El hecho o circunstancia de que, uno de los nuestros, como Alcaraz en tenis, o más aún, como la selección nacional de fútbol, logre un gran éxito, es capaz de unificar criterios y poner un poco de pegamento en un país que, últimamente presenta demasiadas fisuras. Aún diría más si al balompié nos referimos, hasta los más recalcitrantes anti inmigración, se tapan la boca, al menos por unos días, tras contemplar a esos dos chavales, uno casi un crío, que han hecho grande este deporte en una España que, desde luego no partía como favorita. Nico y Lamine, por lo visto, son un poco menos africanos.
Pero permítanme que deje de lado el fútbol de ámbito nacional y me acerque un poco a ese club que tanto queremos y que ha venido a menos de un tiempo a esta parte. Del CD Numancia les hablo claro, y no de sus jugadores que, para ser sincero no conozco a ninguno. Es lo que pasa al jubilarse del periodismo, pero eso tiene sus ventajas. Una larga trayectoria profesional permite poner en evidencia que, este deporte que muchos califican de 'rey' no es, ni mucho menos cosa de jugadores, entrenadores y preparadores físicos. Miren lo que queda del Numancia desde que un nativo de la Barriada, llamado Francisco Rubio, dejó la presidencia. Casi nada. Apenas la sombra de lo que fue. Quizá recuerden ustedes, si ya tienen algunos años que, hubo un momento en el que el club veterano de Soria estuvo a punto de desaparecer tras la presidencia de un paracaidista que llegó a Soria en un Lamborghini pronosticando la inminencia del ascenso a la primera división de los rojillos. Se llamaba José María García Delso y lo único que hizo de provecho fue cambiar la denominación del club que pasó a ser CD Numancia de Soria.
Se largó sin decir adiós y al rescate salieron unos cuantos empresarios, con Paco Rubio a la cabeza con tantos conocimientos de este deporte como yo de física cuántica, pero con sentido práctico un cargamento de ilusión que llevó al club a lo más alto, a la primera división. Cuatro temporadas y muchas más en la competitiva segunda que también hacía pasar por los Pajaritos a lo más granado del fútbol nacional. Y ahora nos vemos donde nos vemos gracias, sin duda a los nuevos dirigentes que entienden este deporte qué sé yo cómo. Está claro que empezó siendo un juego, luego alcanzó la categoría de deporte, más tarde la de espectáculo de masas y ahora es un negocio.
Sé que resulta estúpido hablar ahora del alma del fútbol, en el que la afición juega un papel fundamental, pero, qué quieren que les diga. Tengo serias dudas de que, desde el otro lado del atlántico los dueños del tinglado valoren algo más que el balance de cuentas del Numancia.