Una ruta entre los paisajes y castillos que vio el Lazarillo

Luis J. Gómez
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La Ruta del Vino de Méntrida-Toledo presume de muchas joyas de patrimonio desconocidas y de conservar un campo con viñedos como los de antes, trigales y montes de olivos

El vino del Lazarillo es de Méntrida. Cuando el pícaro de los pícaros de la literatura española va camino de Escalona descubre que están recogiendo las uvas. Encontes«un vendimiador le dio un racimo de ellas en limosna». Cuenta que estaba la uva tan madura en aquel tiempo que «desgranábasele el racimo en la mano. Para echarlo en el fardel tornábase mosto».

En buena parte, ese paisaje que vio el Lazarillo se ha mantenido en amplias zonas de la Ruta del Vino Méntrida-Toledo. Son pequeñas parcelas de viñedos, que todavía se cultivan en vaso como tradicionalmente y que se mezclan en mosaico con cereal en las llanuras y olivos en las ondulaciones. Sobre los cerros asoman las encinas y los caminos llevan a castillos o a pueblos de iglesias que parecen sencillas en el exterior, pero que son joyeros que guardan tesoros. Es un conjunto de muchas visiones pequeñas y hermosas.

Bodega en los sótanos de un palacio con cinco siglos de historia en La Torre.Bodega en los sótanos de un palacio con cinco siglos de historia en La Torre. - Foto: Javier Pozo

«Nosotros no tenemos grandes latifundios de viñedos, pero sí hay un gran minifundio porque aquí había mucho pequeño agricultor que hace años vivía de esas pequeñas explotaciones vinícolas, junto con otras que tenía de olivo y cereal», cuenta Juan Alonso Cuesta, presidente de la Denominación de Origen. Ahora desde la Ruta trabajan para conservar esas pequeñas parcelas, pues algunas tienen vides centenarias.

También desde la Ruta trabajan en el fomento del enoturismo. «Somos muy pequeños en nuestra zona, desde las bodegas y cooperativas a hoteles y restaurantes, pero somos muy buenos», certifica Alonso Cuesta, «decidimos unirnos todos para crear sinergias y que sea más fácil llegar al cliente final». En esa unión han entrado ayuntamientos, hoteles con spa o centros de hípica. Además juegan con que Toledo, la ciudad de las Tres Culturas, es también parte. Está a menos de cuarto de hora de muchos de los pueblos de esta Ruta del Vino.

Salpicadas por distintos municipios de esta zona, como Camarena, La Torre de Esteban Hambrán, Santa Cruz de Retamar, Otero o Méntrida, son varias las bodegas que ofertan visitas a sus instalaciones. También se pueden programar paseos por sus viñedos, incluso en la época de la vendimia, para ser testigos de primera mano de cómo se obtiene un buen caldo. La oferta de catas va desde la iniciación a maridajes con gastronomía local, como la caza. Los visitantes se sorprenderán por unos vinos «finos y elegantes», basados en la garnacha tinta, con un color suave y que internacionalmente se comparan con los Borgoña.

Tradicional viñedo en vaso que salpica los campos de Ruta de Méntrida-ToledoTradicional viñedo en vaso que salpica los campos de Ruta de Méntrida-Toledo - Foto: Javier Pozo

Patrimonio

Si se quieren seguir los pasos del Lazarillo, habría que empezar precisamente por Escalona, que tiene uno de los castillos más fotogénicos de Toledo. Tiene un foso natural con el río Alberche, donde en verano se puede disfrutar de un baño. Cerca está Nombela, una localidad que guarda en su iglesia uno de los más bellos ejemplos de retablo plateresco en el centro de España.

El Lazarillo sigue su camino y acaba llegando a Maqueda, donde se aloja con un clérigo. La localidad está vigilada por su castillo y conserva una puerta califal junto a la iglesia.

Torrijos es el pueblo al que huye Lázaro de Tormes cuando escapa del ciego. En su haber patrimonial tiene el antiguo Palacio de Pedro I y la Colegiata, una pequeña catedral con una portada plateresca que tiene capiteles de Medina Azahara y columnas de mármoles de colores.

Una ruta entre los paisajes y castillos que vio el LazarilloUna ruta entre los paisajes y castillos que vio el Lazarillo

En Torrijos los pasos del Lazarillo se cruzan con el histórico camino real a Guadalupe. Si se sigue en dirección a Extremadura se llega a Carmena, una población que no llega a los mil habitantes, pero que tiene una Semana Santa declarada de Interés Turístico Regional. Más adelante está Cebolla, donde sobresalen por la producción de higos. Estas tierras las labró incluso un santo, San Illán, hijo de San Isidro Labrador. Unos kilómetros más en el camino se llega hasta Montearagón, famoso por la celebración de la Feria Medieval del Vino.

Si se pone dirección a Madrid la ruta llevaría a Quismondo, donde maridan el vino con su típica morcilla.

Novés es un municipio de la ruta que está en el centro de un triángulo de castillos de ruinas evocadoras: Barcience, San Silvestre y Caudilla. A Fuensalida siempre se ha parado para comprar calzado, pero su plaza, la Glorieta, merece una visita con detenimiento, rodeada por el palacio de los condes, casonas y un convento.

Arcicóllar es uno de esos pueblos que tiene una iglesia 'joyero'. En este caso hay que mirar hacia arriba, al artesonado mudéjar y a la bóveda elíptica y con imágenes pintadas de la capilla de la Asunción. Hablando de joyas, la de Camarena es la espectacular carroza barroca de procesión de la Virgen de la Caridad, que reutilizó una carroza empleada en Roma para el desfile de los embajadores ante la Santa Sede.

Los amantes de la naturaleza tienen en Viso de San Juan varias rutas por las cárcavas del río Guadarrama y las llanuras esteparias en las que habitan especies protegidas como las avutardas, las aves más grandes capaces de volar.

Y no hay que perderse La Torre de Esteban Hambrán, donde siempre hay que volver en noviembre para ver el monumental catafalco de más de cinco metros que colocan en la iglesia. Es casi un milagro que este ejemplo de arquitectura efímera del XVIII haya sobrevivido.

Finalmente espera Méntrida, que conserva bajo tierra uno de los mejores secretos de esta ruta. Son las cuevas bodegas del Castillejo, de las pocas de este tipo que hay abiertas a los turistas, amantes del vino, peregrinos... o pícaros.

pisada de la uva y feria medieval del vino

El vino se festeja en la Ruta de Méntrida-Toledo

En la localidad que le da el nombre lo hacen coincidiendo con la llegada de la vendimia. Entre finales de agosto y comienzos de septiembre celebran la Feria del Vino en la que los danzantes de la Virgen de las Nieves pisan la uva. Para verlos bailar hay que volver a Méntrida en abril, a la romería que hacen por San Marcos en la ermita de la dehesa de la Berciana. Van vestidos de blanco y bailan con arcos de flores, cintas y palos. En Torrijos no se festeja la vendimia, sino la siembra, la Sementera. Pero tienen mucha vinculación con el vino en sus crónicas medievales del rey don Pedro, en primavera, donde recrean los festejos por el bautizo de la hija del monarca.

En el siglo XIV el rey lo celebró regalando vino a los vecinos. También se remontan a la Edad Media en Montearagón, donde celebran una particular Feria Medieval del Vino. Participan muchas de las bodegas de la zona y no faltan catas, degustaciones y una ambientación muy animada. Los semanasanteros tienen en esta Ruta la posibilidad de recorrer las procesiones de cuatro localidades que han conseguido la Declaración de Interés Turístico:Carmena, Novés, Cebolla y Toledo, que tiene el marchamo de Interés Internacional, junto con el Corpus.