No hay muchas palabras españolas cuya etimología venga del alemán, pero entre ellas se encuentra "blindar", que significa "proteger contra balas usando planchas de acero". Cuando escuché al reprobado Fiscal General del Estado, Excelentísimo Señor, don Álvaro García Ortiz, decir que su nombramiento estaba blindado, sentí una sacudida guerrera, pensando que del fango habíamos pasado a los tanques, blindados, por supuesto.
De cualquier forma, mi reconocimiento al personaje, no por su profesionalidad, sino por su segura permanencia en el error, ya que el artículo 124 de la Constitución señala la sujeción del ministerio fiscal a los principios de legalidad e imparcialidad, cosa que, en lo de la imparcialidad, no cumple, o sea, el Excelentísimo Fiscal General del Estado, señor don Álvaro García Ortiz, lleva a cabo una actuación inconstitucional, y por eso ha sido reprobado en el Senado, donde no han salido en su defensa, ni siquiera los partidos que apoyan al Gobierno que lo ha nombrado.
Es cierto que la entrada de un nuevo Gobierno no garantiza la renovación. Es decir, si Pedro I, El Mentiroso, harto del fango que produce, decidiera retirarse -esta vez sin cartas a lo Corín Tellado, o porque se produzca un fracaso electoral en las elecciones europeas- el nuevo Gobierno no podría cesar al Excelentísimo Fiscal General del Estado, salvo si el titular "hubiera ostentado el cargo durante un periodo inferior a dos años", según reza el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal, que acabo de consultar para no meter la pata, como lo hace, tan a menudo, el Excelentísimo don Álvaro García Ortiz.
Es cierto, y no miente -en esta etapa de mentiras habituales- en que su nombramiento está blindado, pero será a partir de enero del año de gracia de 2026, fecha en la que "estará protegido con planchas de acero a resguardo de las balas", según la acepción más habitual.
El gran mérito de su parcialidad evidente, casi empalidece ante la notable iniciativa de recusar a magistrados de una sala del Tribunal Supremo. De esto sí que no habíamos tenido nunca noticia, ni en España, ni en la Unión Europea. Con eso ya se blinda para pasar a la Historia. Y es que la Historia lo mismo acoge en sus archivos a Raimundo de Peñafort que a José María, El Tempranillo. Personajes históricos, ambos, aunque participen en categorías distintas.