Si se acepta que el PSOE es el partido con sede en Ferraz y que lidera Pedro Sánchez, (lo que niegan muchos socialistas que no comulgan con el sanchismo) digamos entonces que el PSOE vive una profunda convulsión interna. Eso no significa que se está planteando el relevo de Pedro Sánchez de la secretaría general o que hay un movimiento para ir soltando lastre, a medida que se incrementan las políticas radicales que se identifican con las bolivarianas o se acumulan las informaciones que apuntan que familiares de Sánchez podrían tener problemas judiciales porque hay asuntos inexplicables, incluso turbios.
El PSOE anterior a Sánchez con seguridad habría actuado con más prudencia antes de expresar su apoyo incondicional e infinito al secretario general. Hoy ese respaldo es incondicional, y es real, pero se advierten ya temores de futuro.
Hay un dato significativo. De la misma manera que al cuarto día de «reflexión» de Pedro Sánchez se asumió que iba a tirar la toalla y dejaría la política para defender a su mujer ante las informaciones supuestamente perversas, una vez que anunció que se mantenía en su cargo empezó a expandirse la idea entre numerosos socialistas de que todos habían sido partícipes de una gran obra de teatro que tenía como objetivo fortalecer en la Moncloa a un Sánchez que no atravesaba su mejor momento político ni personal.
El federal irrelevante
El Comité Federal del pasado sábado que debía aprobar las listas a las elecciones europeas,se celebró en un clima que demostró palpablemente el estado de ánimo que se vivía en el partido. Lo que percibieron los medios de comunicación era que el tiempo de Sánchez en el Gobierno tenía los días contados. No asistió al Comité porque continuaba «reflexionando», y todas las intervenciones fueron de apoyo al secretario general. Incluso Emiliano García Page, presidente de Castilla-La Mancha que mantiene una actitud muy distante con el sanchismo, acudió a la reunión. Como hecho muy relevante el comité no aprobó las listas europeas. A los dos días, distintos socialistas recordaron que debía cumplirse lo que decían los estatutos…pero las listas se mantuvieron sin esa aprobación previa obligada. Por otra parte, no tuvo que sorprender. Las listas las hicieron Sánchez y su equipo más cercano, Santos Cerdán y María Jesús Montero.
En su elaboración tuvo también un papel importante el hombre al que el jefe del Ejecutivo confía hoy todas sus decisiones políticas, el ministro de Justicia Félix Bolaños. De hecho, la tarde del sábado, Bolaños estuvo reunido durante horas con él.
La cuestión de las listas ha tenido un coste importante para Pedro Sánchez. El secretario general del PSOE aragonés, Javier Lambán, que es perfectamente consciente de que Sánchez pretende relevarle por Pilar Alegría al frente de los socialistas aragoneses, no ocultó su malestar por el hecho de que se le hayan impuesto desde Ferraz los candidatos que debían formar parte de la lista europea. Sánchez descartó a quien ya era eurodiputada, Isabel García, para meter a una senadora que cuenta con el dos por ciento de los apoyos. Pero es fiel sanchista. Toda una señal para quienes no muestren la mencionada adhesión inquebrantable.
Estas historias, que forman parte de la letra pequeña del día a día de cualquier partido, sin embargo empiezan a calar en un PSOE que no acaba de tener un gran triunfo electoral. Para gobernar se ha asociado con partidos que a gran parte de los votantes socialistas provoca una profunda inquietud, por no decir indignación, como son los independentistas catalanes y Bildu. Pero sobre todo les inquieta la reacción del presidente ante las noticias que implican a su mujer en un presunto tráfico de influencias.
Esa reacción ha sido anunciar medidas alarmantes para los jueces, empezando por cambiar la mayoría parlamentaria necesaria para elegir a los miembros del Consejo General del Poder Judicial, de manera que el partido que gobierna no necesite acordar con la fuerza mayoritaria de la oposición los nombres de los vocales.
También anunció acciones contra los medios de comunicación que pretendan ejercer su derecho a la información sin más límites que los que imponga la ley, los jueces. Evidentemente, busca callar las voces criticas. Así lo han denunciado infinidad de medios, excepto los de adhesión inquebrantable.
Pavor a la desaparición
El sanchismo pierde fuelle, de ahí que Sánchez esté volcado en la campaña catalana para conseguir que Salvador Illa sea el próximo presidente de la Generalitat. Lo necesita más Sánchez que Illa. Y lo sabe.
No se advierte en el PSOE ningún movimiento para provocar un cambio de cromos, el relevo de Pedro Sánchez, pero sí un clima que no es tan firme respecto a su figura como hace unos meses. Por los resultados electorales, por la escasa participación en las decisiones del partido y del Gobierno de aquellos que no pertenezcan a la media docena de personas en las que se apoya.
Con un elemento más que también crea roces en el partido: Sumar. Yolanda Díaz nunca fue una figura que provocara excesivas simpatías en Ferraz. Sumar ha sido un fiasco en todos los sentidos. Podemos se escindió en cuanto pudo, y el resto de los socios se han ido yendo o, cuando menos, se presentaban en solitario a las elecciones, como si el logo de Sumar los contaminara. No ayudó a crear alguna expectativa que Díaz no lograra ni un solo escaño en el parlamento gallego, ahí se visualizó el poco afecto que se le tenía en su tierra.
La política no se hace en Ferraz, sino en Moncloa, y eso provoca recelos. Escuchando a unos y a otros se llega a la conclusión de que no hay nada ni nadie dispuesto a expresar su disconformidad con Pedro Sánchez, mucho menos a enfrentarse a él; pero también se llega a otra conclusión: cada vez son más quienes piensan, y confiesan, que la única manera de que el PSOE vuelva a ser lo que era es con Sánchez fuera del Gobierno y de la secretaría general. No para regresar al felipismo, se considera agua pasada. Pero sí para que el partido nazca de nuevo. Con otras figuras... y con otras políticas.
Infinidad de socialistas tienen pavor al futuro de continuar el sanchismo. Con ejemplos muy cercanos de partidos socialistas muy sólidos, y que hoy se encuentran en situación difícil o desaparecidos: Francia, Italia, Grecia, Alemania…
Nadie abiertamente contra Sánchez…pero sí muy preocupados con Sánchez.