Es su momento. O, al menos, uno de esos bonitos momentos que la vida ha regalado a la escritora y filóloga Clara Sánchez (Guadalajara, 68 años), que está de doble enhorabuena. Acaba de publicar su última novela, Los pecados de Marisa Salas (Planeta), y hace apenas un mes leyó su discurso de entrada a la Real Academia de la Lengua para ocupar el sillón X que dejó vacante el poeta Francisco Brines.
El éxito, el fracaso, las entrañas del mundo editorial, las necesarias modificaciones de la lengua que impone un mundo en constante cambio, el paso del tiempo... la charla con Sánchez es un viaje en el que cada palabra cuenta.
Estrena libro, Los pecados de Marisa Salas, casi a la vez que el sillón X en la Real Academia española (RAE). ¡Vaya momentazo!
Sí, sí. Ha sido casualidad, el destino ha unido a la novela y al sillón. Estoy muy contenta. Nunca hubiera pensado en formar parte de la RAE y pensar que se han acordado de mí para ello... es lo mejor.
Hablaremos de ello, pero vamos antes con la novela. ¿Cuál es para usted el pecado más grave que comete Marisa Salas? Es que tiene unos cuantos...
Quizá del que más se arrepiente es del hecho de haber tirado la toalla, de haberse rendido con su primera novela y arrastrar aquella decepción, echándole la culpa a todo su entorno.
Es algo muy humano eso de echar la culpa al empedrado...
Hombre, un poco de culpa tuvo su entorno... pero tal vez no tenía derecho a echársela. Siempre se puede hacer otra cosa, tomar otra decisión... Esa es la clave del sentimiento de Marisa hacia todo lo que le ha pasado. Y yo me lo he aplicado a mí misma a través de ella.
¿Una situación como la que vive la protagonista, en la que su libro sale 30 años después de no tener éxito con el nombre de otro y que triunfe, sería factible en la vida real?
Completamente. Ella misma colabora incluso a que se pierda aquella primera edición por la decepción que siente porque no llegara a nada. Ver esa novela es mirar de frente a su fracaso y eso nos ha pasado alguna vez a todos los escritores. Que luego se tope con ella firmada por otra persona y tenga éxito... ¡claro que puede pasar! De hecho, tú fíjate qué de novelas han salido con posterioridad a la muerte ya lejana de algunas personas, que pasaron sin pena ni gloria, y luego han tenido éxito. Me viene a la cabeza, por ejemplo Manual para mujeres de la limpieza, de Lucia Berlin.
Y luego está lo que para mí era muy interesante a la hora de escribir una novela y es que se publicara con el nombre de otro, porque me abre las opciones de hacer un género policíaco. Esto también ha podido pasar... pero no se ha llegado a decir, claro.
El tiempo es un concepto misterioso que todavía está por definir"
Bueno, tampoco es un secreto que hay libros que escriben unos para que triunfen otros...
Sí, eso es... esto está en nuestro mundo editorial. Se sabe sottovoce... Tampoco se puede afirmar, hasta que no pasa algo o se desata un escándalo...
¿Cómo es la sensación de vértigo que tiene un escritor cuando va a salir su libro al mercado? Porque entonces ya se ha lanzado la moneda al aire y puede salir cara... o no.
Pues yo siempre fatal. Algunos colegas lo viven como un momento extraordinario en el que descorchan una botella de champán... pero yo no. Siempre he visto ese momento como tú dices, como si estuviera al borde del abismo. Lo veo con vértigo porque el libro ya se escapa de mí y queda en manos de otras personas. Me pregunto si tendrá o no gancho... Me surgen tantas dudas y preguntas, incertidumbre... Para mí lo del champán viene luego.
Se relaja ya con la tercera edición.
Mejor la cuarta, mejor...
Usted lleva publicando desde 1989 y, si no me salen mal las cuentas, tiene 15 novelas... ¿Cómo ha cambiado el mundo editorial desde que mandó aquella primera historia, seguro que impresa?
¡Y con canutillos, como hace Marisa! Así era entonces... Pero yo aquello lo veía muy claro. Veía el camino que tenía que recorrer para publicar. El de ahora se me escapa completamente. Claro que hay más oportunidades para publicar si no se puede acceder a una editorial, pero hay una parte de todo eso que a mí se me escapa. Para mí esto es escritor-editor-agente-comerciales-librerías-lectores. Veo el esquema claro. Pero ahora hay veces que primero se tienen followers y luego novela y eso a mí sí que me desconcierta. ¡Esto era impensable!
¿Usted se considera una escritora de éxito? ¿Cómo se mide el éxito de un escritor?
Esto es en definitiva de lo que trata la novela... El éxito a gran escala es muy peligroso. Yo soy una escritora que no empezó con ese gran éxito y lo agradezco. He ido creciendo novela a novela, he tenido esos ratos de angustia, otros de felicidad. He visto cómo los lectores iban viniendo poco a poco a mí... y luego he tenido también grandes éxitos que me han reconocido con premios, incluso fuera de España. En Francia, en Italia hay novelas mías con sesenta y tantas ediciones... ¿eso es ser una escritora de éxito? Pues igual sí... pero no soy esclava de ese éxito porque sé que esas cosas pueden desaparecer y yo no me dedico a mantenerlo. No me planteo, por ejemplo, volver a escribir lo que ya sé que funcionó solo para mantener esa pompa. El éxito, y lo sé por experiencia, puede envilecer y entorpecer la creatividad.
El mundo editorial actual se me escapa. Ahora hay veces que primero se tienen 'followers' y luego novela"
¿Qué haría Sánchez si estuviera en la piel de Salas? ¿Descubrir al impostor o saborear el éxito del libro aunque no lleve su nombre?
Pues yo haría exactamente lo que hace Marisa Salas... Así que creo que no lo puedo desvelar.
Marisa es una mujer de 60 años que ha tenido tiempo de recrearse en sus emociones, de conocerse a sí misma. Y eso no le sucede a Carolina Cox, su rival desde el inicio de su carrera, que ha tenido siempre un éxito constante... Y esto se ve en la vida real. Hay a figuras de la literatura que carecen de recursos para gestionar el fracaso. Ahí se ve el veneno de éxito. La verdad es que el desarrollo psicológico de Marisa me ha gustado mucho porque me ha ayudado a conocer facetas mías.
En este momento parece que hay que triunfar. Siempre, en todo y que se vea. ¿No nos ponemos demasiada presión encima?
El triunfo y el éxito están sobrevalorados. El problema del éxito es lo que los demás ven de él. La persona exitosa es un escaparate en los que los demás ven reflejado su propio fracaso. El éxito se tiene que exhibir, ha dejado de ser algo propio. Y hay que cuidarlo porque es lo que llega a los demás.
¿Y por qué solemos apreciar más el éxito de los demás que el nuestro propio?
Tiene que ver con el deseo, con el yo también quiero eso. Otro de los problemas que tiene el éxito es que es un saco sin fondo porque siempre vas a ver en los demás cosas que tú no tienes y que desearías.
Creo que ambos conceptos, como te decía, están sobrevalorados y que no tienen nada que ver con el vivir de una manera sabia.
En paralelo a la publicación de su última novela llegó su discurso de acceso a la RAE, en la que ocupa el sillón X, una letra que hace referencia a una incógnita que está por despejarse. ¿Qué ecuación le gustaría resolver en su paso por la Academia?
He ingresado, pero todavía no me he sentado propiamente dicho en ese sillón X. Creo que puedo aportar muchas cosas. Sé que los académicos y académicas trabajan muchísimo y que hay muchas cuestiones por resolver. Quiero dejar claro que la RAE no inventa nada, recoge lo que la sociedad le inspira, le da y requiere. Estamos viviendo muchos cambios y estos tienen reflejo directo en cómo hablamos los ciudadanos.
No me planteo volver a escribir lo que ya sé que funcionó solo para mantener la pompa"
¿Usted es del equipo sólo o del equipo solo?
Yo, si no es necesario, sin tilde. Entiendo que, en general, el lenguaje cuantos menos obstáculos tenga, mucho mejor.
¿Se deberían abrir nuevos debates como el de la be y la uve?
Esto requiere mucho más estudio porque supone una modificación del sistema que usamos ahora. De pronto no puedes decir, 'ale, todo con be! Las cosas no se pueden cambiar de una forma caprichosa.
¿Cuáles son a corto plazo los temas que están sobre la mesa de la RAE?
A mí me preocupa mucho la claridad del lenguaje para facilitar la vida de la gente. Y me refiero al lenguaje jurídico. Creo que deberíamos entender cualquier reclamación que nos llegue, que no sintamos que necesitamos un abogado o que somos impotentes porque tenemos delante un escrito con una floritura y una palabrería que no nos deje entender la esencia de lo que se nos está pidiendo. Y esto pasa hasta en las instrucciones de la lavadora. La lengua, el lenguaje, es un instrumento de comunicación que debe ser accesible.
¿Y qué opina de la feminización del lenguaje?
Está claro que hay un requerimiento social por igualar el lenguaje. Las mujeres somos visibles y tenemos que ser visibles dentro de la lengua. Se está tratando de hacer y en poco tiempo la sociedad ha avanzado mucho en este sentido. Hace poco leyendo un libro, en la portada venía la biografía de la autora y se referían a ella como 'el catedrático'. Eso ahora mismo sería algo impensable. Aún así hay cuestiones en las que hay que trabajar, pero no se puede hacer a lo loco.
Hay figuras de la literatura que carecen de recursos para gestionar el fracaso"
¿Y qué hacemos con hijo, hija, hije o niño, niña, niñe?
Esto yo creo que no es tan fácil... Tendré que ver en qué estado mantienen este debate mis colegas. Igual ya están con ello...
El otro día en un concierto alguien dijo 'estamos aquí todos, todas y todes' y queda superbien, pero tú eso mételo en una frase. Cuando hablamos de lengua hablamos de cadena hablada, las palabras no van sueltas. Si yo digo 'niñes', tendré que decir 'les niñes buones del colegio' porque 'niñes' debe concordar con el artículo y con el adjetivo que lleve. Solo vale suelto como una gracia, no en el contexto de la cadena hablada. Las cosas hay que pensarlas, creo yo. Tampoco es cuestión de decir que es una tontería. Las cosas no se resuelven así. Es un pulso social y hay que estudiarlo, pero la gente no puede creer que por decirlo ya está hecho. Tenemos unas normas gramaticales y hay que cumplirlas para que todos nos podamos mover cómodamente en ella.
Toma el relevo de Francisco Brines en la Real Academia, poeta que fue galardonado con el Premio Cervantes. Usted tiene el Alfaguara, el Nadal, el Planeta, distinciones muy importantes en Francia y en Italia... ¿sería demasiado vanidoso fantasear también con tener algún día el Cervantes?
No, no, no. Yo ni me lo imagino. Tengo suficiente y no aspiro a más. Creo que a mi vida han venido cosas muy bonitas y buenas, como la entrada en la Academia, un lugar en el que puedo aprender mucho y en el que hay gente muy inteligente, pero no pienso más allá. La codicia no es buena y aspirar a algo como el Cervantes no creo ni siquiera que sea bueno para mí.
Hizo su discurso de acceso sobre la literatura y Los pecados de Marisa Salas es una novela metaliteraria. Las letras corren por sus venas, está claro.
Sí y desde niña. Entonces no estábamos desbordados de juguetes ni de estímulos... ¡No había ni tele en casa! Los libros eran para mí una tentación, me atraían muchísimo y mi forma de expresarme era la escritura. Mi mundo de evasión ha sido siempre la literatura, tanto leer como escribir.
Me preocupa mucho la claridad del lenguaje para facilitar la vida de la gente"
En concreto, ese discurso se titulaba La máquina del tiempo. ¿Le preocupa el paso del tiempo? ¿De qué manera se relaciona con este concepto?
Cuando pienso en el tiempo no lo hago como algo que me envejece, que me genera arrugas, sino en un concepto misterioso que todavía está por definir. Atribuimos al tiempo una importancia enorme sobre nosotros, pero ni siquiera sabemos lo que es. Incluso hay científicos que se plantean la existencia de esa cuarta dimensión. Me sobrecoge como concepto. De hecho, me gustaría ser científica para poder desvelar algún día si existe o no existe.
Sin embargo, vivimos unidos en un tiempo, un pasado, un presente y un futuro. Habitamos un presente que, como decía Platón, es el filo de un cuchillo y solo podemos viajar al pasado y al futuro a través de un invento grandioso de la humanidad, que es la literatura, la ficción. De una manera muy modesta, en mi discurso intenté poner ciencia a la literatura, ya que se ha adelantado en muchas ocasiones a la pregunta de qué es el tiempo.
¿Si pudiera viajar en el tiempo, cambiara algo de su vida, de sus libros, de su obra...?
Una estaría tentada, sin duda... Quizás intentaría ser mejor en todo, pero es que como yo soy yo, no creo que pudiera ser mejor. Sí que me gustaría poder cambiar esas cosas tremendas que me han pasado en lo personal, como la enfermedad de mi madre. Siempre me ha rondado la cabeza la idea de que igual si hubiéramos ido antes al médico... Pero en fin, no se puede... No se puede, así que para eso escribimos, para volver y modificar desde ahí.
Dice en un momento de su novela que abrir un libro nuevo es como descubrir una playa salvaje... ¿Y cómo es sentarse ante una hoja en blanco para empezar a escribir?
Esto es lo más emocionante, lo más bonito, porque empiezas a crear algo que es completamente tuyo. Algún día te va a encantar, otros lo vas a aborrecer, pero vas a empezar a crear unos árboles, una arena, una playa... Es un juego, un mundo nuevo. No puedes perder esa candidez del niño que juega.