Sí, hoy, amables lectores de EL DÍA DE SORIA. Hoy, 20 de junio del año 2024, la cita en el Sistema Solar, en la relación Sol/ Tierra, será a las 22 horas y 51 minutos, de nuestra hora peninsular. En ese momento, astronómicamente hablando, se producirá el solsticio de verano, empezará esta estación de calor y, como consecuencia de ello, otros muchos acontecimientos de los que hemos construido a lo largo de milenios y vivido los humanos en el hemisferio norte. No es un día cualquiera. Aunque lo parezca, si uno pone atención. Por ejemplo, paséense, cuando ya sea de noche, por El Mirón (topónimo didáctico) y gocen del cielo estrellado. Estamos en el solsticio de verano. El día más largo. La noche más corta. Paséense por El Mirón u otros lugares de la provincia y disfruten de las alturas, de la historia y tradición de esta tierra.
¿Y qué es el solsticio? Para empezar, decir que es una palabra que procede del latín: "solstitium". En su traducción al castellano, sería "sol quieto". Cuando en el hemisferio norte empieza el solsticio de verano, como sucede hoy, en el hemisferio sur da comienzo el solsticio de invierno. Verano e invierno. ¿Y en primavera y otoño? Se produce el equinoccio, otra palabra latina que significa misma duración noche que día. Hay, por lo tanto, dos solsticios (invierno y verano) y dos equinoccios (primavera y otoño).
Existe una creencia extendida, que es errónea: la de que hace más calor en verano porque la Tierra estará más cerca del Sol y más frío en invierno porque quizá esté más lejos. Si fuera así, sería verano o invierno a la vez en todo el planeta. Pero no es así. Esto va por hemisferios e inclinación. Es más, dentro de unos días (el 5 de julio) alcanzaremos el afelio, que es el punto en el que la Tierra está más alejada del Sol, porque la órbita que recorre no es circular sino una elíptica, con el astro rey situado en uno de los dos focos de la elipse y no en el centro, como se sabe desde Képler. ¿Qué se deriva de esto? Pues que la distancia entre los dos cuerpos va cambiando. Curiosamente, cuando nuestro planeta está más lejos (afelio) es cuando hace más calor en el hemisferio norte, que es donde nosotros vivimos.
Como digo, la inclinación del eje de la Tierra es lo que lo determina. En el solsticio de hoy, el eje está más inclinado hacia el Sol en el hemisferio boreal, es decir el Polo Norte está ladeado hacia el Sol y, por lo tanto, recibimos sus rayos de forma más directa. En el hemisferio austral o sur, esa inclinación está en sentido contrario al Sol por lo que sus rayos llegan más oblicuos, con lo que dan menos calor. O lo que es lo mismo, en uno de los hemisferios la Tierra recibe más cantidad de luz (calor) que en el otro ahora y, en invierno, sucede al revés. Una simple observación durante algunos días del año nos muestra que el sol aparezca más al Norte o más al Sur, es decir que tiene su recorrido más alto o más bajo, desde nuestra perspectiva. Por eso, todas las gentes del campo sabían, por mera observación año tras año, que el Sol no siempre salía por el mismo punto. En un momento determinado, salía por la derecha de la majada; en otro, por encima del tejado de la majada y mes y medio después, por la izquierda. Digo majada pero puede ser la torre de la iglesia o la veleta de mi tejado con su gallo.
Aquí viene el sentido de la palabra solsticio (sol quieto). No significa que el Sol se pare o quede detenido. Eso sería un desastre cósmico. Significa que en ambos solsticios, verano e invierno, el Sol ya no avanza más a la izquierda o a la derecha del horizonte en su salida y hay unos días en los parece que saliera por el mismo punto. Pero pronto empieza a notarse el cambio, igual que empieza a percibirse que los días van siendo más cortos y las noches, más largas. Es decir, que, conforme el eje terráqueo disminuye su inclinación, notamos cómo el Sol vuelve a salir cada vez más cerca del centro de la majada, equinoccio. En los dos extremos de su salida, solsticios; en el centro, equinoccios.
Por otra parte, el solsticio no se produce cada año ni a la misma hora ni tampoco necesariamente el mismo día. Puede ser los días 20, 21 o 22 de junio, por lo que el verano astronómico no empieza siempre el día 21 de junio. Nada en el Universo está quieto. Ni en el Sistema Solar. Hay días, noches, estaciones, solsticios y equinoccios, afelios y perihelios. Desde hace milenios, alrededor del solsticio, como si dijéramos entre San Juan y San Pedro (además de coger el ajo el ajero), tiene lugar una serie de celebraciones, fiestas y otras actividades muy arraigadas en las sociedades agrícolas, muchas de las cuales han perdurado en sitios como Soria. Ritos, planificación de actividades o incluso observación astronómica, han sido muy significativas en las sociedades campesinas.
Soria es un territorio donde se conservan auténticas tradiciones y fiestas de todo tipo y en cualquier momento del año. También de celebración del solsticio. Por desgracia, han desaparecido muchas, causado por el desastre humano e histórico de la despoblación. Por ejemplo, las hogueras de mi pueblo, Cuevas de Ayllón, y de otros muchos. Esa noche, se quemaban muebles viejos allí donde cada calle, en su salida, se junta con el campo. La llama, como símbolo de regeneración, era fiesta compartida, con cantos, bailes y convite. Por fortuna, ahí quedan las Fiestas de San Juan de Soria ciudad y la noche del paso del fuego y Móndidas, de San Pedro Manrique, como de otros pueblos de Tierras Altas. Una joya cultural, emocional e histórica que permanece desde tiempos inmemoriales. Móndidas, donde el arbujuelo, la letra de la cuarteta (otra joya de la tradición oral poética castellana) y la jota compartida con quien se atreva a danzarla, son toda una tradición en la parte norte de Soria. La noche y el amanecer, tanto en San Pedro Manrique como en otros tantos lugares sorianos y de allende nuestros límites porque lo humano no conoce fronteras. En ese contexto, se cantaba, por ejemplo: "A coger el trébole, el trébole, el trébole,/ a coger el trébole/ la noche de San Juan./ Al coger el trébole, el trébole, el trébole,/ al coger el trébole,/ los mis amores van".
También, a la espera de la cosecha, es decir del tesoro que permitía vivir el resto del año, durante esos días, se ajustaban segadores, pastores y acarreadores. Llegaba el verano, la siega y la trilla. El trabajo con recompensa. En las sociedades actuales, tan diferentes en casi todo, lo que llega es el ocio, las vacaciones y la playa. Nuevos hálitos para seguir. Se abre la nueva estación, que, como escribía Machado, "Es una hermosa noche de verano./ Tienen las altas casas/ abiertos los balcones/ del viejo pueblo a la anchurosa plaza./… En el cénit, la luna, y en la torre,/ la esfera del reloj iluminada….". Felices Sanjuanes, felices Móndidas y…, a la espera del equinoccio de otoño, nos quedan 93 días y 16 horas de verano. Feliz solsticio. Y feliz cosecha.