"La vida es acertar, equivocarse, olvidar y seguir"

Sofía Esteban (SPC)
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“La vida es acertar, equivocarse, olvidar y seguir” - Foto: Javier Ocaña

Recién cumplidos los 53, Máximo Huerta (1971, Utiel, Valencia) se regala una novela con la que culmina una obsesión. Tras desnudarse para los lectores en Adiós, pequeño, el escritor regresa con París despertaba tarde (Planeta) a la ciudad donde se siente más él y a unos maravillosos años 20 que le hubiera encantado transitar. Calle a calle, nos sumerge en una historia que es casi verdad. Picasso, Modigliani, Hemingway o Coco Chanel caminan de la mano de Alice Humbert y Kiki de Montparnasse, que vuelven 12 años después de nacer en Una tienda en París. 

Y, de nuevo, la ciudad del amor...

Sí, pero tengo un pálpito con esta novela que no lo he tenido con ninguna, llámale superstición, llámale amor hacia lo que he escrito, como quieras, pero es diferente a las nueve anteriores. Tiene algo especial, porque he culminado una obsesión.

¿Ha cerrado el círculo, entonces?

Yo pensaba que lo cerraba, pero cualquier rincón de esta ciudad para mí tiene una historia que contar.

Regresa con Alice Humbert, la protagonista de Una tienda en París, 12 años después de dejarla con el corazón roto.

Es mi personaje por excelencia. Pero esa novela estaba cerrada y esta no es una segunda parte, aunque conectan. He vuelto a ella porque yo la disfruté mucho, pero no es una continuación ni voy a seguir su historia.

Retrata a una mujer más adulta, que ha perdido a su madre, al amor de su vida, se hace cargo de sus hermanos y abre su tienda de moda. ¿Reflejo de su propia madurez?

El libro es el crecimiento de Alice como persona, como mujer y el olvido del dolor. Es la segunda vida de una joven que encuentra su sitio, su destino y su lugar en el mundo. Y yo no la podría haber escrito en ningún otro momento de mi vida porque tenía que alejarme de los tópicos y mirar París desde las entrañas. Para eso he necesitado tiempo y, sí, podríamos llamarlo también madurez.

¿Cómo se remienda una vida hecha pedazos?
Olvidando. En 1924, la gente solo quería olvidar. Hay que olvidar para volver a renacer, para volver a amar, hay que olvidar para reconstruir el país después de una guerra, para empezar de nuevo.

Pero, se ama o no se ama…

Siempre. Me parece la frase más acertada de la novela. Frente al amor no hay dudas, no hay medias tintas.

Con este libro he culminado una obsesión"

Fundamentales en la vida de la joven son sus hermanos, unos personajes que van in crescendo.

Me costó mucho, posiblemente lo que más, reflejar cómo pasan de esa adolescencia a esa madurez primeriza y cómo Alice teme que puedan cometer un error como ella en el pasado. Ejerce de madre y todas las madres frenan a los hijos por miedo a que se equivoquen.

¿Cuántos tipos de madres hay ocultas en la novela?

Hay un eje escondido en la trama que es la frustración de la maternidad y va desde el arrepentimiento de una hija que se ha portado regular con su madre, a no poder serlo, que era algo muy común en una época en la que había mucho aborto involuntario y muchos hijos sin madre. La maternidad y la frustración están a lo largo de todo el libro.

La otra gran estrella de la historia es Kiki de Montparnasse, un personaje real que vuelve a sacar del armario del olvido. ¿Por qué es tan especial?

Kiki representa los años locos, es la mujer que todas querían ser, por liberada. Simboliza la evolución desde la pobreza al arte y la alegría de vivir. Para Kiki nunca había un mañana y siempre despertaba tarde. Ella quería vivir todo al límite.

Como Kiki, ¿hay que relativizar las zancadillas de la vida para ser feliz?

Sin duda, tenemos que olvidar, relativizar y pensar que no somos inmortales. Tenemos que ser un poco más Kiki y mañana Dios dirá.

Independientes, trabajadoras y solteras en los años 20. ¿Son las protagonistas eso que ahora llamamos mujeres empoderadas?

Sin saberlo están siendo todas ellas feministas. Hay algo clave: la mujer en 1924 se libera gracias a la vida. Se libera porque el hombre ha estado en la guerra y se acaba de quedar cuatro años sola. Tiene que sacarse las castañas del fuego. Son las primeras autónomas, por eso la parisina representa tanto a esa mujer que se corta el pelo y se quita el corsé.

Traza el contexto histórico de un París de entreguerras, de libertad, vanguardia y mucha locura. ¿Dan ganas de dar marcha atrás?

Es un viaje. Volver a unos años tan productivos, tan insolentes, tan brillantes, tan innovadores… Todo era modernidad. Inmigración, sexualidad, moda y arte se unen para crear la ciudad más cosmopolita del mundo en la que a mí me gustaría vivir un año o al menos una noche de ese 1924. París era refugio y era paraíso. 

Todos tenemos miedos y nos importa lo que piense el resto"

Y allí lleva al lector en su máquina del tiempo. Al detalle pinta las calles, los cafés de la época y acontecimientos como los Juegos Olímpicos. ¿Cómo construye esa realidad?

A lo mejor en otra vida estuve viviendo en los años 20 en París (risas). Por elección, mantengo una conexión especial, casi mágica y fantasmagórica con ese mundo loco y esta ciudad. Pero la novela es también fruto de una documentación exhaustiva, con la que he disfrutado a lo grande.

Vuelvo la vista atrás para mirar a donde empezó todo: Una tienda en París. Su protagonista, Teresa, ¿está de algún modo también aquí?

Para mí, Teresa siempre será el lector de esta novela, quien se enfrenta a esa mirada nostálgica, melancólica, inspiradora de aquellos años.

Ella, desde pequeña, atesoraba pedazos de tela de sus vestidos como amuletos. ¿Qué guarda usted en la maleta de la vida?

Yo soy muy de guardar pequeñas cosas, el papel de una chocolatina, un corcho de una botella de champán, una foto con una fecha. Yo soy muy Teresa para esas cosas, porque creo que la vida no es lo que nos pasa, sino lo que recordamos que nos pasó.

Dejó todo hace unos años para cuidar a su madre. Regresó a casa y se reinventó. ¿Siempre estamos a tiempo para dar un golpe de timón?

Por supuesto. Siempre estamos a tiempo de inventarnos, de empezar una vida nueva y de darnos una segunda oportunidad. Todos podemos ser Alice. Por larga que sea la noche, siempre hay un nuevo día.

Su nuevo día bien podría ser esa puerta azul de la librería de Doña Leo que abrió por primera vez hace un año. ¿Un sueño cumplido?

Sí, sueño cumplido por amor a los libros, a Buñol, mi pueblo, y a las librerías que a mí siempre me han fascinado y esta, además, está inspirada en una de París.

Periodista, escritor y librero… ¿Con cuál se queda?

Yo por las mañanas escribo y por las tardes me bajo a la librería a escuchar lo que dicen los lectores y ver cómo eligen uno u otro libro. Siempre he recomendado libros a mis amigos, pero hacerlo ahora desde una librería me parece un lujo.

Doña Leo es su perrita que, precisamente, da nombre a la librería. Ha comentado que es quien más se merecía la dedicatoria de este libro, pero no se atrevió. ¿Por qué?

Por pudor a la gente que no entiende el amor hacia los animales. Todos tenemos miedos y eso me frenó.

¿Tanto le afecta lo que piensen?

Sí, claro. A todos nos importa lo que piensen los demás y, como todo el mundo tiene una opinión, yo para evitarlas no puse dedicatoria.

No incluiría a Pedro Sánchez como personaje en una de mis novelas"

Algunos medios y compañeros le hicieron daño en un momento duro de su vida, cuando dimitió como ministro de Cultura en 2018 con solo siete días en el cargo. ¿Las peores puñaladas vienen de quien mejor te conoce?

Siempre una colleja de una madre hace más daño que la de un amigo. Y ese dolor cercano fue mucho mayor entonces porque te sientes más débil ante ese bofetón.

De aquel episodio ha relatado que mientras le anunciaba su renuncia, a Pedro Sánchez lo que le preocupaba es cómo pasaría él a la Historia.

Sí, lo dije un día de una manera no preparada, me salió, porque me sorprendió. Realmente, fue con el tiempo cuando me di cuenta de lo extraño que fueron tanto ese momento como esas palabras.

¿Tiempo olvidado ya?

Totalmente, estoy reconciliado con la vida. Con mi vida, con mis errores, con mis aciertos y con el mundo. La vida es acertar, equivocarse, olvidar y seguir.

No le voy a preguntar cómo cree que pasará el presidente a la Historia, pero ¿lo incluiría como personaje de alguna de sus novelas?

No, no, de las mías, no. Me gustan más los años 20 y los mundos rurales que cualquier personaje actual.

Alguna otra historia seguro que ya le ronda por la cabeza.

Estoy dándole vueltas a una idea desde hace tiempo que es recurrente y muy pegada a mi tierra. No adelanto nada porque la estoy masticando y veremos hacia dónde me lleva.

Su anterior título, Adiós, pequeño, además de Premio Fernando Lara fue el más prestado en las bibliotecas españolas en 2023. 

Cuando me enteré me pareció un auténtico regalo. Es muy importante que se preste porque significa que se está comentando, que se está leyendo y que se está recomendando.

Deja el listón muy alto…

París despertaba tarde es otra novela, otro tipo de historia y seguramente tendrá otro público también. 
 

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