Será interesante conocer qué lógica usarán para justificarse los gobiernos autonómicos que no quieran sumarse a la unificación de criterios en la EBAU que el Partido Popular acaba de solemnizar en Salamanca, mejor lugar imposible. Ya nos vale con la tontería: el lesivo sistema actual penaliza a los jóvenes por culpa de una asincronía poco compatible con el principio de igualdad de oportunidades en que se basa la justicia de un estado moderno. Y nadie mejor que el Gobierno de Castilla y León para hacer de anfitrión de esta coalición: Fernández Mañueco puede jactarse de presidir la comunidad que mejores notas saca en las evaluaciones de su sistema educativo. Alguna credibilidad extra tendrá respecto de otras que no rinden tan fetén.
Recuerdo que durante la campaña electoral de las elecciones catalanas, estando de visita por ésas tierras, 'La Vanguardia' hacía patentes elogios de Mañueco y de nuestro sistema educativo. De sobra saben en el rotativo barcelonés que la enseñanza es una de sus flaquezas. Y que a la población le cabrea bastante ver todo lo que se gasta en otras cosas que no son la educación y lo malos que son los datos que obtiene la Generalitat en esa materia.
Si coordinasen más sus políticas y persiguen la excelencia mirándose en espejo ajeno mejor les iría a ellos y a otros que tal bailan. Y en materia de coordinación, el acceso a la universidad es clave: mismas fechas de exámenes, mismos criterios de corrección, mismo peso de las faltas de ortografía o de los conocimientos generales.
Lo que tuvo lugar en Salamanca el lunes es la prueba del nueve de la madurez de la dirigencia autonómica, en concreto si aún rige el criterio de eficiencia por encima de otros y si lo que se persigue es la equidad para que todos los españoles tengan igualdad de trato o el ventajismo a base de las baldías refriegas de partido. Aprobar esta prueba es la nueva selectividad de los gobiernos autonómicos. El PP les ha puesto en una disyuntiva elocuente. Iremos viendo.