Terremoto en Marruecos: El testimonio de un soriano en Kenitra

EDS
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El soriano Alberto Mertah, afincado desde hace diez años en Kenitra, cerca de Rabat, a 430 kilómetros del epicentro cuenta sus primeras impresiones de la tragedia y pide ayuda para el pueblo marroquí en un terremoto que deja cerca de 700 fallecidos

Terremoto en Marruecos: El testimonio de un soriano en Kenitra

La crónica de Alberto Mertah, escritor soriano afincado en Marruecos autor del blog elzocodelescriba.com y de diversos libros ambientados en Marruecos. A continuación su relato de una noche trágica:

"Testimonio desde Kenitra, a 430 kms del epicentro:

Pasadas las once de la noche, acabo de llegar a casa con el móvil casi descargado, me siento en la cama para cargarlos y espero a que se cargue un poco mientras contesto mensajes. Se empieza mover la cama, me pregunto si me estoy desmayando, parece que están meciendo la cama, ¿serán los vecinos haciendo el amor?, es como si alguien moviera adelante y atrás la cama, pero estoy solo. Se oye un avión, ¿será eso? La lámpara está bailando. Es un terremoto. Oigo jaleo de los vecinos en el patio que se oye con la ventana abierta. Me pongo debajo del dintel de la puerta de mi habitación. Oigo que los vecinos están saliendo a la calle, decido salir. Cojo el móvil casi descargado, una botella de agua y un plátano. Los vecinos están asustados, salen de casa dejando las puertas abiertas, en la escalera hay unos plátanos y unos limones caídos. Nadie coge el ascensor, llego a la calle que ya está llena de gente que ha salido tal cual estaba: en pijama o ropa de estar en casa, mi vecino del quinto ha salido descalzo. La gente se aglutina en espacios alejados de los edificios, jardines y rotondas repletos de gente sentada. Algunas sillas para las personas mayores que han salido con ayuda de los jóvenes de la familia. A los pocos minutos todo el mundo está hablando por teléfono confirmando cómo están los familiares. La conexión es mala por exceso de uso. Paseo por las calles, parece una noche de sanjuanes con todo el mundo en la calle. Hay situaciones impropias, casi surrealistas, una mujer dando el pecho sentada en un bordillo en pijama. Pasada media hora muchos vecinos deciden montar en el coche para irse a pasar la noche a alguna vivienda familiar con menos alturas. En mi calle, con edificios de seis alturas se ha notado mucho el movimiento. Me acuesto preguntándome si soy el único que ha dormido aquí. Estoy agotado y decido acostarme.

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Por la mañana, el drama".