Calzas, sayas, jubones, cofias de lino, espinilleras, brazaletes… En el Centro Cívico Bécquer de la capital soriana ha vuelto con fuerza la moda medieval. No se trata de un nuevo furor vintage. Las ocho alumnas del taller de empleo de Arreglos y adaptaciones de prendas y artículos en textil y piel, que financian la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Soria, tienen como misión la elaboración de nuevo vestuario para el desfile del Festival de las Ánimas de este año.
La Asociación de Amigos de Las Ánimas sigue enriqueciendo el popular desfile que evoca la leyenda becqueriana con la incorporación de más personajes, entre ellos estos caballeros de la ciudad enfrentados a los temibles templarios. 'Tirando' de historia local, su vestimenta representará las distintas casas de los 12 Linajes. Las alumnas del taller de empleo textil están ya confeccionando los 40 trajes completos que caracterizarán a las tres primeras familias: Don Vela, Calatañazor y Morales.
Tras una primera experiencia el año pasado en el que el trabajo práctico fue confeccionar los trajes para la comparsa tradicional de los gigantes y cabezudos del Ayuntamiento de Soria, Eduardo Rodrigo, director y docente del esta iniciativa laboral formativa, ha tenido de nuevo que estudiar bien a fondo la moda medieval.
100 metros de paño artesano, otros 100 de antelina, 60 de terciopelo de algodón, 45 de lino, 75 de hilo de algodón y lino, 17 vacas de cuero y 180 plumas son los materiales con los que se están elaborando los 40 trajes, con sus correspondientes complementos (40 pares de calzas, 40 gorros de lana artesana hechos con hormas, 40 cofias y 40 camisas de lino, 80 cubrezapatos) y otros elementos de cuero repujado (80 espinilleras y otros 80 abrazaleras) que harán lucir a los participantes en el desfile como en el Medievo. «Hemos estudiado mucho los complementos, cómo eran los talles y las tallas y también los colores», insiste Rodrigo. Las telas, «todas de primera calidad», han sido escogidas buscando también el rigor histórico con tejidos «lo más ajustados posible a la época en la que se ambienta la leyenda, alrededor de los años 1200 y 1300», explica el director del taller de empleo que comenzó esta segunda edición tras los buenos resultados del años anterior el pasado mes de marzo. Libros, material elaborado por asociaciones de recreación histórica e incluso películas han servido de inspiración para diseñar los modelos y planificar la confección del vestuario. Lo más difícil, insiste Rodrigo, ha sido adaptar los modelos a las propias necesidades del desfile de las Ánimas. «No sabemos quién va a vestir cada pieza, por eso tienen que ser prendas unitalla y, además, unisex, que tengan en cuenta y se ajustten a diferentes complexiones corporales», apunta. Finalmente, se han realizado trajes en seis tallas diferentes.
Además, en aras a la verosimilitud, los atavíos no pueden llevar elementos modernos para hacer más fácil su puesta o su hechura. «Nada de cremalleras», comenta con sentido del humor Rodrigo. Sólo cordones y algún botón.
«gran trabajo». El resultado, desde luego, es espectacular. En ello ha influido, señala Luisa Fernández, otra de las docentes del taller de empleo, el «gran trabajo» que están desempeñando las alumnas. Le están echando arte y mucha ilusión con la dificultad añadida de que han tenido que aprender el oficio desde cero. «Yo cosía alguna cosa. Bueno, creía que sabía y aquí me he dado cuenta de que lo hacía mal», comenta entre risas Eva, una de las ocho costureras del curso. Para todas ellas este proyecto laboral está resultando un reto «ilusionante» con la motivación especial de que el fruto de su aprendizaje y sus muchas horas de trabajo sirvan para dar aún más esplendor al Festival de las Ánimas, declarada Fiesta de Interés Turístico Regional por la Junta de Castilla y León.
Algunas de ellas y sus familiares han sido invitadas por la Asociación de Amigos de las Ánimas a desfilar llevando las prendas que están confeccionando. Pero, a la espera de ese momento, están muy pendientes de las puntadas, de no torcerse en las costuras, de rematar y pulir bien las sisas y los bajos, de aplicar con mimo la multitud de detalles que lleva cada uno de los atuendos. «Aunque son trajes que parecen sencillos llevan mucho trabajo», explica el director del curso.
A diferencia de la primera edición del año pasado, este año cuentan con más presupuesto (182.441 euros de los que el Gobierno de la Comunidad Autónoma de Castilla y León aporta 161.544), lo que ha permitido ampliar la duración del taller tres meses más hasta alcanzar los nueve de duración. Concluirán el curso en diciembre.
completar el ciclo. Aplicar los escudos y otros detalles de pasamanería es laborioso pero marcará la diferencia, ya que serán diseños totalmente personalizados que permitirán a los espectadores incluso diferenciar a los integrantes de cada familia de los 12 Linajes. De momento, ya han conseguido terminar los trajes de dos familias. Aunque para Luisa Fernández sería un sueño poder confeccionar el vestido de Beatriz, la protagonista de la leyenda escrita por Gustavo Adolfo Bécquer en 1861, un atavío que imagina con telas maravillosas y mucha «libertad» creativa. «Sería muy bonito poder cerrar el ciclo de todo el desfile con todas la familias» en futuras ediciones del taller, señala la docente. Y es un reto factible porque, asegura Eduardo Rodrigo, hay mucho talento entre las alumnas. La ilusión ha sido la principal herramienta que les ha permitido experimentar una rápida evolución «que para nosotros ha sido muy gratificante», indica Luisa Fernández. Realizan cada pieza hasta alcanzar la perfección. No les han importado tampoco las dolorosas ampollas en los dedos que sufrieron realizando los (espectaculares) complementos (espinilleras y brazaletes) de cuero repujado. Al contrario, una de sus grandes preocupaciones es que la oscuridad de la noche no permita apreciar todos los detalles de las piezas. Una exposición en el nuevo Espacio Cultural Santa Clara, que este año acogerá también las prelecturas de terror y fantasía, permitirá de todas formas contemplar de cerca la maestría y el cariño que han depositado en la confección de cada pieza.
En el diseño de cada uno de los trajes se ha buscado también enriquecer el cromatismo del desfile del Festival de las Ánimas. «Era muy blanco y negro. Hemos querido darle color», añade el director del curso y que esta diferenciación cromática sirva también para generar más puntos de atención en el cortejo que permitan su legibilidad, «que se pueda distinguir a cada familia» del grupo de los caballeros nobles de la ciudad, indica. El mejor medidor de que están haciendo las cosas bien, agrega Fernández, es la «sonrisa de oreja a oreja» cada vez que viene alguien de la Asociación de Amigos de las Ánimas a ver cómo avanzan los trajes.
también fantasmas. Pero no sólo en ellos se está centrando la labor de estas talentosas modistas. Para los fantasmas de los templarios también tendrán que confeccionar 10 trajes, a los que se sumará la realización de nueve estandartes. Previamente y dentro de sus prácticas de aprendizaje las alumnas del taller de empleo han arreglado las 190 capas, otros 30 trajes, ocho fantasmas y 20 banderolas que la Asociación de Amigos de las Ánimas ya poseía.
El «buen rollo», el compañerismo y la armonía entre todas las estudiantes/trabajadoras que ha permitido crear «un gran equipo», resalta Coro, otra de las alumnas, también está ayudando a que el Festival de las Ánimas sea aún más vistoso.
Pero al margen del esto, insiste, otra de las cuestiones que más valoran es que cada una de ellas saldrá del curso «titulada», con un certificado de profesionalidad avalado por el Ministerio de Trabajo que facilitará una salida laboral en el sector textil un mundo en el que, como señala otra de las alumnas, Eva, «cada día se aprende una cosa nueva».