Al filo del minuto 80, frente a la resistencia del Villarreal, Marcos Llorente desbordó a la defensa contraria, centró al área y entregó el 2-1 a Antoine Griezmann para culminar la remontada del Atlético de Madrid, sentenciada por Samuel Lino después, responder a los triunfos del Girona, el Real Madrid y el Barcelona y establecer el nuevo récord de victorias consecutivas como local en LaLiga (15).
Le costó al conjunto rojiblanco, que recurrió a Jan Oblak en el primer tiempo, con una parada prodigiosa a Alexander Sorloth cuando peor se sentía sobre el terreno, con el 0-1 en contra, y que ganó por ambición y por insistencia, con la revitalizadora entrada de Marcos Llorente en el intermedio, reivindicado con la asistencia de un gol crucial cuando su protagonismo decae en el once titular de Simeone. Fue suplente por quinto duelo seguido.
La remontada de Oblak, Llorente y Griezmann
El Villarreal era una incógnita. Despedido Pacheta, a la espera de Marcelino, con Miguel Ángel Tena, el director de fútbol, como entrenador para un encuentro, de viernes a domingo, el equipo amarillo está repleto de buenos futbolistas, por más que su posición proponga una duda que desapareció inicialmente en su visita al Cívitas Metropolitano.
La remontada de Oblak, Llorente y GriezmannEn una versión que retrocedió hasta tiempos de Emery en el territorio rojiblanco (al triunfo por 0-2 del pasado curso, con esa salida de balón pausada con el portero para promover cualquier desajuste y exigirlo salir hacia el guardameta, con los espacios consiguientes), cuando el Villarreal rompió la presión, con salidas trepidantes, puso en evidencia al Atlético.
Sin remate, aplacado Riquelme por las ayudas de Yeremy Pino, de vuelta al once, ofuscado (o limitado) el Atlético a una secuencia de centros laterales solventados con cierta autoridad por la defensa visitante o una sucesión de saques de esquina, al Atlético se sostuvo vivo un buen rato por Oblak. No alcanzó a todo. Pero redujo el daño a lo mínimo entonces. Al 0-1.
En una aventura precisa, colectiva, rápida del Villarreal apareció el gol. El primer remate, de Sorloth, lo repelió el portero esloveno. El segundo, de Gerard Moreno, ya fue imposible. Potente y bien ajustado, al otro lado del guardameta, el gol fue el peso que soportó el equipo rojiblanco desde entonces. Mal panorama. Oblak, después, negó el 0-2 a Sorloth.
Su mano izquierda frente al zurdazo del delantero noruego, al borde de la media hora, en un duelo individual del que se intuía el gol desde que Sortloth conectó con el balón y echó a correr para el enfrentamiento definitivo con Oblak, se celebró como una victoria en la grada del Metropolitano, consciente del momento, visto el tramo que atravesaba el Atlético.
Ya antes zanjó otra ocasión de Yeremy Pino. Después, se estiró para otro tiro de Baena. Desde sus intervenciones, el Atlético estableció la reacción. Fuera ya Sorloth, por lesión en el minuto 36, intensificó su presión, creció en el campo contrario y golpeó con el 1-1. Lo marcó Witsel en el segundo palo, indetectable para la zaga visitante. Central indiscutible y goleador. Se lo regaló Griezmann, con el pase perfecto, raso, desde el lado izquierdo.
Imparable para Jorgensen, que antes solventó una volea del internacional francés, no extrañó el gol del Atlético, que superó el 0-1. También el cronómetro con el que ya jugaba el Villlarreal. Al 1-1 apuntó por insistencia. No hubo demasiadas ocasiones. Pero este equipo tampoco las necesita. Su pegada está fuera de toda duda en esta campaña, por más que no esté Memphis, que se perdió su décimo partido consecutivo. Griezmann es una garantía.
Bajo el influjo del gol, del liderazgo del francés, de una volea de Morata que tentó el 2-1 aún antes del descanso, hasta que contactó con el balón con un remate a las nubes, el cambio del partido era una evidencia, más allá de su reflejo en el marcador, con la cuestión trasladada al otro lado de cómo sería la reacción del Villarreal en una época tan incierta.
El descanso reemplazó a Yeremy Pino, que reapareció el jueves de una lesión. También sentó en el banquillo a Saúl, sustituido por Llorente. Suplente los últimos cinco duelos, el centrocampista madrileño ya se ha transformado en un recurso desde el banquillo, cuando no hace mucho parecía insustituible en el esquema de Simeone. Ahora ya no lo aparenta.
Su primera incursión fue medio gol para Morata. No conectó bien el testarazo el delantero cuando la grada se preparaba ya para celebrar el 2-1, sobre el que insistió ya el Atlético, que trasladó toda la acción al campo rival. Dispuso Riquelme, más apagado que en otros duelos, de la siguiente opción. De nuevo Llorente propuso otro remate para Morata. Se fue fuera.
El Villarreal entró en modo resistencia. No le quedó otra. Sin posibilidad de atravesar ya la mitad del terreno, sin capacidad para salir más allá, devorado por la presión del Atlético. La parada magnífica de Jorgensen a Riquelme aumentó tal sensación, que disminuyó con el paso de los minutos, en cuanto el equipo amarillo fue capaz de combinar con el balón.
Es la mejor forma para domar a un adversario. Lo anestesió un rato con la posesión. Sin riegos. Sin apuros atrás. Lo detectó Simeone, que recurrió a la fórmula del pasado martes contra el Celtic. A Griezmann lo retrasó al interior izquierdo. A Correa lo incluyó en el ataque. Junto a Morata. También vio vuelo a Lino. Después le dio otra vuelta, con Barrios por Molina y Llorente al carril diestro. Todo por desenredar el 1-1 que aún se mantenía.
Hasta una nueva aparición de Marcos Llorente, esta vez a la espalda de la defensa, por ese carril derecho, con un centro de primeras que invitó a Griezmann a marcar el 2-1, a alcanzar a Adrián Escudero como el segundo máximo goleador histórico del club, con 169 tantos, y a culminar una remontada que empezó en Jan Oblak, vital con el 0-1 en contra, y que cerró Samuel Lino con el 3-1 a pase de Pablo Barrios.