Insomnio, pensamientos suicidas, ansiedad, alucinaciones o trastornos disociativos son algunas de las secuelas psicológicas que padecen los rehenes de Hamás liberados durante la tregua, que afectan sobre todo a una treintena de menores que estuvieron cautivos en la Franja de Gaza, donde les suministraron potentes medicamentos con efecto sedante.
«Hamás dio drogas a los secuestrados, sobre todo a los niños, para tenerlos controlados. Les dieron potentes medicamentos psiquiátricos, muy adictivos y en dosis muy altas», asegura Ranana Eitan, jefa de psiquiatría del Centro Médico Sourasky de Tel Aviv, el mayor de Israel.
Ese hospital atendió a muchos de los 105 secuestrados liberados entre el 24 y el 30 de noviembre (81 hebreos y 24 extranjeros), donde fueron sometidos a exhaustivos chequeos médicos, primero físicos, pero también psicológicos en este centro de referencia.
«Nunca había visto algo así en 20 años de profesión. El abuso físico, sexual, mental y psicológico sufrido por los rehenes es terrible. Tenemos que reescribir los libros al respecto», asevera la doctora.
A una niña le dieron durante varias semanas ketamina, una droga ilegal, aunque a la mayoría les suministraron medicamentos empleados con pacientes de psiquiatría, y con potente efecto sedante, indica Eitan, que estima que unas 400.000 personas en Israel padecen estrés postraumático a raíz del brutal ataque de Hamás del 7 de octubre.
La doctora explica que, tras su liberación, los niños estaban en «un estado de euforia», muy contentos de estar de vuelta en casa, con sus familiares y amigos, pero enseguida brotaron «síntomas de síndrome postraumático severo».
«No podían dormir, sufrían pensamientos intrusivos sobre lo que vivieron. No podían dejar de pensar en la gente que dejaron allá. Salieron pensando que los terroristas liberarían a todos. Dejaron atrás a miembros de sus familias, muchos a sus padres, pensando que saldrían, pero no lo hicieron», cuenta.
Aunque las autoridades hebreas y los equipos médicos han tratado de minimizar la presencia de los secuestrados liberados -solo mujeres y niños- en los medios, sí han salido decenas de testimonios sobre las condiciones de su cautiverio mediante sus familiares o sus médicos. Por ellos se ha sabido que solo comían una vez al día; que a un menor le obligaron a ver vídeos de los asesinatos que Hamás cometió en su propia comunidad; que pasaron días enteros en total oscuridad en túneles, que les prohibían hablar durante horas; o que a dos hermanos, de 16 y 12 años, les marcaron el brazo con el tubo de escape caliente de una moto para identificarlos en caso de fuga.
Varios niños, aún con miedo, solo hablaban susurrando los primeros días de su liberación, y todos tuvieron mucho que procesar, ya que los milicianos les dieron «deliberadamente información errónea sobre el paradero de sus familiares». «Muchos fueron secuestrados en las primeras horas del ataque y no sabían la magnitud de lo ocurrido. Algunos no sabían que, por ejemplo, su padre, había sido asesinado.Tuvimos que dosificar la información para no abrumarles», indica la doctora Eitan.
El trauma de algunos ha llegado al punto de los impulsos suicidas. «Algunos secuestrados han tenido, tanto dentro como fuera de Gaza, pensamientos suicidas, aunque no han llegado a hacerlo. Y también sabemos que muchos se autolesionaron durante su cautiverio para liberar el estrés», relata.
Violaciones
Otro asunto que está generando una fuerte controversia son los supuestos abusos sexuales cometidos por Hamás, no solo con rehenes, sino también con muchas de las víctimas que acabaron asesinando en su brutal ataque del 7 de octubre, que dejó más de 1.200 muertos y 240 secuestrados.
«Definitivamente, sabemos con seguridad y tenemos pruebas de que Hamás recurrió a los abusos sexuales hacia los rehenes dentro de la Franja. Van desde actos irrespetuosos hasta lo peor que te puedas imaginar (violaciones)», asevera la psiquiatra.
Sin embargo, explica que las supervivientes no están haciendo público su testimonio por «consejo médico», para evitar «revivir su trauma». No obstante, confía en que gracias al tratamiento al que todos los liberados están siendo sometidos, serán capaces de «dejar este trauma atrás y continuar con sus vidas». «Es el propósito de nuestro trabajo», matizó.
Pero aún quedan 135 cautivos dentro del enclave, y las autoridades israelíes estiman que al menos 19 están muertos. La mayoría son hombres que Hamás se negó a soltar en la tregua; pero todavía hay 10 personas mayores de 75 años, 20 mujeres y dos niños a la espera de volver a sus hogares.