Las elecciones europeas del domingo que viene se juegan, más que nunca, en clave interna. España juega y está en juego el día 9. Que van a ser un indicativo determinante de nuestro futuro no lo duda nadie y menos quienes, si les va mal, minimizarán sus efectos.
Todos saben que el precedente que se ha constatado una y otra vez en nuestro país es que el partido que gana las europeas gana las generales y gobierna después. Sánchez es el primero en saberlo y de hecho se ha aplicado a ello en cuerpo y alma. Todos sus movimientos, hasta su pantomima de espantón, han tenido ese objetivo y todas sus representaciones y movimientos han ido en esa dirección.
No descarten de que en lo que queda de semana no prenda alguna traca nueva para tapar con el ruido lo que no quiere que se escuche y aún menos que se hable en los medios de comunicación: de la rendición al separatismo de la Amnistía, de la trama de corrupción montada con las mascarillas y de los trapicheos de su imputada señora, que ese es el calificativo que si no fuera ella se aplica a todo bicho viviente que se ve en ese trance y más si es de la oposición.
La hoja de ruta está siendo un calco de la empleada para las elecciones del 23-J y se resume exclusivamente en una consigna y un mantra "A mí, que viene la extrema derecha". Le funcionó, aunque perdiera, que perdió, e hiciera lo que ha hecho para seguir en el poder. Ahora hasta dice que va a ganar y eso es lo que le ha dicho a Tezanos que debe decir el CIS.
Racionalmente no se sostiene y menos aún cuando él que profiere tal proclama no solo ha pactado sino que hasta ha asumido como propios los doctrinarios de la izquierda más extrema, del separatismo más contumaz y hasta de los herederos políticos de ETA, condición de la que presumen y exhiben ya sin ningún arrepentimiento sino con obscena presunción. Pero en eso fían, y tienen razones para hacerlo, su campaña. Están repitiendo jugada confiados en que les volverá a resultar. O, al menos paliará los daños. Para ello, eso también, está fagocitando a sus socios de gobierno y en particular a Yolanda Díaz y su Sumar, que es un continuo desteñir y restar. Sánchez, en resumen, busca una cierta absolución el día 9 para poder seguir haciendo desmanes el día 10.
No le viene nada mal, tampoco, que enfrente y a pesar de que la ganancia de escaños del PP va a ser muy potente, viene de un pésimo resultado anterior y tiene al alcance proclamarse vencedor (el resultado anterior fue desastroso), Vox no solo se mantiene sino que aumentará representación y eso a Sánchez le viene bien, para el discurso y para el objetivo de su "operación". Si pudiera volvía a "traerse" otra vez a Milei.
Por todo ello, amén de que habrá que contar con los nuevos equilibrios de poder que, sin duda tampoco, se van a dar en el conjunto de la UE y que van a tener que decir mucho y hasta ser determinantes en asuntos que nos van a afectar de manera crucial, amnistía y reforma judicial, los resultados del domingo van a tener, en un sentido u otro, consecuencias nacionales. En su caso más extremo por un lado u otro, podrían provocar bien un refuerzo para que Sánchez agote la legislatura o bien que se viera abocado a disolver y convocar elecciones. Mi percepción es que ninguna de las dos cosas. Que seguiremos en esta charca cenagosa marcada por la mentira y el chantaje como forma de gobierno.