Mala vida le han dispensado a la inspectora Elena Blanco los autores que la crearon bajo el seudónimo de Carmen Mola. Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero desataron con ella todo un fenómeno del que se despiden ahora con El Clan (Planeta), la quinta y última novela «de la trilogía» sobre este mítico personaje. Blanco -que no Carmen Mola- se va enfrentándose al mayor villano al que ha plantado cara, un sistema corrupto tan violento en la realidad como en la propia ficción.
¿Tristes con la despedida de la inspectora Elena Blanco? Con ella empezó todo...
Jorge Díaz: Pues siento pena, pero también orgullo de haber sabido superar la tentación de convertirla en demasiado recurrente. Este es el final de Blanco y queremos que dentro de unos años la gente se acuerde con cariño y no hartazgo de aquella serie de novelas que escribieron unos tipos con nombre de mujer.
En esta novela van un paso más allá y es la lucha de Blanco contra un gigante: el sistema. ¿Quieren dejar el pabellón alto?
Antonio Mercero: Queríamos cerrar un poco a lo grande con el desenlace de todos los personajes que venían de la anterior novela (Las madres) con unas tramas abiertas muy candentes. También en la anterior había un importante poso social y era donde surgía esta organización llamada el clan. Yo lo defino como el mayor villano al que se ha enfrentado Elena Blanco, el mayor psicópata, porque es cero compasivo con los desclasados y, además, saca rendimiento económico de su desgracia. Esa es la crítica a esa organización multiforme o amorfa.
Agustín Martínez: Este era uno de los retos de la novela. Cuando uno firma una historia contra el sistema, de repente puede parecer una cosa muy abstracta. ¿Qué es el sistema? ¿Quién es el sistema? Nosotros lo traemos a tierra con un personaje chulo que es el Sipeeni, que no sabes si está vivo, si está muerto, si es un fantasma, un mito, si son más de uno... Esa búsqueda nos permite armar el thriller que es El Clan.
Yo es que ahora leo cadáver eviscerado y solo puedo pensar en cómo lo haría Carmen Mola. ¿Son conscientes de que han creado una prole de psicópatas en potencia?
J. Díaz: Sí, pero también te digo que fue casual. Nuestra intención al principio no era eso, pero teníamos que buscar una manera especial de matar. Un disparo no nos servía, tenía que ser algo inconfundible de aquel asesino y eso nos llevó a que fuera algo rebuscado... Así que escribimos aquello de los gusanos y nos dimos cuenta de que a la gente le gustaba.
Entonces es que a los lectores les va el rock and roll...
A. Mercero: Es yo creo que más que crear psicópatas hemos descubierto que hay muchos... Cada lector contiene un psicópata.
J. Díaz: Cuando escribimos La novia gitana pensamos que era para un público muy determinado y nos hemos llevado una sorpresa cuando a las firmas viene una familia entera del tipo madre, hija y abuela y va la abuela y nos suelta 'os estáis ablandando'. A ver, señora, que hemos metido un feto en el cadáver de un hombre...
A. Martínez: Creo que hay un elemento liberador en el lector porque sabe que no puede arrancarle la cabeza a su vecino, pero se va al libro y Carmen Mola lo hace por él. Yo pienso que se puede definir a Carmen Mola como libros de autoayuda.
El lector sabe que no puede arrancarle la cabeza a su vecino, pero se va al libro y Carmen Mola lo hace por él"
Apenas hace falta leer el primer capítulo de El Clan para sentir esa primera punzada, ese ay, después de que le arranquen el corazón a un bebé...
A. Mercero: Marca bien el tono de la novela ese primer capítulo...
¿Hay alguien a quién le sacaríais el corazón?
J. Díaz: Todos tenemos un ex al que el corazón no le servía para nada...
A. Mercero: Yo creo que en cada casa que he vivido le he querido sacar el corazón a un vecino, al jardinero que aspira las hojas cuando estoy escribiendo... Se lo sacaría además después de darle una paliza.
A. Martínez: Yo se lo sacaría a Elon Musk, pero seguro que seguiría viviendo y bailando por ahí...
Potencia con la sangre al principio, pero la inspectora Blanco empieza en horas bajas...
A. Mercero: Sí, le dimos un momento de luz en Las madres, cuando aspiraba a la felicidad de formar una familia, que se reveló una quimera, y en esta está al filo del abismo, que le atrae más y más. A Elena le hemos dado muy mala vida a lo largo de las cinco historias. Mi consuelo es pensar que tuvo una infancia feliz.
Le sacaría el corazón a Elon Musk, pero seguro que seguiría viviendo"
¿Qué os diría si os tuviera a la cara?
J. Díaz: ¡Que menos mal que hemos acabado la saga!
A. Mercero: ¡Que somos unos cabrones!
A. Martínez: ¡Gracias por dejarme en paz!
La estructura de sus libros siempre les ha funcionado bien, pero en este se aprecia más complejidad. ¿Forma parte de la evolución de Carmen Mola?
A. Martínez: No se puede desvelar mucho, pero es verdad que, por una parte, tiene una estructura común a todas las novelas de Elena Blanco, que son esos capítulos en cursiva que abren cada una de las partes y que poco a poco van armando un puzle, pero estos tienen su complejidad, no avanzan siempre hace adelante y, además, estamos compaginando dos mundos, el de España y el africano. Hay una patada en la historia que se desarrolla en África. Hacer convivir todo ha sido más complejo que en otras novelas.
J. Díaz: Al ser la última novela de Blanco, teníamos muchas cosas que queríamos contar y nos apetecía huir del malo muy malo que hace cosas malísimas. Esta vez más que un malo tenemos la maldad y hay muchos escenarios, muchos personajes... Ha sido una novela más complicada, pero esperamos que se lea igual de fácil que las demás.
Aparecen muchos de los males de los que adolece África, tremendas situaciones a las que dejamos de dar la espalda solo cuando nos salpican, como sucede con la inmigración irregular.
A. Martínez: Yo creo que vivimos de espaldas a todas esas cosas porque nos interesa que existan estos problemas. ¿Quién se hace rico a costa de África o del Tercer Mundo en general? Occidente, somos nosotros los que tenemos una sociedad mejor gracias al desastre, a la miseria, que mantenemos a nuestro alrededor. Nosotros nos vamos a Liberia por esas fotos de los niños soldados y entonces surgió la pregunta de ¿pero esta locura de dónde vino? Lo que se desató en Liberia fue una locura, una pérdida de control absoluta, pero ¿quién se beneficiaba? ¿quién ganaba dinero ahí? Desde ahí nosotros construimos esta historia.
Nos interesaba esto y nos interesaba también el tema de la trata de personas y contar desde la perspectiva de un europeo toda esa ruta migratoria, todo ese viaje por África... Que la gente se dé cuenta de dónde vienen esas personas que a veces aparecen ahogadas en nuestras playas.
Elena Blanco nos diría que somos unos cabrones"
Es lo que tiene la deshumanización de las cifras.
A. Martínez: Sin pensar en quién tiene una casa de puta madre en Madrid o donde sea y unos coches maravillosos por esas personas.
¿De los libros de Carmen Mola se puede sacar mucho más que sangre y violencia?
A. Mercero: Bueno, al final es una característica de la novela negra, hacer una crítica de la sociedad que, generalmente, tiene que ver con esa parte del mundo que está podrida. No somos pioneros, pero hemos abierto el abanico al tratar temas como la maternidad subrogada, o aquí, donde reflexionamos de muchos temas pero que no son ajenos a la novela negra.
J. Díaz: Pero que haya denuncia no significa que sea una novela denuncia. La novela es novela, es entretenida y la puedes leer divirtiéndote o la puedes leer viendo los problemas que subyacen en la trama. Cada uno elige su lectura.
¿Es cierto que muchas de las escenas que describen tienen un poso de realidad?
A. Mercero: Esta novela puede dar más miedo o generar más inquietud porque todo lo que estamos contando es real. Ese capítulo inicial es una descripción de cómo era la guerra de Liberia. No nos estamos inventando que se arrancara el corazón y que se lo comieran. Eso pasaba de verdad allí. Eran niños que sacaban el corazón a la gente que mataban porque pensaban que comerse el corazón del enemigo les hacía invencibles. Eso es real. Lo que contamos del tráfico de personas, también está basado en historias reales y, el tráfico de órganos es más la que intuimos que existe. Esto le da a El clan un punto de realidad que hace que ya no sea la violencia lo que te asusta sino que ese terror está pasando muy cerca de nosotros.
Nuestra intención es, el próximo año, sacar cada uno una novela individual"
No habrá más Elena Blanco, pero sí más Carmen Mola... ¿Y también habrá novelas en solitario?
J. Díaz: Nuestra intención es el próximo año sacar cada uno una novela individual, por aquello de acordarnos de que existíamos antes de Carmen Mola y de que teníamos una carrera. Además, cada uno tenemos una manera de escribir y tenemos ganas de ver cómo lo recibe la gente después de este torbellino.
A. Martínez: Esto es como cuando en una boy band sacan discos en solitario... solo le va a ir bien a uno, el resto se va a estrellar.
A. Mercero: En broma solemos decir que sacamos novelas en solitario porque echamos de menos el fracaso. Parece que la vida es como con Carmen Mola, pero no.
¿El que triunfe tendrá la humildad de volver con los otros dos?
A. Martínez: Nosotros, humildad no gastamos.
A. Mercero: El que triunfe se pagará una comida, se le quitará la arrogancia de dos tortazos y se pondrá a trabajar en la siguiente novela de Carmen Mola...
J. Díaz: ... que es lo que nos da de comer.