Charo Zarzalejos

CRÓNICA POLÍTICA

Charo Zarzalejos

Periodista


El esqueleto

19/07/2024

Horas antes del debate sobre regeneración ya se nos avisó desde Moncloa que el Presidente del Gobierno iba a presentar "un esqueleto" sobre las medidas de regeneración democrática que el propio Sánchez anunció tras sus cinco días de reflexión. Lo hizo con ímpetu y con una aparente fuerza renovada. Lo cierto es que con lo del esqueleto, el Gobierno no ha engañado porque fue lo que ocurrió. Un mero esqueleto de una pretendida regeneración democrática con el punto de mira en la prensa y los pseudo medios que nadie concreta cuáles son. Además el Presidente propuso debates electorales obligatorios y el reparto de 100 millones de euros para la digitalización de medios sin que los grupos de la mayoría progresista, como le gusta decir al Gobierno, mostraran especial entusiasmo.

Es seguro que en Moncloa se ha hecho balance del pleno y creo que si lo analizan con un mínimo de distancia no pueden ni deben estar satisfechos. El presidente se repite a sí mismo con risas propias de un chiringuito de playa y con una obsesión desmedida con el PP porque, además de convicción personal, cree que todo lo que sea atacar a Feijóo sirve de pegamento para los grupos que le apoyan.

Feijóo fue duro, muy duro, pero evitó cualquier risa o gesto impropio cuando alguien se dirige a un adversario político. Sin embargo, el discurso que peor cuerpo puso a los socialistas fue el del nacionalista Aitor Esteban que con gran acierto puso encima de la mesa el debate que se quiere ocultar que no es otro que el de la ética y el sentido común. Lo dijo el portavoz nacionalista: de nada vale establecer leyes si previamente no hay sentido común y ética. En el caso de Begoña Gómez, asunto bien desagradable tanto para socialistas como para los no socialistas, es lo que ha faltado: sentido común y sentido ético del papel que le ha tocado vivir. Es curioso que la izquierda política y no política tan afanosa en reclamar buenas conductas a los demás, nadie, ni un solo diputado de la llamada mayoría progresista haya dedicado ni una sola palabra, ni una, para denunciar lo que a todas luces es, cuando menos, una temeridad por parte de la esposa del Presidente con el añadido de suma importancia de que él conocía todos los pasos de su mujer.

Ignoro cuál será el final que se decida en los juzgados pero la regeneración democrática es más, mucho más, que el incumplimiento de la ley. La regeneración democrática y más cuando se trata de luchar contra los bulos, es la transparencia máxima del propio Gobierno. Si hay información puntual y limpia, los bulos desaparecen, de manera que la primera exigencia es que el Ejecutivo y su Presidente no se hagan los remolones y aún no sepamos a qué se debe el cambio de posición respecto al Sáhara, por poner solo un ejemplo bien conocido y, en segundo lugar, o en paralelo a esto, la exigencia rotunda de comportamientos éticos, presididos por el sentido común, por la prudencia y nada de esto se ha dado en el comportamiento de Begoña Gómez, máxime cuando ella, en entrevista concedida a El País fue la primera en hablar de su actividad profesional de manera que no se cayera en conflicto de intereses. Regeneración democrática es, por ejemplo, que el Presidente hubiera dado una mínima explicación pública de un episodio como el de su mujer, o hubieran denunciado las supuestas falsedades publicadas. Nada de nada y luego se rasgan las vestiduras con la existencia de bulos que se producen en gran medida por la falta de información puntual y cierta. Los silencios son también una forma muy sutil de alimentar bulos aunque hay que admitir que siempre habrá, se haga lo que se haga, profesionales que les gusta chapotear en ellos.

No tengo el menor interés en que sea condenada ni a un día de cárcel. Es más, ojalá eso no ocurra pero sí creo que es necesario que se produzca el necesario reproche social a comportamientos, además de inéditos en nuestra democracia, claramente lesivos para el buen nombre de una institución como la Presidencia del Gobierno. Si la izquierda continúa callando ante hechos claramente incompatibles con la ética y la estética, deberá callar para siempre porque ha dejado la vía libre para que en el futuro lo único rechazable sea el delito cuando no todo lo que no consta en el Código Penal, es por sí mismo aceptable.