Cada vez estamos más acostumbrados a leer las etiquetas de los productos que acaban en nuestra despensa. Y es que nadie concibe que el pan de molde, las galletas o los yogures vengan sin la correspondiente etiqueta con su valor nutricional. Pero no suele suceder lo mismo en las bebidas alcohólicas, en las que cuatro de cada 10 obvian en sus etiquetas las advertencias de los riesgos de consumo para embarazadas, menores o conductores. Además, solo el 22,2 por ciento ha hecho efectivo su compromiso de detallar la información nutricional, aunque con diferencias: la cerveza es, de lejos, la que más cumple.
Así concluyen expertos del departamento de Medicina Preventiva de la Universidad Autónoma de Madrid, del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) y del Grupo de Trabajo de Alcohol de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) en un estudio en el que instan al Gobierno a regular el etiquetado del alcohol, una advertencia ya recomendada por la Comisión Europea antes de 2023. «Sencillamente, el Gobierno no cumple. Siempre es así», señala el investigador del CNE Iñaki Galán.
También es de los pocos informes que analiza el cumplimiento del compromiso que la propia industria adquirió en 2022 de ofrecer los datos nutricionales, que varía según el sector: mientras el de la cerveza indicó que daría el 100 por cien, la de las espirituosas lo redujo al 66 por ciento.
La del vino no se fijó ninguno, pero desde el pasado diciembre tiene la obligación de especificar esta información en toda la producción que haya hecho desde entonces.
Escasa información
El estudio recopiló la información de todos los productos con una graduación superior al 1,2 por ciento mostradas en las webs de cuatro cadenas de supermercados y dos establecimientos especializados.
De los productos investigados -un total de 627-, solo el 22,2 por ciento proporcionaba el aporte nutricional, pero las cervezas lideraron con un 56,5 por ciento, seguidas de los licores (26,5), vermuts y aperitivos (16,7) y, muy por debajo, vinos y espumosos (2,9 por ciento).