Castilla y León, tierra de historia, y por ende, ejemplo de multiculturalidad. Tierra donde confluyen algunas de las religiones mayoritarias, como son el cristianismo, protestantismo, judaísmo e islamismo, y que apelan a la "convergencia", "respeto" y "colaboración" entre ellas mismas y con las administraciones españolas para evitar e impedir delitos de odio, los cuales están recogidos en la Constitución Española en cuanto a la libertad religiosa se refiere.
Las Cortes acogieron esta tarde la mesa redonda 'La visión de la libertad religiosa desde las diferentes confesiones', en la que participaron el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello; la directora del Servicio Jurídico de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España, Clara Pérez; Moshé Bendahan, rabino principal de la Comunidad Judía de Madrid, y el secretario de la Comisión Islámica de España, Mohamed Ajana.
"Los sistemas económicos tienden a una configuración antropológica y los políticos le siguen. En Occidente se vive esto como una problemática", apunta Argüello, quien añade que "lo religioso que habita en el hondón más profundo termina siendo la piedra de toque de la libertad".
Reivindica el derecho de los ciudadanos a querer "orar en la calle" por la "unidad de España" o ante clínicas donde se práctica el aborto, "con buenos frutos de personas que han dado marcha atrás". Si bien entiende que "a veces" se mezcla con la política, que "busca un atajo".
En general, sostiene, la libertad religiosa lleva a un "fundamentalismo democrático", de Gustavo Bueno, "un materialista que en una época enarboló ciertas ideas ateas"; y ensalza el artículo 16 de la Constitución, que menciona a la Iglesia Católica, pero "antes dice que los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias de la sociedad española". "Afirmar el protagonismo de la sociedad es de vital importancia. Si no es así, el Estado corre grave riesgo", afirma el arzobispo.
Moderada por el director de la Agencia Ical, Luis Miguel Torres, la mesa contó con Clara Pérez, quien considera que la sociedad actual "enfrenta grandes retos y en muchos casos los políticos". "Seguimos siendo un culto extraño, incluso nos califican de evangelistas, cuando lo correcto es evangélicos o protestantes. Aunque somos conscientes de que somos una religión minoritaria, consideramos que a los poderes públicos les corresponde una tarea de dar visibilidad al pueblo evangélico en España y no se reconoce la labor que realiza en el país, que en muchas ocasiones pasa desapercibida", asevera Pérez, quien enumera entre ellas la ayuda contra la trata, el reparto de alimentos y ropa y el respaldo para frenar la drogodependencia.
Pérez critica que la libertad religiosa "lleva muy poco con nosotros", un tiempo que cifró en "poco más de 60 años" desde 1492 hasta 2023. "Desde el siglo XVI hemos sufrido persecución e intolerancia, y de eso trata 'El Hereje' de Delibes", detalla.
Discriminación
Recuerda que en 1992 se firmaron los acuerdos de cooperación entre el Estado y las diferentes religiones, que están "sobre el papel pero no el ejercicio de la misma". "No ha calado mucho en la sociedad y vemos como frecuentemente nuestras comunidades sufren discriminación por parte de los poderes públicos. Para la sociedad seguimos siendo diferentes, no les preocupa mucho nuestra presencia, pero los poderes públicos son los que más veces ponen los obstáculos para que sea posible", remarca Pérez, quien asegura que "hoy se puede seguir hablando de herejes sobre los pastores evangélicos que siguen sin tener reconocida la jubilación".
También afea que esta religión "sufre en sus lugares de culto", porque en cuestiones urbanísticas "piden requisitos exagerados para abrir un local, lo mismo que una discoteca, lo que impide abrir espacios". "Esto es muy grave porque no pueden acceder a un lugar adecuado y es casi lo mismo que no establecerse en una ciudad", reprocha, como sucedió recientemente en Lorca (Murcia). "Encontramos poca voluntad política y por conocer las particularidades y derechos", carga.
Argüello respondió a esta afirmación en que en España hay un "problema" con la aplicación de la Ley de Libertad Religiosa en las comunidades autónomas y las entidades locales, ya que es de 1980 y las administraciones más pequeñas "no han hecho suya esa regulación".
El rabino Moshé Bendahan incide en que la libertad religiosa es una "ramificación del concepto de la libertad" y "lo importante no es la libertad religiosa, sino ganar el concepto de la libertad, porque estará todo englobado, lo cordial, lo bondadoso, porque se estará yendo a la raíz".
Al respecto, cree necesario "reeducar" para que no se repita el inicio del Génesis, cuando el hombre "se rebeló contra Dios, primero", en el capítulo del Jardín del Edén, y luego, "el hombre contra el hombre", con la muerte de por medio entre los hermanos Caín y Abel. "Para evitar matar a otro hay que controlar los sentimientos negativos", señala, antes de declarar que el "laicismo forma parte de la libertad" y que el "gran problema del hombre es que es capaz de justificar todo, incluso la mayor atrocidad".
El secretario de la Comisión Islámica de España, Mohamed Ajana, cree que España "tiene uno de los mejores marcos jurídicos en cuanto a libertad religiosa", algo que sobre el papel "es una maravilla, pero su ejecución sobre el terreno no es fácil", algo en lo que coincide con los protestantes, dado que el ciudadano musulmán que "quiere construir una mezquita y un cementerio tiene que negociar con un ayuntamiento y una comunidad" y "algunos no entienden la trascendencia social de España", que tiene al menos dos generaciones que "no están contaminados por el discurso anticlerical anterior a 1975". "Nosotros no queremos judicializarlo, pero a veces no queda más remedio. Es un dilema que sufre la sociedad. No es que estemos protestando, sino que reclamamos un derecho que está recogido en la ley", sentencia.
Moshé Bendahan retoma la palabra en la mesa redonda para recordar que el 70 por ciento de la sociedad es "indiferente" a la religión, un 15 por ciento, "intolerante" y otro 15, "tolerante".
Libertad de expresión
El rabino asegura que el "valor supremo es la dignidad del ser humano, que está por encima de la libertad", con lo que resume que la libertad de expresión, "en muchas ocasiones, va en contra del ser humano, porque puede destruir a esa persona". Mohamed Ajana va más allá y duda entre "libertad de expresión o de agresión", por lo que apeló a la intervención del Código Penal. "¿Dónde esta el límite? Lo debe dictaminar el sentido común", asevera.
No obstante, admite que muchos musulmanes son de "moral distraída", en referencia a quienes utilizan el fundamentalismo en nombre de la religión. "Quienes se radicalizan no tienen una educación religiosa reglada. Con el uso de internet y la autoformación islámica se puede radicalizarse", lamenta.
Clara Pérez cree que la libertad de expresión "debe estar supeditada a ciertos límites", mientras que el arzobispo Luis Argüello opina que la sociedad "admite la libertad de expresión, pero debe ser consciente de lo que ello puede significar".
Guerra en Gaza
La mesa concluyó con una última mención al conflicto en Israel y Palestina. El rabino justificó que no ha nacido ni vivido en el país hebreo y compartió la "dificultad" de "juzgar" desde la lejanía. Sin embargo, recordó que se trata de un "conflicto" nacido en 1948, con la creación del Estado de Israel, rechazado por los países árabes del entorno. "Los estatutos de Gaza y Hamás dicen que hay que eliminar a Israel. Entonces hay que defenderse", expone, para defender que "no existe en el mundo ningún ejército con la moralidad del israelí, que ni viola ni degolla. Si interviene de esa forma es porque no hay otra alternativa. La paz es un valor supremo. Una guerra no la gana nadie", diserta.
Ajana, desde la visión musulmana del pueblo palestino, se solidarizó con las víctimas civiles y reivindicó que "se respete el derecho internacional y que los políticos hagan un esfuerzo para solucionar las cosas".