Nunca antes en España alguien se había atrevido a profundizar tanto en la vida de Pablo Picasso (Málaga, 1881-Mougins, Francia, 1973) como el poeta, escritor y biógrafo del pintor malagueño Rafael Inglada en su nueva publicación Pablo Picasso. Libro de las conversaciones (Editorial Cántico, 2023), un libro que recoge un amplio conjunto de entrevistas y charlas que mantuvo el autor del Guernica con numerosos periodistas y amigos a lo largo de la vida.
¿Qué nos falta de conocer de Pablo Picasso, porque da la sensación que ya sabemos todo de su vida y de su obra? En este sentido, ¿qué aporta su nueva publicación, Pablo Picasso. Libro de conversaciones?
Fundamentalmente, es Picasso quien nos habla. Se trata de un libro que, por vez primera, recopila el mayor número de entrevistas y conversaciones con el pintor. Por supuesto que en España jamás se había editado algo así, aunque en esta empresa de recopilación ya nos había antecedido Francia con otros trabajos magníficos, pero tal vez no tan completos y complejos.
¿Es muy distinto el Picasso que conoce el general de los mortales con el que traza usted en el libro a través de cientos de entrevistas?
El Picasso que conoce la gente en general es muy variopinto, va desde el amor hasta el odio. Realmente, aquí se descubre a un Picasso más privado, pero que nos da claves para entender sus obras y, sobre todo, nos encontramos con la gran importancia que le dio al sentido de la amistad.
Realmente, ¿en sus conversaciones privadas con sus amantes, marchantes, amigos… se muestra como le proyectamos en nuestro universo colectivo? Es decir, era tan egocéntrico, tan genio, tan mujeriego en sus palabras como en la memoria que tenemos de él?
En absoluto. Picasso se nos muestra como un antiteórico. No necesita hablar de sus mujeres ni profundizar en su arte. Con frecuencia, el nombre Picasso va asociado a su genialidad y a su egocentrismo, pero también lo acompaña una distorsión de su persona, en especial en estos últimos tiempos, en que, sin fundamentos, se ha puesto de moda atacarlo.
¿Qué es lo que más le sorprendió del personaje?
Curiosamente, ese doble Picasso que existe entre el artista que recibe a un periodista y el que recibe a un amigo de toda la vida. Son conversaciones y entrevistas paralelas, pero distintas. Siempre mostró predilección por el diálogo con amigos antes que con los medios de comunicación.
¿Se enamoró más de Picasso según escribía el libro o acabó por aborrecerlo en parte al conocer lo más íntimo de su pensamiento: sus palabras?
Personalmente, cada vez me secuestra más. Siempre hay en él universos por descubrir, datos que uno desconocía y que, decididamente, lo engrandecen. A un biógrafo como yo lo sigue desconcertando, lo cual significa que, tras de sí, todavía hay mucho por descubrir, especialmente en lo relacionado con su obra.
Hay conversaciones de lo más nimio, desde la descripción de un mono en un zoo intentando pintar a la explicación sobre sus marchantes o sus supuestos dotes con los idiomas.
Picasso, en repetidas ocasiones, va al mismo paso que el amigo o el entrevistador de turno. Hay cuestiones en las que puede explayarse y en otras simplemente poder acertar a decir: «Puede ser», algo muy habitual en él.
¿Cómo surge este libro? ¿Dónde logra aglutinar tal cantidad de documentación y de conversaciones, muchas de ellas privadas? ¿Cómo ha sido su labor investigación?
El libro parte, esencialmente, de las continuas investigaciones y de la bibliografía que va apareciendo. La base de todo ello está en 1996, cuando comencé a preparar la cronología de Picasso a diario. Hoy, afortunadamente, las hemerotecas digitales y la apertura de archivos personales nos permiten ahondar más para llegar a escribir un libro así, como este Libro de las conversaciones, que es, realmente, una tetralogía.
¿Qué queda por saber de Pablo Picasso? ¿Falta algo? ¿Qué más podemos encontrar?
No se sabe lo que queda por conocer de él. Si se conociese, sabríamos el final. Yo lo definiría como inabarcable. Siempre van surgiendo nuevos datos biográficos, nuevos detalles de su producción, que es lo que conforma el total de la imagen que de él vamos construyendo. Picasso es un ser que se construye y que se vuelve a construir partiendo de nuevas premisas. Me parece algo maravilloso.
¿Realmente hacía milagros, como asegura Juan Cruz en el prefacio del libro?
Juan Cruz ha escrito unas palabras previas muy acertadas, pero, a lo que a mí respecta, algo exageradas en cuanto a mi persona. Tal vez el punto de inflexión de la amistad lo llevó a eso. Él es un maestro, y únicamente puedo agradecerle que me haya dedicado parte de su tiempo y de su confianza para abrir con letras de oro este Libro de las conversaciones.