En tierra de Ribera ya es momento de comenzar a vendimiar. En Villálvaro, un pueblo de tan solo 123 habitantes, es tradición hacer la vendimia como se hacía antiguamente, en familia. Los más jóvenes no se pierden esta cita ningún año y acuden al pueblo para ayudar a sus mayores, los que todavía conservan sus viejas cepas, algunas de más de cien años. Es precisamente esta la riqueza de este municipio soriano que no deja que se pierdan sus costumbres. 

Acompañamos a la familia de Anastasio Romero en un día de vendimia. Ellos, con la uva ya recogida de este fin de semana y guardada en cestos, este año han sacado 16, comienzan las labores de prensado de la uva. Para ello se ayudan de una despalilladora, una herramienta moderna que comparten entre varias familias, que permite separar el rampojo de la uva. La uva ya limpia cae en una lagareta, el lugar en el que antiguamente se pisaba la  uva manualmente, y que todavía alguna familia del pueblo continúa haciéndolo así. Después de varios días de reposo, es entonces cuando se prensa la uva para separar lo que será el vino del hollejo, lo que queda de la uva después del prensado: pieles, pulpas, semillas y tallos. A partir de aquí comienza la fase de fermentación. Los más mayores continúan haciéndolo en cubas de madera, pero hay algunos que ya se han animado a hacerlo con cubos de acero inoxidable. Y a partir de aquí solo queda esperar a que el vino fermente y pueda consumirse, que será ya para la primavera. 

Una parte de la cosecha la venden a bodegas, pero la gran parte se la quedan las familias para mantener la tradición de hacer su vino casero en familia. 

En Villálvaro ya han comenzado con la vendimia