De vez en cuando hay que sacar un poco de pecho, ver el vaso medio lleno y vociferar un "eh, que no estamos tan mal". Porque en este nuestro sector es tendencia ponerse en el lado negativo y lamentarse cuando las cosas van mal; y también cuando, sin ir mal, deberían ir mejor. Pasa con frecuencia y lo saben los agricultores a pie de campo. Lo que es bueno para un cultivo no lo es tanto para el de al lado, y así vamos de frustración en frustración.
Por ello deberíamos tomar nota de los datos del observatorio del sector agroalimentario publicado por Cajamar que dibujan un sector potente, que crece, más competitivo que la media europea y que genera empleo. La agroalimentación en su conjunto, incluido el sector primario, la industria de la transformación y la comercialización, aporta el 8,9% del PIB a la economía española. España es la cuarta economía agroalimentaria de Europa, a tan solo tres décimas de la tercera, que es Italia. Francia y Alemania encabezan el ranking. El sector agroalimentario español es el principal productor de cítricos, con una cuota de mercado del 54%, aceite de oliva (42%), ganado ovino y caprino (26%), ganado porcino (24%) y frutas frescas (20%). También somos el cuarto país más exportador de productos agroalimentarios de la UE, por detrás en este caso de Países Bajos, Alemania y Francia. Y el saldo comercial agroalimentario español, exportaciones menos importaciones, alcanza un superávit de 15.400 millones.
La productividad del sector se sitúa un 22% por encima de la media europea y, en el caso del sector primario es hasta un 73% superior, pero la ventaja se ha recortado el año pasado. Los expertos lo atribuyen a la inversión en I+D, que ha vuelto a caer por segundo año consecutivo. Ahí se encuentra el debe y una hoja de ruta clara de inversión para las administraciones.
España es una potencia agrícola europea y se dice pocas veces. Hay que contarlo más. Lo mismo pasa con la producción de alimentos, que se explica poco cómo es por dentro la agricultura y la ganadería. Precisamente el sector anuncia una feria para el próximo año en Madrid para meter el campo en la ciudad. Es un gesto bienintencionado que tiene sus riesgos… a ver si vamos a mostrar un trampantojo sin sol ni lluvia y plantas de plástico.