Tres elecciones seguras, otra probable y, según los tiempos, aún quedaría tiempo para unas quintas si se produjera una conjunción astral como consecuencia de los resultados de todas las anteriores. Dos de ellas ya tienen la fecha fijada, el 18 de febrero para las autonómicas gallegas, y el 23 de junio para las europeas. En las primeras se la juega el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y en las europeas Pedro Sánchez, en unos comicios que suelen ser propicios para castigar al Gobierno de turno. Queda por determinar la fecha de las elecciones autonómicas vascas que en esta ocasión no se celebrarán junto a las gallegas, como había ocurrido en las últimas ocasiones, lo que evitaba más que un gasto añadido el desgaste de tener al país inmerso en otra campaña electoral, con el límite en el mes de julio. Y según como se desarrolle la legislatura, las negociaciones sobre la ley de amnistía y las relaciones del Gobierno con ERC y Junts, Pere Aragonés puede decidir anticipar las elecciones catalanas, previstas para 2025. Un triunfo del PSC en Cataluña supondría otro factor de incertidumbre para el deseo de Pedro Sánchez de tener una legislatura larga, por el factor desestabilizante de Carles Puigdemont.
Al Partido Popular, en Galicia, solo le sirve ganar por mayoría absoluta. No solo volver a ganar los comicios, sino reeditar el resultado que dejó Feijóo antes de trasladarse a la calle Génova. Cualquier otro supondría una decepción y motivaría que el PP entrara en periodo de reflexión acerca del liderazgo de su presidente. El viento sopla a favor de sus expectativas, aunque la izquierda ha dado un aviso en las elecciones generales del pasado mes de julio. Por ese motivo Feijóo se va a implicar decididamente en apoyar a su delfín Alfonso Rueda, y para tratar de obtener réditos en su contienda con Sánchez.
Las elecciones europeas, con distrito único, servirán para comprobar cómo y cuánto han afectado al PSOE el pacto sobre la alcaldía de Pamplona con EH Bildu, sus movimientos sobre la amnistía y el resto de medidas adoptadas para acabar de enterrar el 'procés' independentista, a pesar de las continuas reclamaciones por parte de los 'indepes' de un referéndum de autodeterminación y un tratamiento singular de su financiación económica, sobre lo que todavía no se ha dado ningún paso que afecte a la igualdad de todo los españoles. Una derrota de Sánchez servirá a Feijóo para insistir en que es el primer partido de España, acelerar la presión y trabajar para que Sánchez tenga una legislatura lo más corta posible.
En el País Vasco, PNV y EH Bildu se juegan la primogenitura, con el PSE de árbitro para decantar el gobierno autonómico. Allí no está previsto que se reedite el pacto de Pamplona. Esa posibilidad es con la que se especula interesadamente porque en ese caso el PNV se podría planear sumar sus votos a los del PP -y Vox, que también entra en la ecuación- para presentar una moción de censura contra Sánchez. Una operación en la que junto o por sí mismo, también podría entrar Junts si en unas hipotéticas elecciones catalanas en otoño el PSC se hiciera con la Generalitat, -sin descartar un nuevo tripartito- y un rehabilitado Carles Puigdemont decidiera hacer caer a Sánchez.
Una moción de censura pactada con la convocatoria de nuevas elecciones generales, para que Feijóo pudiera pagar "el Gobierno que le debe a los españoles".