que si Maduro aguanta, él es capaz de aguantar también.
Va a ser difícil desalojarlo, porque un hombre falto de moralidad gana siempre. El que sí tiene principios, nunca llegará tan lejos como el que carece de ellos.
Lo que sorprende y duele a la vez, es que personas de trayectoria intachable, en algunos casos ejemplar, que forman parte de su equipo más próximo, hayan caído en sus redes y aceptado sin pestañear, sin un mal gesto, decisiones que jamás habrían defendido antes de entrar en el círculo del sanchismo. En unos casos las razones son económicas, o de ansias de poder, que no siempre están en el mismo plano. En otros, la única explicación es que han sido subyugados, abducidos, por un hombre con una enorme capacidad de seducción.
Es decepcionando ver a hombres y mujeres de relevante biografía profesional y personal, repetir argumentarios que preparan sanchistas sin más mérito que fidelidad perruna a quien todo deben. Patético que los primeros, los que sí tienen -o tenían- cabeza bien plantada, hagan suyas las frases de apoyo el líder en las que, ante la imposibilidad de defensa porque no la tiene, recurren al ataque implacable y la descalificación personal al adversario.
El sanchismo ha contaminado a personas de trayectoria admirable. Si Sánchez ha sido capaz de que acepten lo inaceptable ¿Cómo pensar que no utilizará todas sus malas artes para aguantar lo que haga falta?