María del Pilar Berzosa

María del Pilar Berzosa


Prefacio para un deseado tiempo de paz

10/12/2023

La Navidad es capaz de generar puntos de Encuentro y de construir espacios de dignidad en medio de la complejidad de la conversación social.
En definitiva creo que hay una forma de encontrar la Felicidad en estas fechas y es buscando cada cual dentro del ámbito de su circunstancia, el bien, los distintos nombres de la Paz, la verdad, la cercanía afectiva que cobra especial sentido desde geografías remotas.
Hoy comienzo centrando mi reflexión en las coordenadas del primer tercio de Diciembre: a cuarenta años del regreso de la democracia en Argentina, a cuatro décadas y media de la puesta en vigor de la Constitución española de 1978, y al cumplirse tres cuartos de siglo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos el próximo 10 de Diciembre.
Tres motivos que evocan intenciones de una garantía de convivencia en el ejercicio de la ciudadanía responsable, hacia una vida cívica feliz, ya durante el tercer milenio.
Sabemos que el mundo del Derecho no se integra exclusivamente con normas, sino también con hechos y valores.
Al recrear el momento histórico fundacional de aquel 6 de Diciembre releo el Preámbulo que es oráculo al que se acude en busca de pautas axiológicas de interpretación. El mismo prescribe que la Nación española proclama su voluntad de promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida. 
Asimismo, la Democracia es más que un conjunto de principios retóricos, y muchísimo más que el derecho al voto.
Las Declaraciones de derechos enderezadas al desarrollo integral significan una esperanza renovada que ilumina la posibilidad de una estrategia global para crear vínculos profundos en un mundo conectado.
Necesitamos leyes, pero también estímulos, conciencia, formación, idoneidad, compromiso, vocación y valentía que lleven a crear condiciones para repensar las relaciones humanas.
Los amores, los debates ideológicos, los dramas, las pasiones, las quimeras, las utopías, son situaciones que apuntalan, derriban y enaltecen el ansia y la aspiración de cada ser humano de proyectarse hacia una condición de la existencia que lo haga más feliz, en pos de lograr su « verosímil felicidad»- en el decir de Borges- y una nueva relación con la verdad.
Así las cosas, los comportamientos son guiados por valores situacionales a corto plazo y sustentables a largo plazo.
Las relaciones impulsadas por los primeros involucran cálculos acerca de qué se está dispuesto en el aquí y ahora. Los segundos en cambio, literalmente sostienen las relaciones durante un largo plazo que nos conectan profundamente como Humanidad. Incluyen esperanza, honradez, humildad, integridad y de nuevo, verdad.
Este año al armar mi árbol el 8 de Diciembre sumé tres deseos como ciudadana para esta Navidad. A saber: una economía que desarrolle todo lo que favorece la vida y ayude a construír sociedades felices con mayor confianza; valores que consoliden una Democracia todavía inacabada, con normas éticas que presidan las decisiones políticas y fortalezcan las instituciones; y prioridades redefinidas en un círculo virtuoso, hacia un marco de soluciones con números confiables y virtudes públicas. Sin anomia, ni democracias de baja alternancia, ni frases de ocasión que nada resuelven.
Y con más ideas fuerza poderosas que salgan al encuentro de retos de ingeniería que las vuelvan realidad.
Junto al Belén desde luego, irá un brindis muy soriano, por un nuevo capítulo de la larga y fecunda  Amistad entre España y Argentina, la de sus ayeres y sus mañanas.